El Ing. Agr. PhD. Daniel Real dijo que en Uruguay tanto el INIA como la Facultad de Agronomía saben qué estudios se hacen en otras partes del mundo en materia de pasturas, y si no llegan las herramientas que adoptan otros países del mundo algún motivo hay. Junto a otros técnicos de INIA, ha publicado un artículo científico con los resultados de varios años de investigación.
Los cambios que se están operando a nivel climático en todo el mundo generan nuevos desafíos a la humanidad que debe aprender a convivir con ellos. Lo más importante es que, como nunca antes, el ser humano ha comprendido la necesidad anticiparse a lo que pueda venir. Uno de los retos más acuciantes son los que genera el cambio en los registros de precipitaciones. Sin agua, ya escasa desde hace años en muchos puntos del planeta, no es posible la vida. Necesitamos el agua para beber, pero también para producir nuestros alimentos de forma segura y abundante para que llegue a todos. Por eso la ciencia y los investigadores en todas partes del mundo buscan prevenir lo que se sabe ocurrirá en los próximos años: incremento del déficit hídrico.
El uruguayo Daniel Real es ingeniero agrónomo radicado en Australia desde 2003. Ex-investigador del Instituto Nacional de Investigación Agropecuario (INIA), actualmente lidera proyectos de investigación genética en pasturas forrajeras del “Department of Primary Industries and Regional Development” con financiamiento del Gobierno de Western Australia y de Meat & Livestock Australia.
El profesional atendió a La Mañana desde la ciudad de Perth, donde reside. Real dijo que Australia es un país con todos los climas, pero que él trabaja en un área donde el clima es mediterráneo, con lluvias en invierno y primavera, sin casi lluvias a partir de fines de primavera, durante el verano y la mayoría del otoño. Dentro de ese esquema “normal” para la zona “hay años más lluviosos y otros más secos”.
Explicó que en Western Australia las áreas próximas a las costas son las que reciben más agua y ésas disminuyen a medida que uno se aleja: “Las lluvias vienen desde el océano hacia el continente, llueve mucho en la costa y llueve menos en la medida que uno se aleja de ella. En la costa puede llover 900mm por año”.
Lo que está sucediendo es que las lluvias cada vez son menores tierra adentro, ha habido un corrimiento de las precipitaciones. El mapa muestra cómo era el nivel de precipitaciones de 1910 a 1999 y cómo es ahora con un proceso de disminución de precipitaciones en las zonas alejadas de la costa. Las líneas finas de color verde muestran el límite de 225mm anuales, pero el corrimiento hacia la costa indica que “cada vez hay menos el área agrícola o ganadera por esa disminución de lluvia”. La reducción del área agrícola por disminución de precipitaciones es un proceso que se ha dado “en los últimos 100 años, y donde antes se registraban 250mm ahora es menos y se dan de forma más errática”, expuso.
Observando lo que sucedió en los últimos 100 años y previendo que la tendencia continuará, los investigadores estudian también el futuro: “Estamos viendo cómo va a ser el clima en el 2030, 2050, dentro de 100 años, y a partir de ahí buscamos las alternativas”.
“Lo que estamos haciendo es investigar” a través de un programa de búsqueda de especies de leguminosas o gramíneas forrajeras adaptables, resistentes a la sequía, que puedan producir, que mejor se adapten a los climas actuales y futuros; además de que produzcan menos gases los rumiantes consumiendo esas especies que las que se utilizan en la actualidad, agregó.
Diferencias climáticas australianas
En el suroeste de Western Australia “las diferencias climáticas son mucho más marcadas que en Uruguay. El régimen de lluvias pasa de 900mm a 250mm en solo 300 kilómetros en línea recta”, expresó.
“El programa de búsqueda de especies para lugares más secos y de preparación para la sequía empezó poco antes del año 2000, yo vine a Australia en 2003 y estuve liderando ese proyecto para todo el sur de Australia, para South Australia, Victoria, Western Australia y New South Wales, principalmente en la investigación de leguminosas perennes adaptadas a los climas secos. O sea, buscando qué especies se pueden adaptar a esas condiciones y que se puedan usar en el futuro y haciendo el mejoramiento genético de ellas”.
El programa tiene 24 años y todavía sigue. “Ahora estamos llegando con especies comerciales que se están empezando a usar. Son programas a largo plazo, no podemos intentar desarrollar especies en 1 o 3 años, el proceso lleva por lo menos 10 años para las especies tradicionales, y el doble si son especies nuevas”.
“La clave es que las pasturas no solo resistan la falta de agua, sino que sean suficientemente productivas para que los productores las adopten de una forma rentable. Hay que encontrar ese balance entre desarrollar las especies y que sean rentables en comparación con lo que se usa ahora, así el productor las adopta”.
Principalmente se trabaja con “especies perennes que logren utilizar cualquier lluvia que se de en el año”, de tal forma que “si llueve menos en invierno y primavera pero llueve un poco en verano o hay tormenta de verano, las especies puedan aprovechar” esas aguas también.
Tedera, triticale y centeno
El profesional señaló que “de todas las leguminosas evaluadas, la perenne Tedera fue la seleccionada porque crece todo el año y es muy resistente a la sequía”, entre otras virtudes productivas. Tedera es nativa de Islas Canarias y las colectas que realice en el 2008 para comenzar el programa de mejoramiento genético fueron en zonas de unos 300 mm de lluvia anual.
“Triticale y centeno son cultivos muy tolerantes a la sequía que pueden ser productivos en suelos arenosos y ácidos” lo que permite “producir forraje de calidad en lugares que a otras especies les cuesta mucho más. Esas son especies que Uruguay puede usar haciendo los verdeos que se hacen de raigrás o avena”.
Estos cultivos, “si son sembrados temprano” son más aptos para el forraje que otras especies; asimismo, “se pueden usar con doble propósito de pastoreo temprano y cosecha de grano o enfarda”; y “en años muy secos se puede pastorear”.
“Yo les tengo fe”
Daniel Real destacó la importancia de los trabajos que realizan los técnicos, cada uno en su país y lugar de acción, por eso consideró que “los productores uruguayos tienen que basarse en las alternativas que los investigadores de Uruguay, por ejemplo del INIA o de la Facultad de Agronomía”, les están brindando.
“Quienes están trabajando en pasturas están al tanto de las cosas que se están haciendo en el mundo, las están evaluando, y para adoptar los avances que alguien logra en otro país, el procedimiento es hacerlo luego de que los investigadores locales hagan sus estudios”.
Cuando la gente ve lo que hacemos en Australia “nos pregunta si eso se puede llevar a Uruguay. La respuesta es que sí, se puede llevar, pero yo lo llevaría primero a las personas que trabajan científicamente con estas cosas y después a los productores”.
En INIA como en la Facultad “están al tanto de lo que se hace en otras partes del mundo, está al tanto de lo que se hace en Australia y están completamente al tanto de lo que yo estoy haciendo, y si no llegó a Uruguay es porque hay algún motivo, por ejemplo otras opciones mejores. Las alternativas que sirven para otros lugares del mundo no tienen por qué ser la mejor alternativa para Uruguay”, planteó.
“Cada región, cada lugar tiene sus soluciones, entonces los productores uruguayos tienen que basarse en la investigación nacional, hay que tener fe en los investigadores uruguayos. Yo les tengo fe” subrayó.
Concluyó señalando que tiene muy buen contacto con colegas uruguayos. “Trabajé 12 años con INIA y estoy en contacto con la gente de investigación de pasturas. Ellos saben lo que yo hago, intercambiamos especies, hemos hecho mejoramiento de especies”, contó. Además, Real publicó, con técnicos de INIA, principalmente Rafael Reyno, Javier Do Canto y Marco Dalla Rizza, un artículo científico con los resultados de varios años de investigación.
Modificaciones en el régimen de precipitaciones en Western Australia
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