Pasaron los dos primeros partidos. Hay datos estadísticos que hablan por sí solos. Jugadas dos fechas completas, apenas tres selecciones de las 32 no han marcado goles. Son México, Túnez y Uruguay.
Muchos me preguntan si estoy decepcionado. Mi respuesta es que no. Dolorido sí, pero decepcionado no. Desde hace mucho tiempo vengo sosteniendo que para repetir actuaciones como la de 2010, o que nos permitan obtener resonantes victorias como en 2014 y 2018, hay que esperar a la Copa de USA/México/Canadá de 2026.
¿Por qué? Porque todas las selecciones del mundo, a través de la historia, van teniendo cambios generacionales que difícilmente pueden ser automáticos. Y ése es el caso de Uruguay hoy.
Conviven en el plantel y también en la cancha dos generaciones. La de los campeones sudamericanos y semifinalistas mundiales de 2017 con futbolistas como Federico Valverde, Rodrigo Bentancur, Mathías Olivera, Nico de la Cruz, Matías Viña, “Pumita” Rodríguez y Agustín Canobbio, por ejemplo, con la de los históricos que vienen desde Sudáfrica como Fernando Muslera, Diego Godín, Martín Cáceres, Edinson Cavani y Luis Suárez.
¿Cuál sería el problema? En mi opinión los de 2017 aún no llegaron a su techo y los del 2010 están en retirada y están lejos del nivel que los hizo enormes.
En el medio están con menor edad los Ronald Araujo que, en mi opinión, fue puesto en la lista sin chance de poder jugar, Facundo Pellistri, Darwin Núñez, Manuel Ugarte, Facundo Torres o los ya consolidados como Josema Giménez, Sebastián Coates y Matías Vecino que no son ni tan jóvenes ni tan veteranos.
Un capítulo especial le dedico a Giorgian De Arrascaeta. Los hinchas y periodistas brasileños me dicen: “Arrascaeta es titular en Brasil y suplente en Uruguay…”.
Pero volviendo a los “momentos”, la generación del 2017 llegará “a punto caramelo” para el 2026. Habrán crecido los que hoy son más jóvenes que ellos y ya mencioné, y serán liderados por Josema y Giorgian.
El Mundial es el del 2026, este es de transición. Duele pero no decepciona. Decepciona solamente cuando se espera algo, que sospecho no podrá suceder. Y no estamos eliminados. Y si nos toca Brasil, que sería lo más probable, se puede ganar con un gol o por penales, o porque el fútbol a veces da esas sorpresas. Pero sería una hazaña.
Sobre el partido hay que destacar que hubo tres cambios, que no entró Suárez de titular, se jugó con línea de 5 o 3, como prefieran, sin rematar al arco rival, con una chance de gol ante una gran jugada de Bentancur y poco más, pero con nuestro arco cerrado hasta que un centro que no logra cabecear CR7 continúa su marcha y se convierte en gol. Luego los cambios cambiaron el partido. De Arrascaeta y Pellistri pusieron futbol y crearon peligro, Maxi Goméz metió un balazo en el palo y Suárez estuvo a punto de anotar. Un penal mal cobrado puso un 2 a 0 que no refleja lo sucedido ya que Portugal tocó bien pero llegó poco hasta que los celestes se desesperaron.
Debimos ganarle a Corea, empatar con Portugal, salir primeros y estaba para meterse entre los ocho. No se logró, pero la sensación es que fueron más los errores propios que los méritos ajenos los que nos ponen en esta incómoda situación.
Algo que sorprendió y a lo que cuál en los últimos 15 años no estábamos acostumbrados, es escuchar declaraciones de futbolistas que pudiesen presentar algún tipo de discrepancia interna.
El Maestro Tabárez gozó de un crédito enorme, en especial luego de Sudáfrica, hecho que se vio incrementado después de ganar la Copa 15 nada menos que en Argentina.
Apenas finalizado el partido, existe un protocolo FIFA que obliga a los equipos participantes a enviar un futbolista y al director técnico a dar declaraciones en la cancha delante de un acrílico con los sponsor oficiales de la Copa. Esas entrevistas se emiten a todo el mundo en el idioma del país participante y permite que en todo el mundo puedan hacer o no traducciones simultáneas. Lo mismo sucede antes del partido, pero en un set especial cerca de los camarines.
Los tres canales uruguayos dueños de los derechos, por lo general rotan para asignar un periodista para esa tarea. En este segundo le tocaba a Canal 4 y fui el asignado para ese cometido. Antes del partido entrevisté a Darwin Nuñez y a Diego Alonso. El futbolista en ese caso lo envía la jefatura de prensa celeste. Pero luego del partido FIFA pide que 10 minutos antes defina un entrevistado, en el entendido que si algo sucede (gol o goles en la hora, etc.), se pueda cambiar.
Elegí a Rodrigo Bentancur de gran partido y por las dudas puse a Josema Giménez, para el caso improbable que Alonso no quisiese hablar.
Vi los últimos 10 minutos dentro del campo, junto al cuarto árbitro y el acrílico para las entrevistas. Apenas terminado, los futbolistas visiblemente abatidos se juntaron en un lugar de la cancha para aplaudir a los hinchas uruguayos que estaban distribuidos mayormente en tres sectores de lo que vendría a ser Olímpica contra Ámsterdam, la propia Ámsterdam y también en la América contra ese sector.
Me impactó que no menos de siete u ocho jugadores, al terminar el juego, se desplomaran en la cancha. Fueron escenas propias de un equipo que se iba al descenso, perdía una final o quedaba eliminado. Pero nada de eso sucedía. Ganándole a Ghana, cosa para nada utópico, Uruguay pasará a los octavos. Pero la desazón fue impactante.
Y en ese contexto, tras el saludo melancólico a los hinchas agradeciéndoles su presencia y aliento, los jugadores fueron saliendo. Rodrigo Bentancur, cuando fue informado de comparecer, se negó a hacerlo con un gesto que entiendo perfectamente. Su dolor e impotencia, su agotamiento ante un partidazo que jugó, su frustración lo llevó a negarse. Milagrosamente mi plan B venía último en la fila. Era Josema que, ante la indicación de su jefe de prensa, se dirigió sin chistar hasta nuestra posición.
Las pulsaciones estaban a mil, su enojo consigo mismo, con el partido, con la falta de liga, con el penal, con lo que se quiera era grande. Y allí vino su primera frase. Ante la pregunta de qué había pasado dijo “al igual que contra Corea no salimos a ganar”. Esta frase golpeó fuerte hacia afuera. Pareció un cuestionamiento al técnico. El DT había anunciado que acompañaba a todos hasta el camarín y volvería, y así fue. Contestó correctamente y sin conocer esa declaración pidió calma y confianza en que se iba a revertir todo ante Ghana. Ya en conferencia Alonso reconoció que hay que salir a atacar más.
Minutos más tarde Cavani, ya bañado y vestido para retirarse del Estadio, pasó por zona mixta y ante la consulta sobre su opinión sobre el esquema táctico para haber ganado dijo “eso pregúntenle a Alonso”. Leído suena más dura que escuchado. El tono fue respetuoso.
Pero… el clima se enrareció y como alguien dijo alguna vez: “la victoria tiene varios padres, pero la derrota es huérfana”.
El viernes, ganándole a Ghana y si Corea no gana a Portugal por más goles que nosotros, clasificaremos para jugar contra Brasil. El panorama no parece alentador. Vine por siete partidos, van dos, y mi pasaje sigue marcado para después de la final. Pero sin goles, sin remates al arco y sin creadores me la hacen difícil.
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