La Catequesis del Buen Pastor (CBP) acompaña la vivencia espiritual de los niños de 3 a 12 años de edad, fundamentándose en la Biblia y la Liturgia. Se basa en los principios de la visión del desarrollo del ser humano de María Montessori y busca ofrecer a los niños la oportunidad de conocer a Jesús el Buen Pastor en un ambiente preparado que se lo denomina atrio.
Esta catequesis se inició en 1954 por el impulso de la alegría de los niños, satisfaciendo la exigencia vital más esencial: el amor. Así nació la “Associazione Maria Montessori per la Formazione Religiosa del Bambino” en Roma, Italia, fundada por Sofía Cavalletti y Gianna Gobbi.
En aquel año, Cavalletti era una biblista destacada a la que le llevaron unos niños que no querían hacer catequesis, por lo que utilizó sus conocimientos de la Biblia para ayudarlos a entender juntos lo que dice la Palabra. Cuando fueron a buscar a los chicos, estos no querían irse. Ella decía que la alegría de los niños en los ojos y las ganas de quedarse fue lo que la motivó a preguntarse qué debía hacer con eso.
En ese momento ella no sabía nada de niños y conoció a Gobbi, que era especialista en infancias y de la pedagogía de María Montessori. A partir de allí comenzaron a trabajar juntas y lo hicieron durante 60 años.
Actualmente en Uruguay –y desde 2018 con mayor empuje– existen diversas capillas y colegios que comenzaron a utilizar la CBP como su única manera de que los más chicos conozcan a Dios y sus mensajes. De cara a este hecho es que se vienen formando a catequistas locales para que puedan desarrollarla. En Uruguay aún no existen formadores, por lo que estos llegan desde diversos países latinoamericanos para las jornadas de cursos.
Por estos días, se estuvo formando a catequistas en la CBP en la capilla Stella Maris de Carrasco, a cargo del Padre Jairo Benegas. En esta ocasión vinieron María del Carmen Puchulu (Argentina) y Adriana Henao (Colombia) y La Mañana tuvo la oportunidad de dialogar con ellas y conocer más sobre el trabajo que se realiza.
Pedagogía Montessori
La CBP está fundamentada en la pedagogía Montessori. Lo que se busca es el encuentro entre Dios y el niño, y ayuda a que el catequista conozca al niño, sepa las exigencias vitales de cada etapa del desarrollo para ver cómo, desde el potencial religioso que el niño tiene, se puede responder a ellas desde el encuentro con Dios.
Se unen esos dos pilares, uno es llevar el encuentro con la pedagogía y, el otro, que el niño se conozca, pueda controlar su cuerpo, darse espacios de escucha y silencio. “Se busca tener un espacio de trabajo de serena alegría y aprender a escuchar la palabra de Dios”, relató Henao.
Ese espacio propicio se denomina “atrio”, que no se trata de un aula escolar o un sitio de instrucción religiosa, sino que es un lugar de culto, y donde el trabajo del niño se convierte en un coloquio con Dios. Allí se debe facilitar el silencio para meditar en las enseñanzas de la Biblia y la Liturgia con materiales adecuados para la edad infantil que permiten profundizar en el mensaje con actividades personales que implican observación e interacción.
Puchulu dijo que cuanto más chico es el niño, más pura es la relación con Dios, ya que está “menos contaminado con otras cosas”. Agregó que lo que más necesita el niño a edades tempranas es amor y protección, algo que encuentra en Dios. “No es que necesite amor porque le falte, sino porque él también está lleno de amor, entonces busca relacionarse con Él”, explicó.
Aclaró que después de los seis años esa característica del niño no se pierde, sino que van cambiando las necesidades.
Los niños convencen a los padres
“Hay que cambiar un poco la cabeza, porque al principio cuando se habla de catequesis con niños de tres años y que se llega hasta los 12 años, a las personas les cuesta entenderlo, pero cuando empiezan, son los mismos chicos los que no quieren dejar de venir esas dos horas por semana”, relató Puchulu.
Henao expresó que se están rompiendo paradigmas porque “venimos acostumbrados a ir al templo a pedir un servicio, como la comunión, el bautismo, matrimonio, y esta catequesis es un proceso para iniciarse en la fe, pero poco a poco, en una pedagogía en espiral”.
Cuando dicen que es un proceso que va paso a paso, todavía los adultos no logran identificar cómo es, incluso los mismos sacerdotes y obispos no logran conocer lo suficiente como para decidir hacer el proceso. “Sin embargo, como ese es el trabajo de Dios, ‘Él va escribiendo recto en las líneas torcidas’”, aseguró.
En Uruguay, la parroquia Stella Maris ha podido implementar ese proceso y los padres están empezando a conocer y entendiendo que los niños van a tener un encuentro con Jesús. “Aún falta porque sigue siendo más importante el inglés, la natación, el fútbol, pero es importante que sepan que el desarrollo integral también es espiritual”, señaló Henao.
Más allá de las infancias
La CBP tiene tres niveles, con niños de tres a seis, de seis a ocho y de nueve hasta los 12 años. Sin embargo, las Hermanas de la Caridad de la Hermana Teresa de Calcuta han adoptado esta catequesis como única en todo el mundo y la utilizan también con ancianos.
“Nos hemos dado cuenta que estamos formando para llevar la práctica a los niños, pero el primer formado y transformado es el mismo catequista. Entonces, hay muchos que toman el curso y no siguen con los niños, pero entienden que en ellos ha habido un cambio por conocer a Jesús de la manera más simple y sencilla, desde su propio niño”, explicó Henao
Para aplicar esta catequesis se necesita un ambiente propicio porque es un lugar de encuentro, por lo que debe estar listo para que el niño tenga su espacio de trabajo. Se necesita un adulto preparado que lo guie, que sepa cuándo estar y cuándo retirarse, que le dé el anuncio, y además un material específico para responder.
Con los niños de tres a seis años se trabaja la parte sensorial; con los de seis a nueve, la mente más razonadora; lo mismo para los niños más grandes. “Entonces, esos tres pilares: ambiente preparado, adulto preparado y material, es lo que se precisa y lo que estamos trabajando cuando formamos a los adultos”, explicaron las entrevistadas.
Derribando mitos
Debido a los materiales que se necesitan para llevar a cabo la CBP, a veces se entiende que solo se puede aplicar en sitios de alto poder adquisitivo, sin embargo, las Hermanas de la Caridad lo utilizan como único método, “ahí está la respuesta sobre si es un mito o no que hay que tener dinero”, dijo Puchulu. “Cada lugar genera el material con lo que puede, habrá algunos atrios con materiales más caros, pero en realidad se pueden hacer con cualquier cosa. Es más, se pide que los mismos catequistas elaboren las cosas, ya que así se internalizan con ellas”, agregó.
En los cursos que se están dando estos días en Stella Maris, hay estudiantes de Colón, Aguada, del Borro, y se están formando para llevar la catequesis a sus zonas. “En Santa Fe (Argentina), que es donde vivo, hay dos villas miseria que durante mucho tiempo en los atrios los chicos no tenían mesa, solo bancos y era donde se apoyaban, hasta que les llegó una donación. Es decir que se puede hacer de cualquier manera”, dijo la entrevistada.
Por su parte, Henao aseguró que algunos catequistas piden a su comunidad lo que les sobra en las casas como maderas, cartones. “Se vuelven recicladores para poder ir armando el atrio. No se necesita tener el lugar preparado de una vez, se puede ir de a poco”, sostuvo.
Catequesis del Buen Pastor en Uruguay
La CBP está presente en Montevideo en parroquias como Punta Carretas, Stella Maris, en colegios, en Colón, Melilla, y en los departamentos de Cerro Largo, Soriano y Salto.
¿Cómo ser parte?
Montessori, Cavalletti y Gobbi se dieron cuenta observando al niño de que, en él, desde la más tierna infancia, existe la posibilidad de encuentro con la trascendencia, que él tiene la capacidad de conocer y de leer entre líneas. “En el niño hay un potencial religioso y este está vivo desde que es muy pequeño, se han observado cómo se manifiesta, y por eso queremos responder para que la relación con Dios nazca desde la primera infancia”, explicó Henao.
Para lograr responder y llevar esto al mundo es que las dos formadoras que están en nuestro país trabajan arduamente dando cursos en diversos puntos de la región.
Sugirieron que quienes estén interesados en conocer esta iniciación cristiana pueden comunicarse con la parroquia Stella Maris o remitirse a la página web de Acoforec, www.acoforec.com, para saber qué cursos hay. Si alguien se comunica desde Uruguay será derivado con Teresa Zerbino, que es quien recibe las consultas en nuestro país.
En Uruguay se ha brindado la CBP a unos 400 chicos, pero con los colegios se llegó a los 1.000. “Empezamos en el 2018 con los atrios, unos cuatro o cinco. Con la pandemia vimos la necesidad de comenzar con la modalidad álbum porque no podíamos estar presenciales, y eso multiplicó el número de chicos”, relató Zerbino a La Mañana.
En la parroquia Stella Maris tuvieron la participación de 150 niños solo de álbumes, pero hubo unos 1.300 en colegios (Sagrada Familia y Providencia). También hay grupos en Salto, Melo y Soriano.
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