Para Perú, el ingreso de China en la OMC en 2001 supuso que el gobierno peruano debió reducir los aranceles de importación a las empresas chinas, lo que tuvo inmenso impacto en el sector textil y de vestimenta. En esencia, China inundó de ropa la economía nacional. Antes que China entrara en la OMC, la mayor parte de la ropa vendida en Perú era fabricada por empresas nacionales. Pero ya para 2010 el 70% de la ropa que se vendía en el mercado doméstico pasó a ser de origen chino, lo que representó un shock masivo. Se apoderaron de todo el mercado nacional. El gobierno de la época admitía el problema, pero argumentaba que las empresas peruanas exportaban mucho más que antes, sugiriendo que en términos agregados, la industria de la confección no iba tan mal. Pero la realidad es que Perú no exportaba mucha ropa a China, por lo que la entrada de China en la OMC no abrió una nueva oportunidad para las empresas peruanas. Por el contrario, estas empresas debieron sobrevivir exportando principalmente a Estados Unidos, que ya constituía un socio comercial mucho antes que Perú y Estados Unidos firmaran su TLC. La necesidad de exportar forzó a las empresas peruanas a transformar su matriz productiva hacia productos de mayor calidad, aprovechando el algodón Pima producido en Perú. Las empresas que pudieron reconvertirse fueron las que eran relativamente más grandes y ya tenían capacidad de exportar, una actividad más costosa que vender en el mercado interno. En el otro extremo, las empresas pequeñas encontraron serias dificultades y sus trabajadores fueron los que sufrieron el peso del shock. Evidentemente, el beneficio de la mayor apertura comercial fue capturado por las empresas más grandes y los trabajadores más preparados, acentuando el desempleo de los trabajadores con menores habilidades.
Adaptado de una entrevista efectuada por Chad Brown a la economista peruana Pamela Medina Quispe, en “Trade talks”, Peterson Institute for International Economics, Estados Unidos
TE PUEDE INTERESAR: