El hecho de que el mundo no experimentara una crisis financiera sistémica en 2022 es un pequeño milagro, dada el alza de la inflación y las tasas de interés, para no mencionar un enorme incremento del riesgo geopolítico. Pero considerando que la deuda pública y privada ha aumentado a niveles sin precedentes durante la época ya pasada de tasas de interés ultrabajas y riesgos de recesión altos, el sistema financiero global enfrenta una enorme prueba de tensión. Una crisis en una economía avanzada –por ejemplo, Japón o Italia– sería difícil de contener. Es cierto que una regulación más ajustada ha reducido los riesgos para los sectores bancarios centrales, pero eso ha generado que esos riesgos se desplazaran a otros sectores dentro del sistema financiero. Las tasas de interés en alza, por ejemplo, han ejercido una enorme presión sobre las empresas de capital privado que se endeudaron marcadamente para comprar propiedades. Ahora que los bienes raíces residenciales y comerciales están en la antesala de una caída marcada y sostenida, es muy probable que algunas de esas empresas quiebren. En ese caso, los bancos principales que les otorgaron gran parte del financiamiento podrían estar en problemas. Eso todavía no ha sucedido, en parte porque las empresas menos reguladas están bajo una menor presión para actualizar sus libros al valor de mercado. Pero si las tasas de interés se mantienen en niveles difíciles de bajar, incluso durante una recesión, los incumplimientos generalizados harían difícil mantener las apariencias en los balances bancarios.
Kenneth Rogoff, en Project Syndicate
TE PUEDE INTERESAR: