Supersticiones y curanderismo. Ensayo crítico y valorativo. Héctor Brazeiro Diez. BARREIRO Y RAMOS. Montevideo, 1975, 218 págs.
Todo un hallazgo esta obra, producto del tesón de un médico uruguayo, integrante de la Sociedad Argentina de Antropología e Historia.
No estamos frente al previsible trabajo de un científico desbrozando las creencias populares sino a la perseverante recopilación de las más diversas tradiciones recopiladas como médico de campaña de los pagos más alejados como, asimismo, de una exhaustiva investigación bibliográfica.
“Ocurrió que una vez en la clase de facultad de Medicina, el enfermo presentado a los estudiantes afirmaba que había curado su úlcera varicosa ya crónica lavándola con ‘yerba carnicera’, provocando la hilaridad juvenil, convencidos los estudiantes que ellos estaban allí justamente para desvirtuar esa afirmación. Pero el profesor era un erudito y poseedor de una experiencia práctica y se adelantó a decir: ‘¡No tanta risa! Sabrán ustedes que, en las cenizas de esta planta que ustedes desprecian, existe nitrato de potasio que sirvió de antiséptico en la lesión de este hombre’. El uso se justificaba en quien no tenía por qué saber estas cosas, pero solo los espíritus superficiales suelen despreciar, sin escuchar ni analizar la razón real de muchas de las prácticas del saber popular”.
Es en esta línea que se estructura el libro, demarcando medicina tradicional de prácticas mágicas en sus diversas facetas, historiando cada creencia tanto desde sus orígenes europeos como indígenas o afro y analizando el proceso sincrético. Un ejemplo es la figura del lobizón, en portugués lobishomen pero proveniente de loup-garup del francés, una variante de la evolución del concepto de metepsicosis, o sea que el alma puede escapar de la persona e incorporarse a un animal. Narra las diversas versiones recopiladas de los paisanos y cierra el tema con la solución escolástica brindada por la Iglesia frente a dicho punto (solo Dios podía hacer el traspaso del alma si hubiera un fin positivo y moral).
En suma, una buena oportunidad para acercarnos a otras aristas de la identidad nacional con una amenidad que nos recuerda las mejores páginas de Daniel Vidart.
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