Deseo que se me oiga respecto a lo que implica la guerra paraguayo-boliviana. Como ocurre habitualmente, hoy son las fuerzas de las finanzas imperialistas las responsables de la guerra entre Paraguay y Bolivia, de la misma manera que son los intereses financieros de este país los responsables, en gran parte, de las condiciones que prevalecen en Cuba. (…) La Standard Oil Co., de New Jersey, corporación norteamericana promotora de revoluciones en América Central, Sudamérica y México, desde que ha deseado obtener concesiones de petróleo, ha encontrado necesario obtener el territorio del Chaco. El territorio del Chaco ha sido declarado perteneciente a Paraguay y ha sido conservado por Paraguay por tanto tiempo que prácticamente no hay persona razonable que pueda abrigar duda alguna acerca de quién sea el propietario del Chaco.
Ya en 1874 surgió una controversia entre Argentina y Paraguay sobre quién era el dueño del territorio del Chaco, y se pidió a Estados Unidos que mediara en la disputa. El presidente de Estados Unidos en aquella época, Mr. Rutheford B. Hayes, dictaminó que Paraguay –usando sus propias palabras– “tiene justo y legal título sobre el territorio del Chaco”. Esto no solamente fue reconocido por Argentina, no solamente fue reconocido por Paraguay; fue reconocido por Bolivia. (…) Pero, señor presidente, se ha descubierto petróleo en el Chaco y en Bolivia. Parece que costará mucho dinero alcanzar la parte profunda del río con el petróleo de la Standard Oil que se ha descubierto en Bolivia, por eso, se encuentra urgida de un oleoducto hacia las aguas paraguayas navegables, que no quiere adquirir en los términos y condiciones que serían exigidos por el gobierno paraguayo. No solamente eso, sino que el territorio del Chaco es rico en sí mismo en recursos naturales y probablemente en depósitos minerales. De modo que se ha desencadenado una guerra. ¿Financiada por quién? La guerra es entre Bolivia, país con unos tres millones de habitantes, emprendida contra Paraguay, país con una población probablemente inferior a un millón de habitantes (…).
Bolivia, mediante la ayuda de la Standard Oil, se ha equipado abundantemente con municiones de guerra y otros combustibles necesarios para emprender su guerra ofensiva contra Paraguay (…). Tengo en mis manos un documento oficial publicado por el gobierno boliviano. Es un contrato celebrado por la Standard Oil Co. de New Jersey por el que ésta acuerda suministrar el petróleo y la gasolina que necesita Bolivia para poder llevar adelante su guerra ofensiva contra Paraguay. Reproducimos a continuación el decreto respectivo del gobierno boliviano, que tomamos de “El Diario”, de La Paz, edición del 14 de marzo de 1934: “Vistos y considerando: La necesidad de consumir preferentemente gasolina nacional para las necesidades de la campaña, con mayor razón dentro del considerable aumento de consumo que ocasionará la adquisición de nuevas unidades motrices y de aviación; que se ha llegado a convenir un punto de equidad con la Standard Oil Co. of Bolivia…”. Se sabe, señor presidente, que ella pretende siempre ser una compañía y un producto del país mismo o de parte del país que expolia, exactamente como cuando congelaba el territorio de Louisiana, la Standard Oil Co. of Louisiana pretendía ser allá el producto de nuestro territorio nativo, contra cuyos ciudadanos en este tiempo dirigía un embargo por un oleoducto, “…al fijar un precio para la gasolina de camiones y de aviación y para el kerosene, debiendo en tal virtud (debido a la fijación del precio) la compañía aumentar la destilación de estos productos…”. Ella aumentará el precio, señor presidente, porque lo necesitan allá para la guerra en este momento, “…hasta llegar la casi totalidad del consumo fiscal, reembolsándose con dichos precios de los gastos en que incurra con motivo de las nuevas instalaciones”. El gobierno de Estados Unidos, después de que Bolivia se hubo aprovisionado de las municiones de guerra y de los combustibles necesarios para emprender una guerra agresiva en el territorio del Paraguay, se cruza ahora de brazos y declara su neutralidad, mientras sus intereses capitalistas procuran allá robar ese territorio al pobre y pequeño Paraguay, que solo cuenta con una población de 850.000 almas. (…)
Han intentado pretender que cierto interés extranjero se está entrometiendo en el asunto; que la Dutch Shell Oil Co. es una empresa británica y está interesada. ¿Por cuánto tiempo piensan que podrán engañar al pueblo con esa manifestación? Señor presidente, la Dutch Shell Oil Co. que ellos llaman compañía británica, se ha afiliado allá con la Standard Oil demasiado frecuentemente para que nadie lo discuta. (…) Observo que mi buen amigo M. Vincent Astor, a quien nunca he visto, tiene mucho que hacer con algunos de estos intereses. Es gracioso, señor presidente, como usted los vincula a todos. Todo lo que usted tiene que hacer es mirar bajo el barril y usted encontrará el móvil cada vez que usted mira. El Sr. Vincent Astor es uno de los directores del Chase National Bank, y allí usted encontrará todo el interés que es menester encontrar. El Chase National Bank, señor presidente, es conocido como el “Banco Rockefeller”; el Banco Rockefeller es el Banco Standard Oil; el Chase National Bank es la Standard Oil Co.; el Chase National Bank es Rockefeller; es la Standard Oil Co.; la Standard Oil Co., es Rockefeller y viceversa; todos en la misma “claque”. Aquí está Rockefeller, con un ejército, robando a Paraguay, tomando el Chaco, metiéndose como el agresor y tomando un territorio laudado como parte del Paraguay hace 40 años; y aquí está el mismo Chase National Bank, otra institución Rockefeller, tomando bonos ilegales, dándoles validez y vendiéndolos al gobierno de Cuba; y aquí está Norteamérica, beatíficamente silenciosa, en constante retiro, mientras las municiones privadas de guerra se suministran a esos países latinoamericanos.
Discurso de Huey Long* en el Senado de los Estados Unidos, 30 de mayo de 1934
*Huey Long, miembro del Partido Demócrata de EE.UU., gobernador del estado de Louisiana entre 1928 y 1932, y senador entre 1932 y 1935. Acusado por sus detractores de populista, durante su pasaje por la gobernación (en plena Gran Depresión) logró construir grandes obras de infraestructura, las mayores en la historia de Louisiana hasta la época. En su famoso discurso del 30 de mayo de 1934, Long había denunciado a la Standard Oil y a Rockefeller de provocar la Guerra del Chaco. Poco tiempo después y con su popularidad en la cima, Long era asesinado a quemarropa en la mañana del 8 de septiembre de 1935, en Baton Rouge.
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