El proyecto Fénix es una iniciativa deportiva que busca que las personas privadas de libertad, en la cárcel de Las Rosas de Maldonado, se reinserten en la sociedad. Además, se trabaja en pos de eliminar el consumo de drogas dentro y fuera de la cárcel a través de acompañamientos constantes.
A fines de agosto de 2019, a partir de una inquietud del Ministerio del Interior y la Unión de Rugby del Uruguay, se comunicaron con el Club Lobos de Punta del Este para consultar si había personas interesada en desarrollar un proyecto deportivo en la cárcel de Las Rosas. Fue entonces que entrenadores y exjugadores del equipo comenzaron a concurrir dos veces por semana a la cárcel.
A estas instancias organizadas le llamaron proyecto Fénix, al que adjudicaron el objetivo de la reinserción socio-laboral de las personas privadas de libertad a través del rugby como herramienta. Gonzalo Mieres, entrenador del Club Lobos, dijo a La Mañana que se trata de un modelo que emula lo que hacen Los Espartanos en Argentina, quienes hace más de 13 años están con un proyecto de estas características.
Con el correr del tiempo el equipo de voluntarios vieron el desamparo que vivían los chicos al salir de presión y decidieron dar seguimiento y contención a quienes salen del centro penitenciario.
Los entrenadores practican con el equipo dos veces por semana con la colaboración de un profesor del penal, quien está capacitado para realizar la entrada en calor. A su vez, hay un encargado de deporte que también es de Las Rosas y “creyó en el proyecto desde el minuto cero, dándonos todo el apoyo que se puede dentro de sus capacidades”, dijo Mieres.
En ese sentido, explicó que la población carcelaria es complicada en cuanto a que existen diversas limitaciones. Sin embargo, sostuvo que con personas que entienden el objetivo y que apoyan el proyecto se han ido abriendo algunas puertas.
Más allá de la población masculina de la cárcel de Las Rosas, el proyecto Fénix trabaja con mujeres privadas de libertad, con las que se practica rugby y fútbol, aunque no aún con las mismas condiciones que los varones. “No funciona igual que los hombres porque ellas no tienen acceso a la cancha, no pueden salir de un patio interno, entonces es más complejo”, explicó el entrenador.
Aseguró que se está trabajando para que puedan salir a la cancha. Comentó que, al principio, las prácticas eran mixtas, pero se hizo inviable. “Después de la pandemia, cuando retomamos, disociamos eso porque no estaba funcionando para ninguno de los dos lados”.
Estar presentes en el afuera
Según expuso Mieres, a nivel nacional, en los penales ya se trabaja con programas como estos debido a que se están viendo los resultados positivos. “No somos los primeros que empezamos con este proyecto, pero lo llevamos más lejos en cuanto a la contención una vez que salen de la prisión, ya que cuentan con un grupo de contención por fuera de su entorno”, señaló.
Dijo que eso hace que puedan alejarse del lugar donde suelen encontrarse con las drogas, que es el mayor problema en la vida de delincuencia y lo que los llevó, en la mayoría de los casos, a estar presos.
Al salir del penal cuentan con el equipo de Fénix como apoyo y una casa en el barrio La Capuera, donde los chicos que están listos para independizarse pueden ir allí, convivir entre ellos y tener una casa propia, mantenerla limpia, ordenada, lejos de lo que era su entorno.
“Esto genera diversos resultados, por ejemplo, hay algunos que están funcionando muy bien, otros que no, que recayeron en el consumo y volvieron a sus barrios originales. Pero son numerosos los resultados positivos”, expuso Mieres. Dijo que ese motivo los estimula a avanzar y pulir el proyecto, sobre todo en el exterior de la cárcel.
La lucha contra el consumo
El entrevistado señaló que dentro de la cárcel son más fáciles los controles del consumo de drogas. Incluso se cuenta con un pabellón dentro del penal, en el que realizan instancias de acompañamiento y se les hace controles, “el que da positivo no puede participar”, comentó el entrenador. “Es por esto que dentro de la cárcel tienen mucha más contención y control, pero una vez que salen en el desafío más grande”, resaltó.
Vinculado a esto, Mieres relató que, muchas veces, salen en libertad con la autoestima muy baja a una sociedad que no los recibe con los brazos abiertos. Aunque diversas personas se acercan al proyecto para darles ayuda y una oportunidad de trabajo. “Cuando empiezan a trabajar, en general, lo hace muy bien, con mucho entusiasmo y ganas”, relató el entrevistado.
El problema llega cuando al tener más confianza y dinero recaen en las drogas y pierden el contacto con el grupo de contención. “Pero con la mayoría seguimos en contacto, muchos están remando con el tema del consumo, otros están pudiendo sostener su trabajo, están muy bien y recomponiendo vínculos”.
Recientemente, el equipo de Fénix tuvo una reunión con la Dirección de Adicciones de la Intendencia de Maldonado con la intención de generar un grupo de contención para personas que están trabajando, ya que los actuales son de 9:00 a 10:30 horas y coincide con el horario laboral. “Nos abrieron las puertas, nos escucharon y a fin de mes abrirán un grupo especial de apoyo”, señaló.
“La mayoría de quienes salen no vuelven a delinquir, pero si no tuvieran el apoyo que tienen, en poco tiempo estarían robando de nuevo, porque se quedan sin trabajo por consumir, entonces se quedaron sin recursos y a partir de ahí es todo un espiral”, explicó Mieres.
Más allá de Las Rosas
El proyecto Fénix cuenta con unos 55 voluntarios que se dividen en diversas áreas: rugby en el sector masculino de la cárcel; el rugby y fútbol en el sector femenino; en el barrio Kennedy con talleres de capacitación, y en un container en el que reciben las donaciones de quienes colaboran con el proyecto, en donde se vincula con toda la población del barrio, locación en la que, a su vez, se da catequesis en el salón parroquial, y rugby para niños y adolescentes del barrio.
En esta línea, Mieres relató que una de las patas más importantes y de mayor valor que tiene el proyecto es el desarrollo espiritual de los chicos. Los pilares son educación, trabajo, deporte y espiritualidad, “sin ninguna de ellas las otras no avanzan ni funcionan”, indicó.
“Generamos buen vínculo con el padre Nicolás Gastaldi, que durante dos años estuvo en el Kennedy y nos dio un gran apoyo, comenzó a ir al penal todas las semanas y nos ayudó con la comunicación para aumentar la cantidad de voluntarios y actividades”, detalló el entrevistado.
Del rugby a la vida
El rugby, en particular, es un deporte que tiene algunas características que son especialmente buenas para el trabajo con las personas privadas de libertad; una es la disciplina, otra la resiliencia: el caerse y levantarse una y otra vez. Otra es el espíritu de compañerismo, estar dedicado todo el tiempo a ver qué utilidad se puede tener en el equipo.
Constantemente, quienes trabajan en defensa o ataque, necesitan del 100% del equipo. Como es un deporte en el que el pase es únicamente hacia atrás, es muy difícil y lento avanzar, y la defensa del otro equipo está totalmente dispuesta en una sola línea, como barrera, “es un muro de gente que hace que sea muy lento el avance, como en la vida, y es muy fácil perder lo que fue ganado”, explicó el entrenador.
Algo muy importante es el respeto al juez, quien es la única voz autorizada y los demás se someten a sus decisiones, esté en lo correcto o no. “Cuando empieza el partido están todos de acuerdo que el juez es el que va a impartir justicia. Jugar callado y no reclamar es una de las cosas que más les cuesta”.
Lo mismo pasa con el respeto al rival, sin el que el juego sería imposible. Como es un deporte en el que cualquier formato físico es útil y suma. “Eso hace que se empiece a despertar y desarrollar la confianza entre ellos que deriva en amistad muchas veces”.
Fénix: recuperar valores para una vida en libertad
En este momento, dentro del penal se está trabajando con unas 60 personas privadas de libertad. Los Fénix en libertad que siguen en contacto son unos 20, de los cuales la mitad está con trabajo y recuperaron sus vínculos. Otra parte está con problemas de consumo, pero no recayeron en delito y siguen en contacto, “estamos tratando de ayudarlos con el nuevo instrumento planteado a la Intendencia”, agregó Mieres. Un 25% del total está desvinculado del proyecto y alguno ha recaído en delito, hecho que lo llevó a estar nuevamente preso.
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