El presidente Lacalle Pou en su primera salida al exterior en febrero del 2021, visitó al entonces presidente brasileño Jair Bolsonaro para tratar temas que estaban en la Agenda común de ambos países.
En esa reunión quedó manifiesta la voluntad de los dos presidentes, uruguayo y brasileño de revitalizar el proyecto de la hidrovía de la Laguna Merín- Laguna de los Patos, para seguir dinamizando el comercio y el desarrollo en esa zona del país.
La reactivación de la hidrovía Uruguay-Brasil tiene un enorme valor para la actividad productiva, ya que través de la misma se conectan los puertos de la margen uruguaya con los de Río Grande, Porto Alegre y el nudo ferroviario de Puerto Estrela que aunque hoy desactivado, une RS con Sao Paulo. Esta vía navegable tiene 740 kilómetros de extensión si tomamos las localidades de Charqueada, Uruguay y Estrela en Brasil. Estaría integrada por los ríos Cebollatí, Yaguarón, Laguna Merín, Canal San Gonzalo y Laguna de los Patos.
El proyecto de reactivación de la zona Este, según informó en su momento el subsecretario de Transporte y Obras Públicas, Juan José Olaizola, parte de la estrategia de reducción de costos logísticos impulsada por el Gobierno. Las obras a realizar – hoy por hoy- comprende la construcción de una terminal portuaria en la desembocadura del río Tacuarí, y obras viales en nuestro territorio.
Consultado al respecto por La Mañana de este tema, al delegado por Cabildo Abierto en la Comisión Mixta (CLM), Ing. Roberto Mezzera, expresó que aunque se viene hablando de estos temas desde la década del 60 poco se avanzó en materia de navegación. Las principales trabas provienen del hecho de ser una vía binacional, donde muchas veces hay intereses contrapuestos, como el lobby de los fletes y fabricantes de camiones. “Para que funcione la hidrovía tiene que haber un acuerdo firmado por ambos países. Todo empieza con el dragado. En el anterior gobierno una empresa que se postuló para realizar la obra civil de excavación, pero no se le puso fuerza necesaria y fue rechazada por los intereses de algunos transportistas brasileños.
En línea con los objetivos definidos por el gobierno, nosotros, la Comisión Laguna Merín, logramos a pulmón que hidrografía y la prefectura hiciesen la batimetría que son las medidas de profundidades de la Laguna Merín del lado uruguayo, del brasileño no hicieron nada todavía […] La hidrovía es todavía un proyecto en ciernes”.
Sin embargo, recalcó que “La incidencia en los precios del transporte de mercaderías de bajo valor específico que son aquellas mercaderías (de un país y el otro) que cuestan entre 100 USD a 500 USD la tonelada, como la caliza, fertilizantes o grano, hoy no hace la diferencia en los costos por un tema de recursos humanos y de infraestructura, sobre todo en lo relativo, a la logística y mano de obra de carga y descarga de la mercadería en los puertos […] Falta un puerto, dragado, y falta el contrato de compra de caliza uruguaya por parte de Brasil. Hay una realidad, se vende algo, pero es muy poco…”.
Y concluyó que igualmente “Es de esperar que los gobiernos de Uruguay y Brasil continúen adelante con los aspectos importantes que faltan de la hidrovía para que esta se concrete, como el balizamiento, y mantenimiento de esos dos servicios, más la inversión estatal privada o mixta para concretar un puerto por lo menos del lado uruguayo con su terminal carguera para que salgan las chatas con los respectivos remolcadores. Y lo mismo del lado brasileño. Sin eso no hay hidrovía”.
En definitiva, la realidad de esta vía de transporte todavía le queda camino que recorrer que no solo involucra al sector público sino también al privado de los dos países.
El Este del país, una zona de desarrollo tardío
El Este de nuestro país en los inicios de nuestra República estuvo caracterizado por la producción ganadera extensiva donde la innovación agropecuaria estuvo ralentizada debido a las dificultades que aquel territorio presentaba. La principal industria incipiente fue el tasajo, el charque.
Desde el siglo XVIII y XIX se elaboraba “charque” por el antiguo puerto de la Charqueada, de ahí su nombre, y este se transportaba por mar a lo que hoy es el nordeste de Brasil, donde se nucleaba el mayor contingente de mano de obra africana, abocada al cultivo de la caña de azúcar.
Hombres visionarios en la segunda mitad del siglo XX
A partir de entonces, hombres visionarios, uruguayos y brasileños, como lo fue en la década del 60 y 70 del siglo pasado, Carlos Manini Ríos, vieron en aquel espacio características que lo hacían de una enorme importancia estratégica no sólo para dinamizar el comercio y el transporte, entre ambos estados, sino también para contribuir al desarrollo de la región, como lo fueron por ejemplo, las políticas y las obras que se llevaron adelante en torno a la utilización de agua para riego.
La laguna Merín, cuyo nombre proviene del guaraní “Miní” o “Mirí” que significa pequeño en relación de la laguna de los Patos “Guazú”, se saliniza con las bajantes, y es una de las mayores reservas de agua dulce superficial del planeta, la segunda más grande de Sudamérica. Además, es una de las fronteras naturales que tenemos con Brasil, siendo en ese sentido una zona compartida, la cual depende de la voluntad política de ambos países.
El paisaje que caracteriza a la cuenca está compuesto por llanuras planas que rodean a las llanuras bajas que bordean los cursos de agua y las lagunas, llanuras bajas o bañados donde se forman diversos tipos de humedales de escaso escurrimiento, ríos y arroyos en cuyas márgenes crece el monte ribereño y llanuras lagunares que bordean el espejo de agua de la laguna Merín y se caracterizan por presentar crestas de playas arenosas que aíslan a las lagunas menores (Panario & Gutierrez, 2011).
Pero este paisaje muy rico en recursos hídricos quedó relegado con respecto a otras partes del país, tanto a nivel agropecuario como industrial. Por ejemplo, en el litoral del Uruguay la agricultura tuvo un rápido desarrollo, y con el modelo de sustitución de importaciones se fundaron empresas icónicas como Paylana en 1946, que fue reconocida en el mundo por la excelencia de sus productos, y dentro de ese marco en 1948 se realizó Exposición Industrial y Agraria de Paysandú que en su inauguración contó con la presencia del presidente Luis Batlle Berres. Pero el Este del Uruguay a diferencia del litoral estuvo aislado geográficamente, lo que hizo más difícil la viabilidad de cualquier emprendimiento. Por otra parte, el índice Coneat de esos campos tan poco fértiles suele ser 3 o 4 veces más bajo que los de Soriano o Río Negro, Paysandú o Colonia, lo que no motivaba a arriesgar en agricultura.
Sin embargo, el principal problema que tenía la zona Este era el aislamiento, por la lejanía del puerto de Montevideo, sumado a las dificultades de transporte y comunicaciones, ocasionadas por no tener una hidrovía que permitiese agilizar el comercio en esta área y que al mismo tiempo permitiese el pasaje a un puerto marítimo como el de Río Grande do Sul. Por eso, cuando el Barón de Río Branco realizó su histórica concesión a nuestro país, estableciendo en 1909 el co-dominio sobre la Laguna Merín y el río Yaguarón se dio el primer paso que posibilitó estos ulteriores logros. Y fue Eduardo Víctor Haedo, con su fina epidermis de estadista geopolítico, quien dio el decisivo paso con Leonel Brizola y Jango Goulart en 1961.
Primeras Arroceras
En la primera mitad del siglo XX, en la década de 1930, con el fin de aprovechar la facilidad del riego por bombeo de las generosas agua de la Laguna Merín surgen las primeras empresas arroceras como CIPA y Arrozal 33, de la mano del Ing. Víctor Benavidez y su alter ego el ex presidente José Serrato.
Allí se comenzaron las primeras siembras de arroz, ya con destino a la exportación en el departamento de Treinta y Tres.
Junto a estas empresas comienza a modificarse la demografía de ese territorio y surgen también, en forma espontánea, los primeros pueblos, llamados: “arroceras”.
El cultivo de arroz al implicó una demanda activa de servicios como transporte, caminería, incorporación y mantenimiento de maquinarias, (al principio la tracción era la mayor parte con bueyes y caballos), financiamiento, obras civiles e hidráulicas, investigación, producción de semillas. Se le dio principal importancia a las escuelas. Muy después aparecería la energía eléctrica (1988) y la fluidez en las comunicaciones. Incentivó el poblamiento en la zona, de diversas maneras y revirtió el despoblamiento del medio rural, uno de nuestros grandes dramas.
Estas empresas introdujeron nuevas tecnológicas de producción que implicaban obras de ingeniería, de regulación hídrica (represas y diques), de drenaje, canales para riego, levantes de agua, de infraestructura, caminería, puentes y alcantarillas, balsas en ríos y arroyos.
Pero además de levantar espacios de carga y descarga de grano, silos de acopio, etc., fueron las mismas empresas las que edificaron los pueblos, las viviendas para los trabajadores, como las escuelas, policlínicas necesarias y otros servicios, donde acudieron los trabajadores y sus familias, y de ese modo, unos campos pobres y deshabitados, comenzaron a prosperar, lo que nos permite afirmar que el cultivo de arroz ha sido y es un motor de desarrollo integral.
“La Compañía Industrial de Producción Agrícola, CIPA, se instaló en dos puntos principales, CIPA Olimar y CIPA Cebollatí, a orillas y cerca de los ríos Olimar y Cebollatí respectivamente. Se constituye en un paradigma de los pueblos agrícola- ganaderos. Fue pionera en la siembra y cultivo del arroz y en la experimentación sistémica de las posibilidades productivas del cereal incluso para la adaptación de variedades extranjeras. Por otra parte, fue la gran precursora en el uso del recurso para riego, alternando uno o dos años de cultivo de arroz con cuatro o más de pastoreo en praderas.” (Arq. Susana Martínez Benia, Origen y revalorización de los Pueblos del Arroz en la cuenca baja del Cebollati).
Arrozal 33 se constituye en 1934, en tierras que estaban entre la Laguna Merín y el Arroyo Ayala, era un área de difícil acceso donde las rutas eran unos senderos casi intransitables, y solo por vía fluvial estaba conectada con el Puerto de la Charqueada. Alegando promover la producción arrocera, se solicitó apoyo al estado para la construcción de una red de ferrocarril. Además, se iniciaron las obras de infraestructura como Canales Aductores, que toman aguas de la Laguna Merín.
De ese modo surgía en el Este del país un vigoroso nuevo impulso que invitaba a mirar hacia el futuro y que fue determinante para que se busquen soluciones de dos ámbitos: la investigación científico-tecnológica y la política diplomática.
La creación de la Comisión Mixta para el desarrollo de la Cuenca Laguna Merín (CLM)
Uruguay y Brasil iniciaron un camino común que comenzó en 1961 con la visita del presidente Eduardo Víctor Haedo a Joao Goulart. Informaba al respecto La Mañana el 7 de diciembre de 1961: “El Uruguay y Brasil firmaron ayer un acuerdo para la solución de temas comunes. El presidente del consejo Nacional del gobierno de Uruguay y el gobernador del Estado de Río Grande do Sul, Leonel Brizzola, mantuvieron una larga conferencia durante la cual se acordó:
-Recuperación de la región limítrofe conocida con el nombre de Baixada Riograndense, para la cual solicitarán ayuda a las Naciones Unidas
-Apertura de un canal para la navegación que una la Laguna Merín con el océano Atlántico.”
Este fue el inicio de una planificación compartida sobre toda la cuenca, mirada como una totalidad más allá del papel decisivo que juegan los límites fronterizos.
“En 1963 se constituye la Comisión Mixta con el cometido de estudiar los problemas técnicos, económicos y sociales relacionados con el aprovechamiento integral de la Cuenca de la Laguna Merín y en 1964 se designa como agencia ejecutiva del Proyecto, a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO). La meta del Proyecto Regional de la Comisión Mixta Uruguayo-Brasileña de la Laguna Merín fue, a través de un Plan de operaciones, recolectar información sobre los aspectos físicos, económicos y sociales, para obtener datos referidos a diversos asuntos: el caudal de agua existente, características topográficas, suelos, puntos de estrangulamiento, métodos agrícolas tradicionales y encontrar respuestas para problemas como el del control de las crecientes, eliminación de la salinización en la Laguna, recuperación de tierras improductivas, drenajes, regularización de la navegación y la comunicación de la Laguna con el océano, así como para el desarrollo económico y social del área” (Susana Martínez, ob. cit.)
En definitiva, el cometido más importante que tuvo entonces la Comisión fue la de realizar los estudios que pudieran medir el potencial del área en relación al desarrollo económico y social de la cuenca. En esa línea, se desarrollaron investigaciones que involucraron aspectos técnicos, científicos, económicos y sociales para recabar datos que aportasen una visión integral y de conjunto de la realidad.
La dimensión administrativa del sector uruguayo de la cuenca abarca parte de los Departamentos de Cerro Largo, Lavalleja, y todo el departamento de Rocha y Treinta y Tres.
Carlos Manini Ríos, impulsor de la investigación agrícola en el Este del país
El Dr. Carlos Manini Ríos, no solo restringió su labor a la política ni al arte de la palabra, ya que fue escritor y director del diario de La Mañana, sino que también fue un gran impulsor del desarrollo del Este del país. Tuvo la visionaria idea de acompañar un proceso que se venía desarrollando en torno a la investigación agropecuaria y al desarrollo de los objetivos que se venía proponiendo desde su gestación la CLM en el Este del país. De hecho, en 1970 fue presidente de dicho organismo por parte de la delegación uruguaya. Y partir de 1971 fue elegido embajador uruguayo en Brasil. En Itamaraty fue reconocido por ser un diplomático con gran capacidad y pragmatismo para dar solución a los problemas que atañían a ambas naciones. En 1977 participó de la inauguración de la esclusa del Canal de San Gonzalo cuyo fin es preservar las aguas de la Laguna Merín de las aguas saladas que entraban por la Laguna de los Patos.
Por otra parte, desde el INIA comenzó una nueva etapa y se creó la Estación Experimental del Este, formando desde entonces parte de la hoja de desarrollo de la cuenca de la Laguna Merín. El principal problema que se encontraban los productores en esta parte del territorio era que faltaba investigación para continuar desarrollando cultivos que fuesen apropiados para aquellos suelos. Esto tenía varias aristas, por un lado, los temas orográficos y hidrográficos y por otro temas relacionados a la búsqueda de semillas que se adaptasen mejor a esos suelos. Con respecto a la actividad de Carlos Manini Ríos en la CLM, un testimonio recogido por el INIA afirma lo siguiente:
“La Estación Experimental Este reconoce sus antecedentes en los trabajos del Proyecto para el Desarrollo de la Cuenca de la Laguna Merín, un programa tripartito entre Uruguay, Brasil y la FAO, que se había creado en el año 1967, y en el cual desarrollaban investigaciones algunos de los técnicos que a partir de 1970 integrarían la nueva Estación. Uno de los principales protagonistas de esta historia, Carlos Mas (Carlomas), quien posteriormente sería director de la EEE durante 14 años, recuerda así los tiempos del Proyecto Laguna Merín:
-Se utilizaba un campo experimental cedido por la Intendencia de Treinta y Tres, de unas 4 o 5 hectáreas, pero con muy buena infraestructura de riego. La FAO hacía experimentación con todo tipo de especies, y las regaban en las parcelas. Cada experto hacía sus experimentos, probábamos distintas forrajeras, procedentes de todas partes del mundo. El Ruso (Nicolás) Chebataroff investigaba en arroz. Yo me enfocaba en forrajeras, utilizando muchas veces especies subtropicales con riego, que ahora vuelven al tapete, por el manido tema del calentamiento global”, dice Carlos Mas. Y agrega: “Desfilaron más de 50 expertos extranjeros. Hubo algunos realmente destacados, como el holandés Theodorus De Witt en arroz y Robertson en pasturas. El proyecto era ambicioso, excedía lo puramente agronómico: apuntaba a la regulación y utilización de las aguas, el manejo de toda la cuenca de la Laguna mediante represas. Nosotros visualizábamos que había un potencial enorme, pero no podía hacerse el riego sin contar con el desarrollo de la investigación que fundamentara esas inversiones. El presidente de la Comisión que dirigía el Proyecto Laguna Merín era Carlos Manini Ríos. Fue el hombre que entendió nuestras inquietudes antes que nadie. Le explicamos que la función nuestra, de los agrónomos, era diferente: lo que significaba la investigación, la importancia de la continuidad, y entonces él nos alquiló una casa, la antigua casa de Ledo Arroyo Torres-”. (Memorias de la Estación Experimental del Este INIA)
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