Tengo la fortuna de recorrer el mundo cubriendo eventos deportivos y siguiendo a los equipos y las selecciones de Uruguay. Una pregunta recurrente en el país en que me encuentre es: ¿cómo hacen?, ¿cómo lo logran?, ¿de dónde salen tantos talentos con tan poca población?
El fútbol uruguayo tiene muchas particularidades. A menudo me cuestiono qué pasaría si todos aquellos que critican determinadas situaciones, lograran modificar esa supuesta preocupante realidad.
Voy a rescatar algunas de las críticas sobre nuestro fútbol.
1) Solamente hay dos clubes grandes, se hace aburrido, ganan siempre los mismos.
2) En el baby fútbol los padres (y madres) molestan, presionan y no dejan a sus hijos divertirse.
3) En el fútbol infantil y juvenil se prioriza el ganar ante lo lúdico.
4) Hay demasiados clubes en una sola ciudad de apenas un millón y medio de habitantes.
5) Nos conformamos con ganar campeonatos locales, quinquenios, clásicos.
6) Los vestuarios y las tribunas de las canchas chicas carecen de comodidades razonables.
Estos son apenas algunos de los postulados de los detractores de nuestro balompié.
La primera reflexión que se me ocurre podría ser “menos mal, si no fuese así, capaz tendríamos ocho estrellas mundiales en vez de cuatro en la camiseta celeste, 30 Copas América en las vitrinas y nuestros clubes grandes habrían sido seis veces campeones del mundo –y no solamente las que los consagraron como los primeros tricampeones mundiales del siglo XX–”.
Pero ironías aparte, me gustaría hacer algunas observaciones con respecto a los seis reclamos detallados.
- Sobre el aburrimiento como excusa para luego “no le ganamos a nadie” se responde viendo las tablas de posiciones de los países de primer mundo del fútbol. En España, si no sale campeón Real Madrid, sale Barcelona. En Francia es PSG solo salvo excepciones; en Alemania es Bayern Munich y en Italia fue Juventus nueve años seguidos y también están Inter y milán como hace décadas. O sea, campeonatos donde se sabe cuáles pueden salir campeón no es excusa de nada.
2 y 3) Sobre padres y exigencias de ganar a los niños es un tema delicado. Obviamente los padres pueden ser molestos y negativos. También es cierto que hay valores importantes además de ganar, para enseñarles a los más chicos. Ahora bien. Si somos un país sin dinero para competir y con poca población, podría ser una de las explicaciones de tantos éxitos el saber sobreponerse desde pequeños a exigencias desmedidas.
Yo creo que Obdulio Varela, el “Tito” Goncalvez, el “Peta” Ubiña o, más acá en el tiempo, Luis Suárez o el “Ruso” Pérez lograron lo que lograron porque de chicos aprendieron que debían sobrevivir a esa locura que se formó en torno a sus años de formación. Creo que eso que a simple vista “hace mal”, al final “hace bien” y nos han permitido generar futbolistas capaces de hazañas imposibles.
4) La cantidad de clubes en una misma ciudad no parece haber impedido todo lo que ya reseñamos de un fútbol claramente campeón del siglo XX, fruto de una serie de triunfos internacionales inigualables.
5) No se conforman con ganar en lo local, es lo que pueden ganar. Si los clubes uruguayos no ganan torneos internacionales es porque tienen planteles de 20 millones contra los que ganan copas con planteles de 200 millones en Sudamérica o 1.000 millones a nivel mundial. Es ese el tema, ni más ni menos.
6) Sobre vestuarios y tribunas incómodas. Han venido de Asia, Europa a ver lo que pasa acá. Se preguntan: ¿Cómo hace Uruguay? ¿Cómo surgen tantos buenos futbolistas? Han filmado partidos de Baby fútbol y juveniles. En broma digo que habrán tomado apuntes como “una ducha para 30, ventanas rotas en invierno, falta agua caliente”. ¿Será que luego informan que para generar un Valverde, un Araujo o un Darwin deben sugerir quitarles las comodidades que gozan en el primer mundo?
Por supuesto que todo es relativo y los extremos nunca son lo mejor. Pero creo que somos demasiado críticos con nuestro fútbol y nuestras carencias y a veces ellas son nuestro mejor aliado.
No digo de generar carencias, pero no parece posible que un país de tercer mundo pueda tener canchas, vestuarios, tribunas para 700 clubes del interior y 100 de la capital, para 800 clubes de baby fútbol con 5 o 6 categorías cada uno como sucede en Europa, USA o algún país petrolero y entonces lo que nos falta es lo que nos hace fuerte. Al menos eso dicen los resultados que se obtienen.
En el siglo XX quedó claro y no lo voy a reiterar en detalle que a nivel de selecciones y de clubes, nuestro fútbol fue el campeón. Los números son incuestionables.
Pero en el siglo XXI, con cierta razón, algunos podrían sugerir que todos los reclamos que he tratado de minimizar nos impedirían reiterar conquistas.
En ese caso es que no voy a redundar con el verdadero motivo por el cual los clubes no van a volver a repetir viejas glorias.
Pero hay que recordar que en este siglo, a nivel de selecciones juveniles, Uruguay ha jugado dos finales del mundo juveniles (sub-17 en 2011 y sub-20 en 2013), obtuvo el oro panamericano en 2015, ganó el sudamericano sub-20 en 2017. La selección mayor ganó la Copa América 2011 nada menos que en Argentina, eliminándolo antes de la final. Ha sido el mejor del continente en dos de los cuatro últimos mundiales, llegando a semifinal en 2010, eliminando a Inglaterra e Italia en 2014, a Portugal de CR7 en 2018, etc.
Por su lado, antes de que los millones de dólares influyan, los clubes uruguayos han ganado dos de las seis libertadores sub-20 disputadas a través de Nacional en 2018 y Peñarol en 2022; fueron subcampeones Liverpool y Defensor mientras que River fue bronce.
Podríamos hacer las cosas mucho mejor, seguramente. Pero el único punto mejorable que visualizo podría traer nuevos triunfos al Uruguay sería el encontrar petróleo y que Peñarol y Nacional puedan vender menos, reforzarse con estrellas mundiales y que retornen a ganar las copas que tantas veces alzaron.
Este fútbol uruguayo tan semiamateur tiene sus grandes futbolistas, sus técnicos expertos, sus dirigentes honorarios, su periodismo exigente y sus hinchas apasionados.
Parecería que tenemos un fútbol a contramano de lo que hacen los demás.
Pero como dice una bandera: COPAS SOBRAN, LO QUE FALTA ES VINO…
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