La venta de medios gráficos se mantiene estable en Maldonado durante todo el año y se multiplica en temporada de verano debido a que la población crece 10 veces, sin embargo, la crisis de los medios impresos no es ajena para el departamento, lo que obliga a pensar en formas de reinventar el negocio, tanto desde la distribución como desde los puntos de ventas en calle.
No es novedad que la venta de medios impresos viene descendiendo con el pasar de los años debido a la digitalización y la inmediatez de las noticias en cualquier dispositivo conectado a internet. No se trata de una realidad únicamente local, es un fenómeno mundial, lo que implica la reinvención de toda la cadena que trabaja con medios, como el sector de ventas y distribución, entre otros rubros.
En setiembre del año pasado, La Mañana publicó un artículo en el que se dibujó la realidad del rubro de la distribución y venta de diarios por parte de los canillitas en Montevideo, la lógica de la capital no es la misma que la del interior, sin embargo, la crisis es bastante similar. En otro polo está Maldonado, un departamento con ventas relativamente estables, pero que en temporada de verano se dispara el negocio gracias a la multiplicación por diez de su población.
También, desde hace un tiempo Maldonado, sobre todo Punta del Este, se viene consolidando como una ciudad de estadía permanente, con personas que trabajan o estudian allí y de la mano de eso ha crecido un sector que, en los hechos, va a la baja.
“En invierno se mantiene una estabilidad desde hace un buen tiempo, y en verano la gente adopta la lectura como parte del día a día. Quien disfruta de la lectura tiene más tiempo, y mucha gente de Montevideo hace el traslado de la suscripción o algunos tienen a su canilla de confianza desde hace mucho tiempo y mantiene su hábito, con un tiempo de ocio mayor al que tiene el resto del año”, dijo a este medio Fernando Techera, quien tiene la distribución de diarios y revistas desde Solanas hasta José Ignacio hace cinco años.
Esta es la tercera temporada que los diarios argentinos no llegan al este y eso ha repercutido a favor de las publicaciones nacionales debido a que el público del vecino país suele tener la costumbre de leer, entonces, busca el diario local si no tiene el suyo, explicó el entrevistado.
Por otro lado, sostuvo, el negocio se ha deprimido porque las publicaciones argentinas eran una pata muy importante de la distribución y del vendedor. “Eso pegó fuerte”, lamentó. Expuso que el primer año fue por la pandemia, el segundo por una cuestión de la pandemia más la economía, y que hoy es por un motivo 100% económico. “Esto juega a favor de algún medio puntual, pero en contra del negocio”, agregó Techera.
El distribuidor dijo que notaron que la pandemia ayudó a que muchas personas que llegaron en marzo de 2020 se quedaran en Maldonado todo el año. “Sin embargo, en este último tiempo, hemos notado un descenso de ese tipo de público que decidió quedarse en pandemia, y hace vida de turista. Aunque la venta es estable más allá de lo mencionado anteriormente”, puntualizó.
Los hábitos de lectura más comunes son los diarios en primer lugar, seguido por las publicaciones de interés general, como la revista Hola, por ejemplo. Luego lo siguen las revistas de otro tipo de línea como las National Geographic, El Mueble, Glamour o Vogue, que son españolas. Estas son muy buscadas en verano porque el contenido es atemporal y se puede leer relajado.
Los canillitas y la calle: el salvavidas del este
Con respecto a los puntos de venta principales, Techera aseguró que se apoyan en gran medida en los quioscos habituales de calle. Además, señaló que pese a la apertura provisoria del supermercado Tienda Inglesa, el incendio de Punta Shopping marcó la diferencia en comparación con otros veranos.
“Lo que sucede es que la estructura actual del super no es la misma que la que tenía en el shopping. Eso nos ha llevado a incrementar aún más la importancia de los quioscos, ya que el supermercado era un motor que funcionaba muy bien todo el año. Pero, básicamente, las ventas son en calle”, explicó.
En cuanto a los encargados de las ventas en calle, es decir, los canillitas, el entrevistado comentó que normalmente siempre son los mismos desde hace muchos años. Están los vendedores de todo el año y el de temporada que llega los primeros días de diciembre hasta la semana de turismo. Cada uno tiene su zona, su quiosco o su parada, ubicaciones que se respetan.
“Es fundamental generar confianza con el cliente en un rubro que el público suele ser mayor. Muchos piden que se les deje el diario en cierto lugar y a cierta hora, algunos tienen el teléfono del canilla por si no están, y son muy próximos. Es bastante personalizado el servicio”, resaltó.
Los dos lados del mostrador
Antes de trabajar como distribuidor, Techera trabajó durante años como supervisor de ventas en El País. “Conozco los dos lados, la curva que tienen los medios gráficos y lo que tratan de hacer para mantenerse. Más allá de eso hay un corrimiento a lo digital, pero creo que eso es una parte de la crisis, considero que quien se quiere informar lo sigue haciendo a través de medios tradicionales, donde entra el papel”, analizó.
Como ejemplo, hizo referencia a las personas que dicen que leen por internet, pero no están suscriptos, por lo que únicamente acceden a titulares o algunos artículos gratis al mes. “Muchas veces las personas dejan de informase y hoy la inmediatez de la noticia va en contrapelo de lo que es un diario”, dijo Techera.
Considera que donde debe hacer foco es en la información, no en las noticias, ya que estas están al alcance en el instante. “Creo que el público que hoy se mantiene es el que quiere ver el tipo de información que va a fondo con los temas, no el resultado de un partido del día anterior”, dijo el entrevistado.
El otro tema, expresó, son las suscripciones. Piensa que es necesario fidelizar al lector, buscarlo, identificarlo y ofrecerle un plus. Y que, al mismo tiempo, se debe cuidar la cadena de distribución. “El canilla sabe quién es el cliente y viceversa. Pero hace 15 años la cantidad de canillas era cinco veces más, entonces prefieren ir a cuidar coches en un estacionamiento de la playa que vender diarios en una esquina”, comentó.
Según Techera, el canilla siempre fue el último eslabón. “Lo digo con conocimiento porque lo veía del otro lado”, expresó. “Sin embargo, es la parte que conoce mejor el negocio, es la peor rentada y es la que nunca se tiene en cuenta. Eso está dentro de lo que estamos lidiando todos los días, y no creo que haya una vuelta atrás”.
Diversificar como solución
Los quioscos funcionan con permisos que la Intendencia de Maldonado da a la Asociación de Vendedores de Diarios y Revistas del departamento. Ese permiso “es precario y revocable”, dijo Techera, poque “en algún momento lo pueden quitar y el que estaba en vía pública no puede trabajar más. Esto se mantiene desde hace 30 años”, explicó.
En los quioscos “nadie se pone a vender milanesas al pan”, pero que a los canillas les ayudaría anexar más cosas que los diarios y revistas, indicó. “Si solo se venden publicaciones se funde el negocio. Hay que lograr que el quiosco pueda abrirse un poco más, aunque sé que no es tan fácil por temas impositivos”.
Indicó que estos últimos meses muchos uruguayos hemos viajado a Buenos Aires y allá el 50% de los quioscos están cerrados. “Los que funcionan no solo venden diarios, lo que marca la pauta que no se trata de algo solo de nuestro país, queda claro que en las crisis hay que agudizar el ingenio”, argumentó el entrevistado.
La empresa de Techera no solo distribuye revistas y diarios, porque entran en la misma lógica del canilla, motivo por el que se han diversificado en el negocio para subsistir. “Nosotros no estamos limitados por un reglamento o una normativa, pero el negocio para los distribuidores del interior es complicado: hay que hacer una cantidad enorme de kilómetros para llegar al lugar con el reparto, la lógica es diferente a la de Montevideo donde el canilla se dirige a sucursal, acá vamos al punto de venta”, comentó.
Más allá de eso, dijo que Maldonado termina siendo, dentro del interior, una isla, ya que en el resto de los departamentos es más complicado. “Cuando nos instalamos como distribuidores hace cinco años, la idea fue tener nuestra salida, por eso tenemos una librería infantil-juvenil, y es lo que nos da un soporte en el negocio. Se debe agudizar el ingenio porque si no eso se hace sentir, como lo siente el medio, lo siente el distribuidor, y lo siente el vendedor”, reflexionó el entrevistado.
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