A través de la equinoterapia se brinda la oportunidad de una rehabilitación, integración y el desarrollo físico, psíquico y emocional de las personas, tanto grandes como chicos. A su vez, practicar equitación no solo mantiene al deportista entrenado, sino que lo ayuda a forjar el carácter. Estas dos ramas ecuestres se realizan en Altos de Marelli, un centro de Maldonado que invita a la población a participar en esta actividad.
Atilio Herrera ha estado vinculado a los deportes ecuestres casi toda la vida y hace 40 años es instructor. Cuando llegó a San Carlos hace unos nueve años, conoció a una chica que había hecho el curso de rehabilitación ecuestre en la escuela de equitación del Centro Nacional de Fomento y Rehabilitación Ecuestre (Cenafre) en Montevideo y, a su vez, tenía intenciones de aprender equitación.
“Dio conmigo de casualidad. Tenía un predio cercano a San Carlos y se fueron haciendo todas las instalaciones para crear un centro ecuestre”, contó. “Mi papel fue asesorar en el tema e iniciar una escuelita de equitación, y ella comenzó con las clases de equinoterapia. Es un centro que ya está funcionando hace unos cinco años y medio, y se llama Altos de Marelli”.
Tantos años vinculado le han permitido identificar que desde hace algún tiempo la actividad ecuestre en el departamento se ha venido incrementando y considera que seguirá desarrollándose debido a que han llegado personas desde otros puntos del país para instalarse, formarse y hacer el deporte.
Con respecto a la equinoterapia, el entrevistado explicó: “Se ha demostrado que esta disciplina ayuda en gran medida a las personas tratadas: por las condiciones en las que se realiza, las características del caballo, la comunicación que se establece entre el paciente y el animal. Es buena desde el punto de vista físico, psicológico, social, tiene muchos beneficios que se han demostrado”.
Además, sostuvo, cada vez tiene más reconocimiento de los profesionales médicos, de forma que año a año se suman profesionales de la medicina que recomiendan la terapia para ciertas patologías. Se trabaja mucho con problemas de parálisis cerebral, síndrome de Down, hiperactividad, TEA, entre otras.
“Para trabajar en esto debe haber un equipo multidisciplinario que comprende un médico, un psicoterapeuta, un fisioterapeuta, un psicólogo y un rehabilitador ecuestre. Esto es imposible que se dé en el interior, entonces, al menos, se exige que tengan un médico y un rehabilitador ecuestre, así como el aval del médico tratante del paciente”, añadió Herrera.
Desde ese punto de vista, señaló que la equinoterapia es “sumamente beneficiosa y hay cada vez hay más personas que se tratan y que ejercen como instructores”. Agregó que el origen de este movimiento es el Cenafre (creado el 1° de julio de 2003, por decreto del Poder Ejecutivo Nº 268/003) que ha ido formando a los instructores y se han diseminado por todo el país.
Ser profesionales de principio a fin
El único lugar en Uruguay donde se puede aprender, formalmente, a trabajar con equinoterapia es el Cenafre. Las personas del interior van a hacer los cursos a la capital y cada vez más se trabaja de ello. “Ha despertado la atención como una opción laboral porque algunos que ya tienen alguna profesión de fisioterapeuta le agregan el conocimiento y están dispuestos a hacer el curso para después volcarlo en otras zonas del país”, dijo el entrevistado.
Un punto importante para trabajar en este rubro no es solo ser profesional sino llevar a cabo la tarea con los caballos adecuados, según cada caso. Herrera informó que las características de estos animales son especiales para algunas patologías. Por ejemplo, para las personas hiperactivas se necesitan caballos calmos, “entonces eso a veces no es tan fácil porque no hay disponibilidad de un caballo así”, expuso.
Cuando llega un paciente nuevo al centro se fija un plan de trabajo que puede ser anual, semestral, según el objetivo al que se quiera llegar. Esto incluye el tipo de trabajo y la sesiones que tendrá, la frecuencia semanal, entre otras cosas. “Cada persona tiene su problema y este es único, por eso cada caso se estudia en particular y se hacen planes de trabajo personales”, sumó.
Ganas, voluntad y gusto
Ante la consulta sobre las características necesarias para practicar deportes ecuestres o ser instructor de rehabilitación, Herrera señaló que simplemente se debe tener la voluntad de querer aprender y estar físicamente apto, como en cualquier otro deporte. “No hay edad para aprender y esa es una ventaja. Se puede comenzar a los seis o siete años, o siendo una persona mayor, porque cada uno tiene distintos objetivos”, sostuvo y agregó que luego depende de las condiciones que tenga cada uno para avanzar más o menos rápido y las características de relacionamiento con el caballo.
“En equitación se necesita mucho equilibrio y hay que ir desarrollando el tacto ecuestre que es la condición que tiene el jinete para transmitirle y entender al caballo, pero se da a medida que avanza el aprendizaje”, planteó.
Lo fundamental es tener ganas, voluntad, gusto y algo de equilibrio natural, aseguró. Es una actividad que se está desarrollando muchísimo en Uruguay y que, cree, seguirá creciendo. “Se ha venido mucha gente para esta zona, algunos que ya practicaban en sus lugares de origen o en el extranjero y otros que se acercan porque ven que hay una actividad al aire libre. El caballo además es un animal que crea un vínculo con el ser humano y eso vuelve a la disciplina más atractiva aún”, dijo.
Algo que lamentó el entrevistado es que en el país muchas de las actividades están centradas en Montevideo, lo que, a veces, “puede dificultar un poco el tema competitivo, pero para el aprendizaje no hay ningún inconveniente, se puede aprender como en cualquier otro lado”.
Respecto a este último punto, Herrera explicó que la equitación es una disciplina de dos partes: la física y la de experiencia (que se genera únicamente con el tiempo). “Aprender a andar a caballo es relativamente rápido, dependiendo de las condiciones que tenga la persona, pero la equitación es algo que uno sigue aprendiendo casi toda la vida, y va permitiendo mejorar los niveles de conocimiento y de práctica”, relató.
Desde ese punto de vista, en el centro se fija con la persona si quiere aprende a andar, hacer alguna prueba básica, saltar, ya que dentro de la equitación hay varias disciplinas. “A algunos le gusta algo y a otros otra cosa, pero lo que más llama la atención es el salto”, indicó Herrera.
¿Cómo empezar?
El centro Altos de Marelli está cerca de la ciudad de San Carlos, en la ruta 39, y ofrece las actividades mencionadas. El espacio en el que se ubica posee vistas privilegiadas, sin construcciones aledañas y a metros del arroyo Maldonado. Es por esto que el entrevistado invita a todas las personas a visitar el lugar y, de estar interesados, ser parte del deporte.
Las opciones de inscripción no tienen por qué ser mensuales, sino que es posible ir por clases, trabajar con los caballos de allí o llevar uno propio. “Hay muchas opciones y eso se conversa de acuerdo a las preferencias o lo que quiere la persona que va a montar”, explicó.
Agregó que la actividad también permite mejorar muchas actitudes personales que, tal vez, en otros deportes no se logra. “Tenemos la responsabilidad de comunicarnos con el animal, nos exige paciencia, comprensión, responsabilidad. Exige ensillarlo, arreglarlo, cepillarlo, esas cosas que hacen crear un vínculo que hace bien, sobre todo a los más chicos”, detalló.
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