El docente de la Universidad de Brasilia, Francisco Doratioto, ha publicado varios libros en torno a la historia de la cuenca del Plata, particularmente durante el período que va desde la Guerra de la Triple Alianza y los inicios del siglo XX con la llegada del barón de Río Branco al Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, que significó el inicio de un cambio en materia de política exterior brasileña. En diálogo con La Mañana, analizó como este emblemático personaje supo avizorar problemáticas y desafíos como la asociación económica entre Estados independientes con su famoso ABC (Argentina, Brasil, Chile) para mejorar la inserción internacional de los Estados sudamericanos.
¿Cómo fueron los inicios de su carrera como historiador, investigador e historiador militar?
Fue un largo camino que yo no había previsto, mi plan era ser profesor de la Secundaria en mi pequeña ciudad en el interior de San Pablo. Pero me fui de vacaciones en 1982 a la Argentina y me quedé sorprendido de lo poco que yo sabía de ese país y de Paraguay. Y al año siguiente fui a Asunción y tuve la sensación de volver atrás en el tiempo. Parecía que estaba en los años 50. Entonces me interesé, comencé mi maestría y en el primer año fui a Uruguay.
Mi plan era estudiar qué era lo que había pasado después de la Guerra de la Triple Alianza. Pero cuando me puse a investigar sobre los aspectos políticos de la guerra, la documentación estaba toda mezclada, operaciones militares con cartas privadas, y era una sorpresa después porque había mucha cosa que iba en contra de lo que se decía, de lo que había aprendido en la Universidad, y de lo que yo enseñaba como profesor de la Secundaria. Y de ahí me fui al aspecto militar y quedé involucrado con la cuenca del Plata. Ha sido una muy buena experiencia ya que hice grandes amigos, y conocí realidades distintas y cercanas en la región.
Es interesante ver desde Brasil esos acontecimientos.
Lo interesante para el brasileño es cómo se ve el Brasil desde Uruguay, Paraguay o Argentina. Hablo de eso con mis estudiantes de posgrado de la Universidad. Nosotros nos vemos de un modo, pero necesariamente no es el modo en que nos ven los vecinos. Entonces siempre hay que tener en cuenta los intereses del otro, su sensibilidad, la interpretación que el otro se hace de nosotros. Siempre hay dos partes y muchas veces la visión que uno tiene del otro es un equívoco. Por ejemplo, al comienzo de siglo XX y hasta hace poco, la elite militar brasileña tenía la hipótesis de guerra con Argentina en la que Argentina sería la agresora. Pero si uno va a las fuentes militares diplomáticas de Argentina de 1910 o 1920, tienen dos hipótesis de guerra con Chile y con Brasil. Y con Brasil la interpretación de la elite militar argentina es que Brasil va a atacar a Argentina. En definitiva, ni Brasil quería atacar a Argentina ni Argentina a Brasil.
Sobre la figura del barón de Río Branco nos interesaría saber cuál era su visión sobre la cuenca del Plata y Latinoamérica.
El barón de Río Branco es una figura fascinante que tuvo la sensibilidad de cambiar la política exterior de Brasil con respecto a la cuenca del Plata, actualizando esa política sin perder su punto central; y el interés central de la política brasileña desde el siglo XIX con respecto a la cuenca del Plata siempre fue Buenos Aires. Esto tenía dos motivos. En 1840 Buenos Aires era vista como una amenaza, primero porque desde Brasil se pensaba que la elite porteña deseaba restaurar en forma de república los viejos dominios del virreinato. El segundo motivo fue que Río Grande do Sul declaró su propia independencia como república entre 1838 y 1844. Y Río Grande do Sul fue visto en el siglo XIX y el siglo XX como el punto frágil de Brasil en caso de guerra con Argentina. Porque está muy lejos de Río de Janeiro y porque era más sencillo para Buenos Aires hacer un bloqueo marítimo. Y por esos motivos la monarquía veía en Buenos Aires un enemigo potencial a contener. Al principio de la república se habló de amistad de Brasil y Argentina, pero eso volvió a la falta de confianza.
Entonces viene el barón de Río Branco y ve que la política anterior exterior del Brasil no era factible. Porque las condiciones de Brasil habían cambiado con respecto al tiempo del Imperio y lo mismo había sucedido para Argentina, pero a la inversa ya que Argentina se encontraba en mejor situación militar y económica. Sin embargo, se buscaba mantener una situación de equilibrio en la que Buenos Aires no tuviese en su órbita de influencia a Uruguay y Paraguay. Pero Brasil no tenía más fuerza militar para ello. Por lo que Río Branco, en lugar de confrontar a Buenos Aires, buscó una política de hegemonías compartidas. Brasil reconocería la hegemonía argentina sobre Paraguay, que, en 1904, los liberales paraguayos con apoyo militar de la marina argentina sacaron del gobierno al Partido Colorado, partido afín al Brasil y tomaron el poder en Asunción.
Una de nuestras ciudades fronterizas lleva su nombre ¿Cuál fue su injerencia en nuestro país?
Uruguay buscaba tener un grado de autonomía política entre dos gigantes. Entonces Río Branco fortalece su relación con Uruguay. ¿Y cuál era el punto que impedía la mejor relación con Uruguay? Era la cuestión de la navegación de la laguna Merín, por lo que él hace algo que otros políticos no hicieron quizá por no tener fuerza política. No solo permite la libre navegación de la laguna, que era una salida al atlántico por el este, sino que hace más que eso, hace una concesión que Uruguay todavía no había solicitado que era compartir la hegemonía sobre la vía fluvial; lo que en Uruguay fue muy bien recibido y en Brasil no tanto.
Pero yo digo que solamente José Maria da Silva Paranhos Junior, el barón de Río Branco, pudo lograr eso. Su padre fue el vizconde del país y fue uno de los mayores estatistas políticos del partido conservador. El partido conservador fue además el que construyó la unidad territorial del Brasil y construyó el modelo de monarquía parlamentaria brasileño. Por lo que el barón de Río Branco era más popular que los presidentes que supuestamente debía obedecer. De hecho, él tuvo su puesto de canciller desde 1902 al 1912, hasta que se murió ocupando el cargo.
¿Cuál es la vigencia hoy de esta mirada del barón de Río Branco en la región, teniendo en cuenta nuestra dependencia de China en lo que refiere a las exportaciones?
Aquí en Brasil dan mucha importancia a Río Branco. Una lección de él es el pragmatismo, por ejemplo, buscar la mayor autonomía, pero sin confrontar a ninguna gran potencia. Por ejemplo, Río Branco no se subordina a Estados Unidos, pero reconoce su importancia. Hay que buscar el equilibro. Hay que ver dónde hay puntos convergentes y dónde no, y en dónde no, ver cómo hacer para defender los intereses nacionales. Para mí lo importante del pragmatismo del barón de Río Branco es que no se puede consolidar la soberanía nacional confrontando a las potencias a menos que sea necesario para la supervivencia del propio Estado. En un mundo complejo como el actual en el que hay una potencia en ascensión que es China y una potencia mundial efectiva que tiene poder económico y militar y lo tendrá por los próximos años, como Estados Unidos, la buena política exterior es ver cuáles son nuestros intereses. ¿Cuáles son los intereses comunes de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay? Identificarlos, y como Río Branco intentó con el ABC (Argentina Brasil Chile), usar eso como un dato fundamental para crear un instrumento que haga más efectiva nuestra inserción internacional, que en definitiva era el proyecto original desde el punto de vista económico del Mercosur.
Eso sería, a mi modo de ver, el pragmatismo, no conceptos de los años 60, por ejemplo, del supuesto proyecto económico autónomo de desarrollo capitalista que en nuestra región ya se demostró que es un modelo económico de desarrollo de inflación y no de desarrollo económico. Pero hay en la región gobiernos que defienden eso. Yo no creo ni en el proteccionismo y ni en el libre comercio ingenuo. En fin, hay que pensar en el presente con una mirada pragmática, el mundo cambió, no se puede volver al pasado.
“El destino histórico de las dos mitades de la raza ibérica”
José Enrique Rodó, contemporáneo del barón de Río Branco, reflexiona con motivo del discurso que hubo de pronunciar en Río de Janeiro, a fines de 1909, en ocasión de la firma del Tratado Uruguay-Brasil de ese año: “Más de una vez, pasando la mirada por el mapa de nuestra América, me he detenido a considerar las líneas majestuosas de esos dos grandes ríos del continente: el Amazonas y el Plata… Yo veo simbolizado en el curso de los dos ríos colosales, nacidos del corazón de nuestra América y que se reparten, en la extensión del continente, el tributo de las aguas, el destino histórico de esas dos mitades de la raza ibérica, que comparten también entre sí la historia y el porvenir del Nuevo Mundo: …venidos de inmediatos orígenes étnicos, como aquellos dos grandes ríos se acercan en las nacientes de sus tributarios, confundiéndose y entrecruzándose a menudo en sus exploraciones y conquistas, como a menudo se confunden para el geógrafo los declives de ambas cuencas hidrográficas; convulsos e impetuosos en la edad heroica de sus aventuras y proezas, como aquellos ríos en su crecer; y serenando luego majestuosamente el ritmo de su historia, como ellos serenan, al ensancharse, el ritmo de sus aguas, para verter, en el océano inmenso del espíritu humano, amargo salobre con el dolor y el esfuerzo de los siglos, su eterno tributo de aguas dulces: ¡las aguas dulces de un provenir transfigurado por la justicia, por la paz, por la gran amistad de los hombres!”.
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