El anuncio
En estos perezosos días del verano austral, mientras algunos gobiernos asumen y otros agonizan, el deseo de generar un sismo mediático lleva a reflotar proyectos perimidos. ¡Nada más valioso que un evento inesperado! Algo que sacuda las raíces del futuro regional y revierta las expectativas de los pueblos, junto a las fortunas políticas de sus promotores.
Fue así como semanas atrás, al comentar las tensiones internas del Mercosur, descartábamos como pantalla de humo el anuncio de la posible creación de una moneda común regional. A pesar de los nostálgicos recuerdos del “gaucho” y otras iniciativas similares que nublaron nuestros ojos, debimos rechazar como inviable un nuevo proyecto de moneda subregional única. Los pasajes del tren de los pueblos libres seguirían abonándose en distintas divisas.
Pero a medida que pasaron los días y surgieron nuevos detalles, la vaguedad inicial del anuncio de la Presidencia Pro Tempore del Mercosur se fue disipando con aportes procedentes de diversas tiendas. No siendo una iniciativa de Mercosur, el tema no mereció mención alguna en los 53 párrafos del enciclopédico comunicado de prensa que recorrió desde lo sublime hasta lo ridículo.
La propuesta
En concreto se trata de una iniciativa bilateral en el contexto de la actual comunidad pasajera de intereses geopolíticos regionales entre los dos grandes. Los ministros de Economía de las dos principales economías nacionales de Sudamérica, Fernando Haddad de Brasil y Sergio Massa de Argentina (ambos con aspiraciones presidenciales), han acordado iniciar estudios tendientes a crear una moneda común.
No será una moneda única (a diferencia del euro, por ejemplo) ni una moneda circulante. Será una moneda virtual (sin representación física) creada como unidad contable para compensar pagos asociados al comercio intrarregional. En este aspecto la iniciativa recorre igual camino que el ECU, la unidad monetaria contable utilizada por la Unión Europea en los 20 años previos a la adopción del euro (1999).
Los demás países de la región no han sido invitados a participar en la etapa de diseño del proyecto, aunque una vez definido se les dará la opción de unirse al emprendimiento mediante donación de sus activos de reserva para capitalizar un hipotético Banco Central Sudamericano.
Riesgo comercial
No obstante los reclamos de paternidad intelectual argentina, la iniciativa parece proceder de Haddad y Galípolo1, políticos y economistas por derecho propio y principales asesores económicos de Lula. En realidad, lo que proponen es un escudo que proteja a los países participantes del riesgo de ver su comercio bloqueado por la pérdida de acceso a los servicios financieros internacionales que habilitan la concreción de los negocios.
Los países cuya moneda no es utilizable para transacciones internacionales deben acumular reservas en monedas que sí lo son. Esas reservas deben ser de libre y pronta disponibilidad si es que van a cumplir ese rol con alguna solvencia. La mayoría de los países colocan sus reservas en instituciones financieras internacionales públicas y privadas, sin reparar en el riesgo de que su acceso a esos fondos se vea bloqueado por medidas “administrativas”.
En la actualidad este riesgo ha crecido significativamente como consecuencia de la invasión de Ucrania, con el empleo de medidas excluyentes y sanciones por parte de los aliados occidentales contra el Estado, las empresas y ciertos individuos rusos. En otro artículo sobre el tema2 señalé que el mensaje era claro: el que no juega según las reglas establecidas, no puede esperar que dichas reglas lo protejan.
El riesgo existe debido al uso generalizado del dólar como moneda de facturación del comercio mundial (40%), de las reservas oficiales de los países (60%) y de las transferencias financieras transfronterizas (80%). Los principales bancos que facilitan e intermedian estas transacciones se encuentran en jurisdicciones occidentales y sujetos a la normativa de sus respectivos gobiernos.
El trasfondo geopolítico
En este nuevo mundo multipolar, Brasil integra el grupo de los BRICS junto a Rusia, India, China y Sudáfrica. Aunque obviamente su relacionamiento con los centros financieros internacionales es excelente, el mero hecho de saber que existe el riesgo de que el arma financiera se utilice lleva a la conclusión que es necesario construir un sistema paralelo que ofrezca la seguridad de permitir el “bypass” al sistema vigente.
Brasil comparte con los demás BRICS la preocupación por su vulnerabilidad financiera ante acciones concertadas y la presión diplomática que pueda ejercer la mera insinuación de su empleo. Dentro de su área de influencia, cada BRIC está buscando los medios para construir los sistemas alternativos regionales que limiten la exposición de reservas convertibles. La afinidad de signo ideológico entre las actuales administraciones de Brasil y Argentina hace propicio el contexto actual para nuestra región.
Sin embargo, es un proceso de largo plazo que necesita además de progresos simultáneos en otros aspectos de la institucionalidad, así como en el manejo de los equilibrios macroeconómicos básicos. Este siempre ha sido el talón de Aquiles de las iniciativas de integración regional en América del Sur. Uno deberá ser muy optimista para sobreponerse al déficit de credibilidad de los protagonistas de este emprendimiento, por lo inestable del marco en el cual toca actuar.
1 “¿Una moneda común para integrar a Sudamérica?”, Haddad & Galípolo, Folha de Sao Paulo, mayo 2022.
2 “El mundo sigue andando… ¿hacia dónde?”, abril 2022.
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