Maurico Rojas nació en Chile en 1950 y reside en Suecia desde 1974. Es miembro del Parlamento sueco por el Partido Liberal y profesor adjunto en Historia Económica de Lund. Es autor de varios ensayos críticos sobre el modelo del Welfare State nórdico.
A partir de una incisiva y polémica conferencia surge este breve ensayo. Básicamente apunta a desmontar las construcciones teóricas de la acción estatal y de la soberanía nacional. “Vivimos en una época verdaderamente extraordinaria. Las capacidades creativas de la humanidad nunca han sido tan grandes como hoy. Nunca se han generado tantos puestos de trabajo como durante los últimos treinta años. Nunca ha existido un período de la historia en que un número tan vasto de personas haya mejorado sus condiciones de vida de una forma tan drástica y tan corto tiempo como durante las últimas décadas. Nunca, ni de cerca, tantos seres humanos han vivido en democracia y han visto reconocidos y respetados sus derechos básicos. A pesar de ello, vemos como un grupo creciente de personas, en lugar de celebrar estas proezas, se deja encandilar por todo tipo de profetas del Apocalipsis y de la desventura”.
Y ese apocalipsis se traduciría en algunas ideas que el autor califica como falacias: el fin del trabajo, las nuevas tecnologías estarían arrasando el trabajo, las economías centrales (por ejemplo, la estadounidense) generaría sobre todo trabajos miserables y que, a su vez, las poblaciones migrantes vendrían a robar los trabajos de los ciudadanos del país receptor del flujo migratorio. En suma: la nueva etapa globalizante sería injustamente criticada por sectores anclados en el pasado (que no pueden entender o por difusos intereses económicos o ideológicos) que pondrían palos de rueda a esta maravillosa nueva era de prosperidad para, aparentemente, todo el planeta hegemonizado en este paraíso de libertad de mercado.
Ya Disraeli advertía que se puede mentir de muchos modos; con estadísticas y medias verdades son algunas de las clásicas. Y tres décadas más tarde de las promesas del fin de la historia y de globalización para todos, podemos constatar que la precarización, la fragilidad de millones siguen siendo razones válidas para necesitar Estados fuertes que defiendan la soberanía de intereses ajenos a sus ciudadanos.
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