El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al fetiche, en una de sus acepciones, como “veneración excesiva de algo o de alguien”. Perfecta definición. Esta cita de la RAE viene a cuento por cuanto si hay algo que enloquece a los liberales es el voto, su gran fetiche, su poción mágica para todas las situaciones. Cual de un mago se tratara, el voto ciudadano soluciona todo, salvo el estado del tiempo o las enfermedades. No voy a ingresar en el laberinto de Rousseau, a quien jamás entendí, pero la realidad –al menos para quienes quieran verla– nos está indicando que el voto ha sido superado por otros factores económicos, sociales, raciales (recordemos el desastre de la descolonización de África al estilo liberal) y que por ende cada día pesa menos en los caminos que adopta una sociedad, fundamentalmente en sociedades de claro subdesarrollo material, educativo y cultural. Obviamente no estoy hablando de Gran Bretaña, Países Bajos, Dinamarca, Canadá, Australia, Irlanda y otros, estoy hablando de nosotros, los “sudacas”, sobrenombre que si bien es despectivo creo que hemos hecho méritos para tenerlo.
Veamos lo que ocurre en Perú. En un proceso que no voy a detallar porque se refiere a normas peruanas, el presidente Castillo fue destituido al parecer por haber intentado un autogolpe de Estado. En consecuencia, asumió la vicepresidenta cuyo mandato vence en el año 2026. Pero… se quieren adelantar las elecciones –faltaba más– para el 2024 o para este mismo año. ¿Alguien piensa seriamente que un país fraccionado políticamente e inestable puede encontrar alguna solución a sus tremendos problemas porque las elecciones se adelanten? Solo un ingenuo o alguien muy liberal roussoniano. Recordemos asimismo el caso de Bolivia. En un confuso episodio. Evo Morales, que pretendía ser reelecto una vez más, fue expulsado del Gobierno y hasta del país, llamándose a elecciones casi de inmediato, que se demoraron un poco por la pandemia de Covid, pero al fin llegaron. Llegó el bálsamo que supuestamente cura todo y ¿qué sucedió? No él, pero sí el partido del propio Morales volvió al poder y –¡oh curiosidad!– la presidenta interina está hoy privada de libertad, eufemismo para no decir presa. De locos, para decirlo gráficamente.
Por tanto, no hay otra solución para nuestros pueblos hispanoamericanos que dejar de lado los fetiches y que de una buena vez por todas nos eduquemos mejor, revirtiendo el aculturamiento que cada vez nos va ganando más terreno. Y para eso se necesita mucho más que el voto ciego, ignorante o retribuido monetariamente.
Dr. César Eduardo Fontana
TE PUEDE INTERESAR: