Cuando estaba en etapa escolar su padre lo llevaba a trabajar a su oficina, y así aprendió el valor del trabajo y el esfuerzo. A José Pedro lo acompañaba a todos lados, desde las peleas de boxeo, hasta los viajes que hacía por el mundo. Haber nacido en esa familia también lo unió fuertemente con el fútbol, cuya historia es más que conocida. En esa carrera lo ayudó que siempre le gustó liderar y armar equipos. Hoy, alejado de la dirigencia, Damiani conversó con La Mañana acerca de su trayectoria y contó cómo nació su vínculo con Marruecos, lo que le valió el título de cónsul honorario de ese país en Montevideo.
¿Qué lugar ocupa el fútbol en su vida? ¿Cuándo tomó conciencia de ese vínculo?
Desde que tengo uso de razón el fútbol forma parte de mi vida. Yo puedo hablar de finanzas, de real estate, de un montón de cosas, pero en todas las conversaciones aparece el fútbol. De chiquito ya me gustaba armar equipos, liderar. Estábamos en primaria y yo armaba el equipo de fútbol, y con el paso del tiempo me fui dando cuenta de que empezó a picarme el tema de la dirección de un club de fútbol. En la Liga Universitaria nosotros creamos un equipo en homenaje a un sacerdote que falleció muy joven, Guillermo Nin, y lo formamos de la nada y lo sacamos campeón. Ahí también estaba germinando inconscientemente la dirección de fútbol.
Después, Jorge da Silveira, que era dirigente de Sporting —club de básquetbol—, me convocó para ser directivo allí. En el año 85, cuando vino la democracia, tanto Cataldi como mi viejo se volcaron a la política y ahí quedó un hueco. Se armó una lista conducida por el Cr. Carlos Lecueder, y Cataldi, que me veía porque yo acompañaba siempre a mi padre desde niño, me convocó para ser directivo. Mi viejo no quería saber de nada, y yo integré la lista en el puesto 9. Entré a la directiva, pero al poco tiempo el secretario general renunció y yo quedé en su lugar con 25 o 26 años —dicen que fui el más joven de la historia—. Ahí arrancó mi carrera de dirigente, que abarcó todos los puestos en Peñarol, porque fui vicepresidente, presidente, delegado. Luego fui vicepresidente de la AUF e integré la vicepresidencia de la Cámara de Decisión de la Comisión de Ética de la FIFA.
¿Qué quería ser cuando fuera grande?
A mí siempre me gustaron los números y estudié ciencias económicas. Trabajé con mi padre, que quería que yo trabajara de muy chiquito con él. En primaria, durante mis vacaciones, le gustaba que yo trabajara en su estudio repartiendo cartas. Quería que yo como único varón viera lo que era el sacrificio del trabajo. Él hizo así su vida. A mí siempre me gustaron las finanzas, me gusta hacer, soy una persona inquieta en el sentido de liderar cosas.
Imagino que también lo acompañaba a ver los partidos y que conoció a grandes personalidades. ¿Cómo era ese mundo?
Yo viajaba mucho con él, lo acompañaba al boxeo —otra de mis pasiones— los sábados de noche al Palacio Peñarol. Yo era muy chico. También iba a las carreras de caballo, me llevaba a los entrenamientos de los caballos, que eran muy temprano. Iba mucho al fútbol. Y obviamente viajé por el mundo con él. Por su trabajo a veces tenía que estar en Alemania y en Madrid cerca de Navidad, por razones profesionales, y ahí conocí a don Santiago Bernabéu, a su esposa, conocí a Rockefeller, a don Carlos Pérez Companc, a un montón de gente importante. Fue una experiencia increíble.
¿Cómo vivió ese legado que le dejó su padre?
Yo te voy a contar una anécdota increíble. Mi padre cuando yo tenía dos años me escribió una carta muy linda y se la dio a mi madre, y yo recién la vi después de que fallecieron los dos, o sea, mi mamá tuvo la sabiduría de no dármela y mi hermana mayor, Verónica, me la entregó. Era una carta llena de amor, pero llena de responsabilidades. En ese momento los padres trasladaban a los hijos sus expectativas, sus ganas, las cosas que ellos hicieron, las que querían hacer. Yo recibí esa carta ya con más de 50 años.
¿Cómo tomó esa responsabilidad?
No fue fácil. Hace tiempo tuve una charla con Mauricio Macri, yo fui a comprarle un jugador africano y después nos quedamos charlando sobre la vida, de lo difícil que es tener un padre fuerte, popular.
¿La “carga” que le queda como hijo?
Claro. Ahora sé que hay muchos “hijos de” que siguieron las tradiciones, pero lo que quiero decir es que a veces es más difícil apropiarse de las cosas de uno cuando te meten el mote de “hijo de”, y la responsabilidad. Para muchas cosas es más fácil y para otras cosas muy difícil porque te cuesta apropiarte de tus logros, y eso después, haciendo terapia, determinó que yo inconscientemente quería diferenciarme de mi padre. A él le gustaban los bancos, a mí me gustaba la bolsa; él no era desarrollador inmobiliario, que fue algo que yo empecé, y quizás este gran desafío de haber hecho un estadio era una forma de tratar de ser yo.
¿En qué siente que es usted mismo, que se diferencia de su padre?
Yo creo que él debe estar muy orgulloso de las cosas que hice, del camino que hice. Seguramente en su plenitud hubiera hecho también el estadio, porque en la época en la que nosotros empezamos a hacerlo era fundamental para la institución como una cuestión de pertenencia, es decir, una religión como es Peñarol no podría no tener su catedral, y hoy es muy importante el sentido de la pertenencia, la enorme cantidad de socios que tiene. Yo sé lo que soy, sé lo que no soy, y estoy orgulloso de la vida de mis padres, de mis hermanas, de mis hijos, de mis amigos. Tengo una vida plena, con muchos sacrificios, de mucho trabajo, de pensar siempre en hacer, así que estoy tranquilo.
¿Cómo vivió ese logro de haber hecho el estadio?
Los amigos de mis hijos mayores, que ya son hombres, que tienen 35-36, de chiquitos sabían que yo tenía en mi cabeza construir un estadio acorde a lo que es Peñarol. Haberlo hecho, en Uruguay, contra todo pronóstico, ha sido para la institución y para mí muy importante. Desde el punto de vista personal valió la pena el esfuerzo, las ganas y el equipo de gente que armé, porque para hacer un estadio como ese no solo se necesita impulso, sino un gran equipo, como fue el que hicimos con el Cr. Pereyra, director del Hospital Británico; Alejandro Ruibal, de Saceem; mi socio y amigo, el Cr. Fernández Methol; Carlos Casarotti; todos los compañeros de directiva y un montón de gente. Fue una tarea titánica, porque creo que es la obra privada no estatal del deporte que se hizo de cero más importante de la historia. Es un ejemplo de la resiliencia y de pensar en grande y de que todo se puede hacer.
¿Qué significó haber sido electo tres veces como presidente de su club?
Para mí es un agradecimiento que tengo con la gente del club y un reconocimiento a una historia muy grande. El club nos ha dado muchísimo, pero creo que tanto mi viejo en gran parte y yo le hemos dado mucho a la institución, y eso no tiene precio para mí.
¿Cómo lo vive ahora como hincha, alejado de la dirigencia? ¿Extraña estar en el día a día del club?
Yo me fui definitivamente pensando que era necesario que me fuera para darle camino a nueva gente, y no pensaba volver, pero me entusiasmó un proyecto deportivo con un gran técnico como Diego Aguirre. Pensé que podía plasmar lo único que me faltaba, que era ganar una Copa Libertadores, y después vino la pandemia, que cambió drásticamente la concurrencia a la elección. Ahora lo veo todo a distancia, y a veces uno cuando toma distancia de las cosas, las ve mejor. Yo ando por la calle y mucha gente me pide que vuelva al club.
¿Lo está considerando?
La verdad es que no es momento para pensar eso, y espero tener la sabiduría y la tranquilidad para tomar la mejor decisión para el club y para mí. Todavía no tengo claro si voy a volver al club, sí que me gusta el fútbol, pero quizás puedo desde otro lado ayudar con la cantidad de años que tengo de experiencia en el fútbol, en infraestructura. Quizás con el conocimiento que tengo de la dirigencia del fútbol de tantos años pueda contribuir con mucha gente a conseguir la postulación para el Mundial del 2030. No sé, no lo tengo claro.
Un dato llamativo es que usted es el cónsul honorario de Marruecos, que se destacó en este Mundial. ¿Cómo empezó su relación con ese país?
Es bastante curioso. Yo estaba en París en el 98 y el rey, que en ese momento era el príncipe, que es muy futbolero, me planteó que Marruecos tenía un embajador en Argentina y un embajador residente en Uruguay, y necesitaban la figura del cónsul honorario para que representara al embajador acá. Ahí surgió el vínculo con Marruecos, hace muchos años, y para mí ha sido un orgullo y una satisfacción poder asistir a todos los marroquíes que están por acá y tratar de unir a las partes.
Ojalá que se pueda profundizar la relación entre Marruecos y Uruguay desde el punto de vista comercial, porque tienen muchas cosas en común favorables para ambos países. Marruecos es uno de los grandes productores de fertilizante del mundo, consume alimentos, lácteos, y es un enorme destino turístico como también lo es Uruguay. Justamente, antes de la pandemia teníamos en vista con el embajador crear la Cámara de Comercio Uruguayo-Marroquí, que es algo que está pendiente.
¿Cómo describiría a ese país?
Nosotros asistimos a quienes quieren viajar para allá, y la verdad es que es enorme la cantidad de gente que tiene intenciones de conocer Marruecos. Es un país hermosísimo que tiene desierto, costas, es impresionante. Yo recomiendo Casablanca, que es una metrópolis; Rabat, que es la capital política; y Marrakech, que es una joya. Es un país árabe africano, pero con mucha cercanía a España y a Francia, y también eso influyó en cuanto a su mejora futbolística.
¿Cómo fue el camino dentro del fútbol de Marruecos y cómo ha visto el desempeño que tuvo en el Mundial, que fue bastante sorpresivo?
Yo sabía sobre la pasión futbolística que hay en Marruecos, conocía la inversión enorme que se hizo por el 2008 en un centro de alto rendimiento que creo que es de los mejores del mundo, que es el Complejo Mohamed VI, que lo patrocinó el rey y está dando frutos. Aparte, hay otra cosa muy importante que cambió para mí el mapa del fútbol a nivel mundial que es la cantidad de emigrantes de África que se fueron a Europa, y ya son dos o tres generaciones que están viviendo allá. Eso, con el potencial físico que tienen más el orden, ha generado un cambio en el estereotipo de los jugadores españoles, alemanes, franceses. Y otra cosa, muchos jugadores que nacieron en Europa, pero cuyos padres son de origen marroquí, prefirieron jugar con el país de sus padres, lo que determina una relación filial enorme con Marruecos.
¿Cuáles diría que han sido sus mayores logros?
Yo he plantado árboles, he hecho un puente, hice un barrio, hice un estadio. Por eso yo creo que mi padre debe estar conforme, porque transformamos, hicimos cosas, con mucha gente, liderando esos procesos. Hice el puente que une el Parque Miramar con Carrasco, hicimos el barrio Lagos. A mí me gusta mucho eso de transformar, y tengo la felicidad de que uno de mis hijos está al frente de eso, o sea que nosotros dimos el impulso y él está en esa área. El mayor está en la parte legal y notarial del estudio. Después tengo a María que es diseñadora de ropa, que es una genia. Y el más chico, Franco, que es adolescente. Me han salido grandes trabajadores y grandes personas, y espero que el chiquito también sea así.
¿Cuáles fueron los mayores valores que le transmitieron sus padres?
Ser buena persona, ser honesto con uno mismo y decir lo que uno piensa. Y el trabajo y el esfuerzo, eso desde chiquito. Cuando él me hacía repartir cartas estando en edad escolar, en cierta manera me estaba inculcando el valor del trabajo, que es muy importante, lo valoro mucho. Y el ser siempre uno mismo, preferir ser, más que tener.
¿Cómo es su día a día hoy?
Yo me levanto temprano, desayuno con el más chico, y después mi pasión es el deporte y hago entre una hora y media y dos horas. Luego me voy a la oficina y estoy allí unas cuantas horas. Cada 15 días viajo a Buenos Aires, antes lo hacía todas las semanas, ahora la tecnología y los tiempos también me llevan a eso. Esa es mi vida. Veo los proyectos, las inversiones financieras, estoy en todo. Me gusta ayudar a los jóvenes, empujarlos a seguir haciendo cosas, la pasión por hacer y por transformar.
Tengo entendido que también tuvo una faceta como pintor.
Sí, hace como veintipico de años empecé a pintar, no soy muy bueno, pero canalicé… me acuerdo de que iba a una escuela de pintura y me decían que tenía que salir del límite, yo pintaba muy estructurado porque era así.
También tengo una pasión que es leer, que tengo una asignatura pendiente con eso, porque solo puedo leer en vacaciones y después no sé por qué, pero no puedo. Es de las cosas que más me gustan, me hace bajar a tierra.
A su vez, tengo una rutina de todos los lunes que es reunirme a comer un asado con mis amigos de la vida, del colegio, de la facultad y de otros lugares, y somos un grupo increíble, le llamamos “Los apóstoles de los lunes”. Hasta hace no mucho tiempo, primero jugábamos al fútbol, con lluvia, sin lluvia, en invierno, en verano, y después nos sentábamos a comer un asado. Todas las semanas le toca a uno diferente hacerse cargo de la parrilla. Eso para mí es un bálsamo, un lugar de encuentro con mis amigos que es fantástico, que es muy lindo.
¿Qué proyectos tiene en mente a futuro?
Hay un montón de cosas que tengo en la mente para los próximos meses. Voy a convocar a gente como el Ing. Ruibal de Saceem; Ximena de Azpitarte, también hacedora; para tratar de mejorar el Arroyo Carrasco, porque me parece que es muy bueno para la gente de allí. Espero tratar de mejorar eso, obviamente, con las autoridades nacionales, pero teniendo en cuenta que los particulares a veces les damos un impulso mayor a las cosas.
Uruguay en el Mundial y las expectativas para el próximo
Damiani tenía muchas expectativas con respecto a la participación de Uruguay en el Mundial, porque había jugadores “muy importantes” que estaban terminando sus “brillantes” carreras, y otros que estaban empezando, lo que convertía al equipo en “un mix interesante para pensar en algo grande”. Sin embargo, confesó que vio el desempeño de la selección “regular”.
“Quizás el momento sea el próximo mundial, cuando madure esta nueva generación. Siempre es bravo el final de una etapa de oro de estos jugadores excepcionales que tuvo Uruguay, y el final no es como todos quisieran, pero es normal en el fútbol. Le pasó al Barcelona, a grandes instituciones con grandes jugadores. Soy optimista de lo que viene porque no hay ningún parámetro para explicar lo que es un país que en relación a su población es el mayor productor de jugadores de calidad del mundo, no tengan la menor duda”, afirmó a La Mañana.
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