El proyecto de ley de eutanasia ya cuenta con media sanción parlamentaria y espera ser abordado por senadores. Quienes no están de acuerdo con la reglamentación de la misma, proponen aprobar una ley de cuidados paliativos que hace años duerme en carpeta, ya que entienden que no atenta contra el transcurso natural de la vida y evita el sufrimiento de los pacientes al tiempo que acompaña a la familia.
El pasado jueves 27 de octubre se realizó el panel “No a la eutanasia: debemos ser una sociedad que cuida y no que descarta”, organizado por el Instituto de la Mujer Melchora Cuenca en la sede central de Cabildo Abierto. En esa ocasión se analizó la ley de eutanasia –que cuenta con media sanción parlamentaria–, desde dos lugares principales: el de la salud y el jurídico.
En el panel participaron la diputada Silvana Pérez Bonavita, integrante de la Comisión de Salud de la Cámara de Representantes y miembro del Instituto; Alejandra Sosa, doctora especialista en oncología médica y master en cuidados paleativos, y Gustavo Zúñiga, abogado e integrante del instituto Melchora Cuenca y de Prudencia Uruguay.
Antes de comenzar, el senador Guido Manini Ríos señaló que “lamentablemente ya se ha aprobado en la camara de representantes un proyecto de ley que reglamenta la practica de la eutanasia. Cabildo Abierto como partido se ha opuesto en forma unánimemente a ese proyecto. Creemos que esta faltando mucha información en la instancia que ahora se abre en el senado y esperamos poder llegar con toda la información posible para todos los integrantes y que cada uno sepa de que se trata realmente esta ley y que consecuencias tiene, y sobre todo que alternativas hay para evitar el sufrimiento, creemos que hay caminos que se pueden recorrer perfectamente sin recurrir sin terminar con la vida de una persona en su estado de mayor fragilidad”.
En ese mismo sentido, la diputada Pérez Bonavita remarcó que, durante el tratamiento del proyecto de ley, desde marzo de 2022, surgieron muchas interrogantes y visitaron a la comisión de Salud diversas delegaciones, pero en agosto el documento se fusionó con otro presentado por el Frente Amplio. “A partir de allí insistimos en recibir nuevas autoridades, como al Ministerio de Salud Pública, pero esta solicitud fue negada. Consideramos que no fue un tema bien estudiado por la comisión”, advirtió.
Además, explicó que hubo desinformación hacia el público en general, “ya que muchos términos se confunden, y no se tomaba en cuenta en las encuestas que no era solo elegir entre sufrir o morir, sino también aliviar, es decir, los cuidados paliativos”.
Agregó que seguirán insistiendo para poner sobre la mesa el proyecto de cuidados paliativos primero y, después, que en el Senado haya una visión contraria a la eutanasia, que se estudie con profundidad y se vean los verdaderos alcances y consecuencias de esa ley.
Falta de cuidados paliativos de calidad
La Dra. Alejandra Sosa, quien es paliativista desde hace 18 años, calificó a la ley de eutanasia como “vergonzosa y aberrante”, ya que entiende que se trata de un suicidio medicamente asistido, “si bien eso no está en el título, está encubierto dentro de esa ley”, aseguró.
Coincidió con el senador Manini Ríos y la diputada Pérez Bonavita que existe una gran desinformación en cuanto a la ley y a los cuidados paliativos. Estos refieren a una atención integral, es decir física, psicológica, social, emocional y espiritual de una persona enferma. Además, los cuidados paliativos se encargan de acompañar no solo al paciente sino a la familia.
“Los cuidados buscan que cuando en las enfermedades incurables ocurran complicaciones y llegue el término natural de la vida, acompañar ese momento y que sea una instancia de resignificación de la vida, para la persona y para la familia. Luego de que el paciente fallece seguimos acompañando a quienes transitan el duelo”, explicó la doctora.
Sin embargo, lamentó que en Uruguay no existan los cuidados paliativos de calidad y se tenga baja cobertura. En números, el MSP presentó cifras recogidas por el Programa Nacional de Cuidados Paliativos que dan cuenta de que existe un 50% de cobertura, pero no es de calidad.
Con respecto a mejoras en cuanto al dolor físico, en el 98% de los casos se puede solucionar porque Uruguay cuenta con los fármacos necesarios. “En ese sentido sí estamos muy bien, y tenemos fácil acceso”, destacó Sosa. Indicó que por ese motivo no habría razón para que cualquier persona con una enfermedad fallezca en sufrimiento. “Lo que sí no tenemos son grupos conformados que sean remunerados como corresponde para que le puedan dar una atención integral a los pacientes en esa etapa de su vida”, añadió.
Dijo que los niños también se enferman y solamente nueve de los 19 departamentos del país tienen atención paliativa pediátrica. “Por lo que los niños en nuestro país mueren mal y sin asistencia para no sufrir. De esos nueve departamentos, algunos están muy bien, con complementariedad entre lo privado y público, como Montevideo y Maldonado. Pero no llegamos a todos”, lamentó.
Proyectos antagónicos
“Los cuidados paliativos no van de la mano de este proyecto, no son complementarios, son antagónicos”, enfatizó la doctora paliativista. Explicó que uno de los principios de los cuidados paliativos es que no adelantan la muerte. “No se hace que la persona muera más rápido, ni nos encarnizamos terapéuticamente por el simple hecho de aumentar el tiempo de vida de una persona, porque eso, éticamente, está mal”, dijo.
La vida tiene que finalizar de la mejor manera –expuso–, por eso entiende necesario adecuar los procedimientos para que la persona transite la enfermedad de la mejor manera posible.
Argumentó que el proceso de enfermar y morir conlleva sufrimiento, y que el cuidado paliativo no será la panacea, pero ayuda mucho al paciente y a la familia.
Comentó que también existe el sufrimiento existencial y espiritual, y para eso se tiene un acto médico legal que es la sedación paliativa, que nada tiene que ver con la eutanasia. “Esta sedación es la administración de fármacos que no tienen ningún misterio, no son un cóctel, sino fármacos hipnóticos que hacen que cuando no se pueda calmar un síntoma, disminuya el estado de conciencia de la persona”, detalló Sosa.
Esto se hace luego de haber instrumentado todas las medidas en un tiempo prudencial y no se logra que deje de sufrir. “Ante eso administramos el hipnótico, no adelantamos la muerte, sino que se duerme y fallece cuando le toca. Acompañado por seres queridos y equipos interdisciplinarios”, indicó.
Sosa agregó que hay que validar tener miedo al sufrimiento. “Nos pasa a todos, pero se puede mitigar en todas las dimensiones de la persona, y eso se logra con cuidados paliativos de calidad, universales y gratuitos”, dijo.
Según Sosa, lo que quieren vendernos como un acto de amor, compasión, empatía y paz, no es más “que el acto violento de un ser humano que le quita la vida a otro en un estado de vulnerabilidad”.
“La única vía digna y jurídicamente admisible”
Gustavo Zúñiga, a su turno, lamentó que el proyecto de ley de eutanasia haya sido tratado “con tan poco tiempo y a las apuradas”, entendiendo que ese no es el camino a transitar. “Los cuidados paliativos son un imperativo para Uruguay y creemos que es la única vía digna y jurídicamente admisible para el final de la vida en personas que están sufriendo en la etapa final de la vida”, agregó el abogado.
Una persona tiene derecho a su vida, su libertad, incluso cuando piensa que no tiene derecho a eso. “Si alguien nos pide que le cortemos una parte del cuerpo o ser tratado como esclavo, no lo aceptamos. Tampoco podemos aceptar que una persona decida morir”, analizó.
El derecho a la vida es irrenunciable –expresó– y se garantiza considerándolo de orden público. Esto está contemplado en el artículo 17 numeral B de la ley 18.335 que habla de los derechos de los usuarios de la salud, y en al artículo 46 de la ley del Colegio Médico, repasó Zúñiga.
“Sin embargo, vemos que se plantea el debate de si estos derechos pueden ser eliminados, es decir que una persona tenga derecho a pedir el final de su vida”. En esa línea sostuvo que no hay ninguna norma de derecho internacional que garantice un derecho a la muerte, salvo en los países que tienen legalizada la eutanasia, que son unos ocho.
Está penado el homicidio y el homicidio piadoso en nuestro Código Penal. Incluso los jueces nunca pueden llegar a dar la pena de muerte. “La Declaración Universal de Derechos Humanos también recoge esto. La Comisión Americana de Derechos Humanos, el Pacto de San José, de Costa Rica, obligan a nuestro país a defender estos principios”, dijo el abogado.
En cuanto a la ley en particular, dijo que llama la atención el Artículo 2: “Toda persona mayor de edad psíquicamente apta que padezca una o más patologías, o condición de salud crónicas incurables e irreversibles, que menoscaben su calidad de vida causádole un sufrimiento que les resulte insoportable, puede solicitar la eutanasia”.
“¿Yo tengo presión alta así que estaría en condiciones de solicitarla? Porque allí no establece que la persona esté en estado terminal, o que tenga pocos meses de vida”, cuestionó Zúñiga.
Otra de las grandes preocupaciones es que este proceso es entre el médico, el paciente y los familiares hasta que se aplique los tratamientos de eutanasia y, recién luego de eso se eleva al MSP para ver si se aplicó la ley de forma correcta. “Nadie va a escribir que se apartó de la ley, el que deja registro es el médico. Hace que falten garantía. Tampoco se consulta a psiquiatras ni asistentes sociales”, remarcó.
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