El pasado sábado 3 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, decretado en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades, en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como sensibilizar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
Néstor Fernández es el presidente de la Asociación de Impedidos Duraznenses (Adid) desde el 2020. Tiene 52 años y es ciego desde los 36. Trabaja en la Intendencia de Durazno como informante turístico. Vive con su pareja e hijo. En conversación con La Mañana contó cómo transitó el comienzo de su discapacidad, cómo vive hoy y las reivindicaciones que realiza desde su rol en Adid.
“Mi discapacidad visual la adquirí a los 17 años practicando fútbol. Recibí un codazo en la cabeza y ahí se me desprendieron ambas retinas. A partir de esto perdí la vista derecha y con cirugía recuperé un 40% de la vista izquierda”.
Con el paso del tiempo, se realizó estudios y le diagnosticaron retinitis pigmentaria, una patología genética que provoca ceguera y sordera. Según dijo, el golpe fue un desencadenante de algo que podía sucederle en algún momento. Vivió 12 años con baja visión y a los 36 perdió la vista por completo. En Adid y luego en el Centro Tiburcio Cachón cursó una rehabilitación donde aprendió a hacer todo de nuevo sin ver, desde asearse, cepillarse los dientes, afeitarse, estar alineado, clasificar su ropa, orientarse y moverse para poder trasladarse.
“Es un mundo totalmente distinto pero no es imposible. Lo que tiene que hacer la persona con discapacidad en primer lugar es no luchar contra la patología. Tiene que amigarse con la enfermedad y salir adelante, porque si nos ponemos a luchar con algo que no podemos cambiar, ahí es donde no nos rehabilitamos. Estamos en una condición en la que podemos hacer unas cosas y otras que no”, reflexionó.
“Lo mío fue muy doloroso en lo personal porque quedé ciego cuando nació mi hijo, entonces fue una emoción tremenda, pero por otro lado una pérdida irrecuperable. A los 36 años de edad se me apagó una luz, pero se me encendió otra, la luz interior que hay que buscar dentro. Todos tenemos una cajita guardada que tiene las herramientas del alma, de donde tenemos que sacar la fuerza ante cualquier circunstancia y poner de manifiesto que siempre depende de nosotros. Hay cosas que no podemos cambiar, en esta condición tenemos que vivir. No podemos estar llorando todos los días porque no es vida. Hay que aceptar eso y salir a vivir”, dijo el presidente de Adid.
Reivindicaciones
Néstor Fernández fue partícipe de la creación de la primera marcha de sensibilización sobre la discapacidad que se realizó en nuestro país. Partió de Durazno el 15 de octubre del 2011 y convocó a 57 personas con discapacidad y a otras 600 que se adhirieron a la causa. Desde ese entonces se realiza cada año y por esta iniciativa se le otorgó el premio Odiseo, a las personas con discapacidad destacadas.
Fernández dijo que las personas con discapacidad hoy necesitan pensión y acceso a la vivienda. “Estamos expuestos a la pobreza, es lamentable pero es así. Entramos a trabajar por cuotas, pero hablamos de inclusión. Cuando se deje de hablar de inclusión, esa será la real inclusión”.
También señaló que hubo un recorte presupuestal a nivel país, a partir del que suprimieron algunas pensiones a personas con discapacidad, “incluso en casos severos que hoy se encuentran sin un sustento. “Lo digo con propiedad porque en Adid tenemos 106 integrantes y a varios se les retiró la pensión”, dijo.
En cuanto a la accesibilidad, expresó: “Sabemos que la ciudad accesible nunca va a existir porque estamos inmersos en un prototipo de ciudad diseñada para personas que ven, oyen y caminan. Nosotros en nuestra condición tenemos que hacernos lugar en ella, pero pedimos ayuda”. El presidente de Adid lucha para que se convoque a organizaciones civiles a participar en la elaboración y aplicación de los programas y los proyectos, de forma que tengan una cabal viabilidad.
Fernández agregó que una de las barreras más grandes que tienen que sortear es la social y a veces con la información y actualización de datos es suficiente. Si bien nunca se sintió discriminado, sí se ha sentido “invisible muchas veces”. “No sé si es por miedo de la sociedad o por desinterés”, indicó.
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