La propuesta formó parte del proyecto institucional “la magia de las palabras” que Leticia Silva, maestra de 5º año de la escuela Nº 5 de 25 de Mayo, transformó en una posibilidad creativa para sus alumnos. Recorriendo sus páginas uno puede encontrarse con 63 historias sencillas, bien logradas y que reflejan la vida de un pueblo del interior inspiradas en personas, hechos y lugares dignos de ser contados.
Las aventuras personales siempre han tenido ese poder de enriquecer la vida a través de experiencias que a menudo salen a la luz en ruedas de amigos, en torno al mate familiar o en algún paréntesis de jornada que permite intercambiar opiniones con los compañeros de trabajo. Algunas son motivos de risas, otras son propias de la enseñanza natural del camino y también están aquellas que siempre preferimos guardar o no contar del todo, porque forman parte de nuestro acervo personal.
Pero son pocas las veces que esas aventuras salen a luz para que otros las conozcan y las compartan. Tal es el caso que vamos a contar a continuación que, además de ser un buen trabajo literario, fue escrito con la naturalidad propia de los niños. Y este hecho por sí solo ya es una buena noticia.
Generalmente en el imaginario urbano se piensa que en los pequeños pueblos del interior no sucede nada. Opinión que desde las páginas de La Mañana nos hemos encargado de desmentir en cada una de las coberturas de las variadas actividades e historias de vida que suceden en el mal llamado “interior profundo”, como si se tratara del patio trasero de un país que solo mira el mar. Pero resulta que sí suceden cosas importantes en los pueblos del interior.
Un trabajo basado en historias inspiradoras
El trabajo literario que insumió todo este año lectivo surgió del proyecto institucional denominado “la magia de las palabras”. Con buen criterio la maestra Leticia Silva no solamente recorrió los carriles tradicionales de la lectura, sino que tomó la iniciativa porque “uno cae en la clásica de leer, pero muy pocas veces producimos” y decidió embarcar a sus niños en el mundo creativo.
La propuesta comenzó en marzo con el capítulo dedicado a las aventuras con amigos mientras paralelamente leían “Las aventuras de Tom Sawyer” de Mark Twain. En abril tocó el turno de “Los Pérez viajan a marte” de Pablo Roy Leguísamo y a partir de esta lectura los protagonistas comenzaban a escribir sobre sus aventuras en familia.
Mayo es un mes particular para los habitantes ya que un 25 de mayo de 1874 nacía al influjo del ferrocarril esta localidad en el sur de Florida. La referencia elegida en esta oportunidad tuvo que ver con un hijo del pueblo, el escritor Martín Rizzo, autor del libro “Isla Mala. Relatos de miedo y misterio”. Y acorde a la temática, los escolares comenzaron a escribir sobre sus propias aventuras en el pueblo. Y como debía ser, llegó en junio el mes dedicado a las aventuras con los abuelos mientras leían los cuentos del escritor local Antonio Echeverría, oriundo de Flores, pero desde hace algunos años instalado en 25 de Mayo.
Un proceso creativo personal y colectivo
El libro está dividido en cuatro capítulos representativos de los cuatro temas trabajados durante el año. La maestra contó que fue un proceso creativo de menos a más, iniciado primero de forma oral para después pasar al papel o la computadora. Y en esto tuvo mucho que ver el tiempo que se le dedicaba a los trabajos. Silva reconoció algunos de los errores en que incursionan los docentes a la hora de proponer actividades a los niños. “Es un error que cometemos en la escuela que queremos que el texto lo comiencen y lo terminen ya” sin tener en cuenta que cada escolar tiene sus propios procesos creativos acompañados de sus propios tiempos.
A medida que surgían los relatos –para ello utilizaron la plataforma Crea de Ceibal muy familiarizada para docentes y estudiantes desde que la pandemia impuso la virtualidad– comenzaba la tarea de corrección en manos de la maestra Leticia pero también de forma colectiva con los propios escritores. Como si se tratara de un taller literario, que en los hechos funcionaba así, todos intervenían procurando mejorar sus propios textos y enriqueciendo el de sus compañeros. “Yo elegía uno o dos textos de cada capítulo” y los viernes se desarrollaba la corrección colectiva. También este aspecto fue un proceso educativo donde en cada jornada de corrección se iba afinando el lápiz en cuanto a pertenencia de los textos, coherencia en la redacción, cohesión, puntuación y ortografía.
Deseos que forman parte de la vocación por enseñar
“A mí me gustaría que dentro de unos años uno de ellos se volviera escritor o escritora profesional y pudiera vivir de la literatura”, reflexiona en voz alta Leticia para quien, como al resto de los maestros, lograr incidir en el desarrollo personal y el descubrimiento de los talentos de los niños es parte de su propia vocación. Sugirió que desde el vamos algunos ya muestran una veta relacionada con la literatura y la creación. Pero además tiene presente que este tipo de actividades son un disparador para despertar aquellos intereses que les sirvan para el resto de sus vidas.
En la contratapa, el escritor Martín Rizzo, el profesor de literatura Alvaro De León y el maestro director e investigador Héctor Moreira elogian este trabajo literario en el cual también se ven reflejados. Para ellos se trata de historias divertidas llenas de amor que los invita a formar parte de un paseo a través del lenguaje y la inocencia de los autores. Los tres coincidieron en el privilegio que supone disfrutar de estas hermosas aventuras que tanto conocen porque son del pueblo o desarrollaron sus actividades profesionales allí.
No solo se trató de un proyecto colectivo generado dentro de las aulas de la escuela, sino que además dio lugar a la participación de la familia y los vecinos. Y esta colaboración se vio reflejada también a la hora del financiamiento del libro. En esto tuvo mucho que ver José Argúl y su familia, dedicado al rubro imprenta durante toda la vida. Fue un trabajo en equipo que dio paso a un excelente material que sorprendió a propios y extraños. Porque, como dijera uno de los niños cuando tomó contacto por primera vez con el material, “es un libro de verdad” ante la sorpresa de lo que tenía entre manos. El diseño de la tapa también fue un proceso colectivo. Parte del diseño fue inspirado en el libro “La taberna del loro en el hombro” de Mario Delgado Aparaín que trabajaron durante el mes de julio. La digitalización del dibujo original que conforma la tapa estuvo a cargo de Leandro Pérez, otro generoso colaborador de la escuela.
Aventuras de niños y niñas es una lectura obligada para los amantes de la literatura que viven o vivieron en el pueblo. Pero también de los curiosos que disfrutan de las aventuras contadas por sus hijos, nietos o vecinos. Saben que ellos mismos también forman parte de esas historias sencillas pero llenas de cariño. Las mismas historias que son el comentario del almacén, “esto es de tal vecino”, de la rueda del mate “mirá a fulanito lo que le pasó”, de la feria de los jueves “mirá esta familia” o de la llamada de WhatsApp “¿estos Martínez quiénes son?”. Pero también es un ejemplo que se pueden hacer cosas buenas desde la simpleza de la vida cotidiana o desde las aulas de una escuela, porque simplemente se necesita voluntad para hacerlo.
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