Cinco años después, en el NH Columbia, recordamos con emoción la gesta del 23 de enero de 2018. Ese día Un Solo Uruguay marchó a Durazno con ideas y fervor, en ese orden. La gente, de todo pelo y señal, quiso cambiar la mirada de sus gobernantes y dirigirla hacia la creación de un país más justo. Un país donde el esfuerzo, el trabajo, la inteligencia, el riesgo, reciban adecuada recompensa. Un país en equilibrio. No de vivos y vivillos sino de gente que vive, en paz, de su trabajo y su sacrificio.
Un Solo Uruguay, es decir, las centenas de miles que así pensaban y constituían el Movimiento (y que muchos de ellos nos congregamos aquel 23 de enero de 2018) torció la mano del destino político de este país. Quien no lo vea es porque no lo desea ver. Fue esa fuerza emocional, quien cambió el rumbo del barco y la primera en pegar el golpe de timón imprescindible para ello. Es de gente sana reconocer la realidad. En particular reconocer a quienes se pusieron la pesada carga de dar la cara a las circunstancias y llevar en sus hombros la responsabilidad de la organización.
Hay quienes hoy se hacen los distraídos y silban bajito mientras miran el cielo. No deben olvidar que desde la tierra subió un clamor a ese cielo y que la fuerza vive y su eco aún retumba en todos nuestros corazones.
¡Larga vida a Un Solo Uruguay!
Ing. Agr. Juan Irigoyen
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