Nacionales
15 de noviembre de 1970
“Murió Haedo, y con él también un estilo”. Así despedía La Mañana al expresidente del Consejo Nacional.
Nacido en Mercedes, cursó estudios universitarios que pronto abandonó para dedicarse al periodismo (sus primeras colaboraciones se publicaron en La Mañana) y a la política. Fue docente de literatura e historia nacional y fue tanto diputado como senador por su natal Soriano. Militante desde muy joven en las filas del Partido Nacional, acompañó al Dr. Luis Alberto de Herrera en las más duras campañas políticas, hasta culminar con el acceso al poder en 1958. En esa oportunidad le tocó ocupar los más altos cargos de gobierno, incluida la Presidencia del Consejo Nacional. Sin embargo, su ámbito natural fue el Parlamento y, sobre todo, la tribuna callejera. Orador vigoroso, de lenguaje directo y claro, inflamado siempre por una ardiente pasión nacionalista, tenía la virtud de electrizar a las multitudes,
haciéndolas vibrar con la evocación de la historia patria, de la tradición partidaria, de la epopeya de los caudillos, de las sombras ilustres de los grandes muertos de su colectividad política.
No se puede analizar la trayectoria de Haedo buscando esquemas ideológicos inalterables o rígidas consecuencias programáticas, porque ese mundo abstracto no era el que correspondía a su concepto de la política. Para quienes leyeron “La caída de un régimen”, sus aparentes contradicciones tenían una fundada explicación, como la tiene el carisma de los caudillos y la versatilidad de las muchedumbres. Así y todo, supo quedarse solo, sin descender a la amargura, ni a la diatriba ni al rencor. Del mismo modo que su herrerismo, defendió su hispanismo, su nacionalismo, también su búsqueda en el campo de la historia rioplantense y su invariable devoción por las glorias del Paraguay, su americanismo enraizado en el indio y en el conquistador. Haedo siempre tuvo el valor de no ceder en sus convicciones, aunque esa actitud pudiera prestarse a falsas interpretaciones; como cuando siendo parlamentario se opuso de manera firme a la instalación de bases estadounidenses en nuestro país mediante su gran oratoria que primero volcó al Senado y luego al público. Otro ejemplo es su posición frente a Gabriel Terra en cuyo gobierno ocupó el Ministerio de Instrucción Pública y que le mereció siempre una sincera y explícita admiración. Durante su tiempo en el cargo impulsó la creación de la Ley de Derechos de Autor, la creación de la Facultad de Humanidades, la fundación de la Revista Nacional y la puesta en marcha de la Comisión de Bellas Artes y el Salón Nacional. Destacado americanista y claro en su visión de cómo unir los países hispanos, promovió los Cursos Internacionales de Vacaciones para el intercambio cultural y educativo de Iberoamérica. En 1938 logró reunir en Montevideo a las tres poetisas más importantes del continente, Juana de Ibarbourou, la chilena Gabriela Mistral y la argentina Alfonsina Storni, quienes asistieron a un curso organizado en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo. Las tres musas de América no tenían amistad entre ellas y al concluir la jornada los periodistas procuraban una foto del histórico momento y las poetisas no se mostraban muy favorables a ello. Haedo, como Ministro de Instrucción Pública, tuvo que venir y pedirles que se sacaran la foto. “Señoras, hay que sacar una foto, sino, ¿cómo justifico yo ante el Parlamento los costos de estos cursos?”, dijo él para lograr una instantánea que retrató el auge cultural que alguna vez tuvo nuestro continente.
También publicó numerosos estudios y ensayos sobre historia y política: “El Partido Nacional frente a la situación”, el antes mencionado “La caída de un régimen” (publicado en dos tomos), “La Ley de derechos de autor”, “La creación de la Facultad de Humanidades”, “La defensa de la soberanía”, “Las relaciones diplomáticas con España”, “Artigas y San Martín”, “El Uruguay y los empréstitos extranjeros” y “El Río Uruguay”. Por su trayectoria como legislador e impulsor del americanismo recibió condecoraciones en Brasil, Perú, Chile, España, Italia, Bolivia y Paraguay, como así mismo el título de Doctor “honoris causa” de la Universidad de San Marcos de Lima.
Vuelve Perón a Argentina
Regionales
17 de Noviembre de 1972
“Hoy a las 11 regresa a su Patria Juan Domingo Perón”, con este titular La Mañana destacaba la vuelta del líder argentino a su país luego de 17 años de exilio.
A las 11:15 Perón descendió la escalerilla del avión de la aerolínea Alitalia precediendo a su esposa Isabel Martínez, Jose Rucci le cubrió con un paraguas y el viajero se introdujo en el tercer vehículo de la caravana, un Torino último modelo, color crema, con techo negro. Muy despacio, los vehículos comenzaron a desplazarse hasta el sector ocupado por “los 300”, que reclamaban a viva voz por el saludo del líder. Ya frente al comité de recepción, la puerta del auto se abrió, saliendo del mismo Isabel Martínez y tras de ella Perón. Vestía un traje oscuro, camisa blanca y pañuelo blanco en el bolsillo del saco. Protegido por la lluvia por el paraguas sostenido por Rucci, Perón cumplió con el saludo de rigor, levantando primero su mano derecha, sonriendo y saludando. Después, en gesto clásico, levantó ambas manos por sobre su cabeza, se dio vuelta, y volvió al auto.
Frente a las declaraciones del actual presidente Alejandro Agustín Lanusse sobre que a Perón “no le da el cuero para venir”, el movimiento y el país recibe otra vez a su líder.
Asesinato masivo en Guyana
Internacionales
18 de Noviembre de 1978
“Muerte colectiva: la mayor de la era”, así titulaba La Mañana la noticia sobre el suicidio colectivo forzado de miembros de la secta Templo del Pueblo en Guyana. A punta de pistola, el “Reverendo” Jim Jones junto a varios guardias obligaron a los integrantes, entre ellos adultos y niños, a ingerir cianuro mezclado en bebidas, lo que causó la muerte colectiva de 909 personas, según fuentes oficiales. Esta secta fue fundada en 1955 en Estados Unidos por Jim Jones, en base a una mezcla de su visión de la iglesia pentecostal y a sus creencias políticas, siendo él mismo parte del Partido Comunista de Estados Unidos, al cual renunció cuando los otros miembros comenzaron a criticar al líder Soviético Joseph Stalin. Evocando el antiracismo, Marx, Mao y a Jesús, obtuvo adeptos y apoyo de políticos locales, pero luego de la ardua presión de la prensa debido a las denuncias de abusos y torturas, Jones decidió irse a Guyana donde compró tierras y creó la colonia “Jonestown” donde según sus palabras lograría el “paraíso socialista” y “un santuario”, que en verdad se regía como un campo de trabajo soviético o gulag, teniendo guardias (llamados Brigadas Rojas) que patrullaban día y noche para evitar que la gente se escapara. La visita del congresista Leo Ryan junto a una delegación a Jonestown, desencadenó la matanza por parte de Jones y sus guardias, quienes viendo como algunos miembros de la secta deseaban volver a su país con Ryan, mataron a cinco integrantes de la delegación (incluido Ryan) y al siguiente día argumentando que “vendría el apocalipsis” y que el “anti-cristo es el capitalismo”, el “Reverendo” Jim Jones forzó el mayor suicidio colectivo sectario de la historia contemporánea.