“Primero te ignoran, luego te ridiculizan, después te atacan, y entonces ganas”.
Mahatma Gandhi
La parte más esperada del mensaje del presidente Lacalle Pou frente la Asamblea General el jueves pasado fue sin dudas la referida a la rebaja en el IRPF y el IASS. A pesar de que terminó siendo sustancialmente menor a lo que se había dejado entrever días antes, el alivio impositivo fue un paso en la dirección correcta. En efecto, la medida recoge dos de los cuatro puntos del documento que Cabildo Abierto presentara hace un año a las autoridades del Ministerio de Economía, en el contexto de una serie de medidas fiscales que se venían planteando desde hacía ya dos años.
El presidente también anunció una serie de medidas de apoyo a las micro y pequeñas empresas, reconociendo que se trataba de un planteo de “alguno” de los miembros de la coalición, refiriéndose claramente –aunque sin nombrarlo explícitamente– al partido liderado por el senador Guido Manini Ríos. En verdad resulta difícil no haber registrado los permanentes reclamos de Cabildo a favor de un régimen tributario que discrimina contra el trabajo nacional y las pequeñas y medianas empresas; un sistema urdido hace más de veinte años y que aún no hemos logrado erradicar.
Los Durán Barba de cabotaje se deshacen en esfuerzos para subestimar la importancia de los planteos del novel partido, acusándolo de “perfilismo”. Pero cualquiera que lo analice cuidadosa y objetivamente podrá apreciar que más que una estrategia electoral, Cabildo Abierto exhibe un acertado pensamiento estratégico en beneficio de los sagrados intereses de la Nación. Lejos de ser populistas, las propuestas son realistas, propias de un liderazgo bien ubicado en el tiempo y en el espacio, consciente de las limitantes de nuestro país y siempre vigilante de los intentos de captura por parte de intereses creados.
Cabildo fue el primero en advertir, casi en solitario, del incipiente atraso cambiario y de una política monetaria que solo terminaría agravando la situación. Hoy ya la situación es inocultable y prácticamente no queda nadie fuera del reducido círculo del equipo económico que se atreva a defender la política que lleva adelante el BCU. Cabe recordar que en ocasión de la emisión especial de Derechos Especiales de Giro (DEG) por parte del FMI, fue el Ec. Kenneth Coates quien, desde las páginas de La Mañana, recomendó utilizar el incremento de reservas para cancelar al menos parte de los onerosos pasivos en pesos que acumula el banco central, abriendo así un espacio fiscal para apoyar a las pymes y otros sectores muy afectados por la pandemia. Por supuesto que le salieron al cruce raudamente, no sea cosa que se desarmara la tan rentable transacción favorecida por JP Morgan y Blackrock, el dúo maravilla de la Unidad de Deuda. Tan rentable es esta transacción que el año pasado le tiene que haber costado al balance del BCU entre intereses y pérdida cambiaria no menos de mil millones de dólares: el equivalente al costo de 20.000 soluciones habitacionales para familias viviendo en asentamientos. Pero de esto no se puede discutir…
Algo similar ocurre con las obras de infraestructura, especialmente las referidas al riego multipredial y al transporte ferroviario de mercaderías, obras en las que Cabildo considera más apropiado destinar recursos fiscales antes que continuar subsidiando al enésimo supermercado, shopping o zona franca. No en vano, este tipo de obras fue uno de los principales reclamos de Alfredo Lago, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, durante su discurso el lunes en ocasión de la inauguración de la cosecha.
Hoy algunos ponen en tela de juicio que la bancada de Cabildo en la Cámara de Diputados no acepte a “tapa cerrada” la reforma en la seguridad social. Pero ya durante la discusión en la Cámara Alta el senador Methol llamó la atención sobre la liberación de los topes de inversión en el extranjero a las AFAP, lo que abriría la puerta a una exportación de capital que consideramos altamente inconveniente por varios motivos. Por un lado, no hay dinero para cerrar la malla ferroviaria, hacer grandes obras de riego o terminar con los asentamientos. Pero en aras de una “diversificación” de pacotilla, sí estará bien financiar todo eso en Colombia, Chile, Paraguay o quizás también, en un futuro no muy lejano, Venezuela. Los mismos que hace 20 años nos aseguraban que el Banco de Montevideo era “investment grade”, lo que permitió regalarle los depósitos del Banco Caja Obrera, son los mismos que hoy desde lo alto nos dicen que no hay nada que preocuparse de inversiones que serán supervisadas por un organismo aún no definido y que funcionará por fuera de la órbita del BCU. Extrañábamos el We are fantastic!
Mientras tanto no advierten que el mundo se adentra en una guerra sobre la cual los grandes intereses depositan grandes esperanzas para reflotar una economía global con crecimiento anémico. Durante la Segunda Guerra Mundial algunos oportunistas locales expresaban su felicidad por el boom de exportaciones, sin advertir que los pagos se acreditaban en libras esterlinas que nunca cobraríamos. Así nos pagó Albion por los servicios de los ciceroncitos locales en favor de la libertad y la república. De tal manera que en lugar de haber seguido de corrido con la obra del Dr. Gabriel Terra en Rincón del Bonete para construir Salto Grande y Palmar, tuvimos que esperar tres décadas más. En su lugar compramos ferrocarriles viejos y adquirimos para ANCAP el derecho a producir brandy con marca “Cognac”. Todo como contrapartida de los alimentos enviados al Reino Unido y Francia respectivamente, que como consecuencia de la guerra se habían quedado sin industria de exportación de bienes de uso civil. Ergo, las reservas se fueron erosionando mediante el mecanismo de “represión financiera” tan bien definido por Carmen Reinhart.
Hoy OPP no nos permite endeudarnos para hacer obras de riego, terminar la malla ferroviaria o dar un impulso significativo a la construcción de viviendas que permita terminar con los asentamientos. A esto se suman normas del BCU que restringen con severidad extrema las posibilidades de ofrecer crédito a familias –que de a poco van cayendo presa de bandas de prestamistas circulando en moto y cobrando interés diario– y a la producción uruguaya, pero que habilitan que el ahorro nacional quede colocado en títulos de bancos del mundo desarrollado. Eso también es riesgo, pero parecería que éstos no están adecuadamente medidos en el manual de del supervisor bancario, que parecería diseñando por los operadores de las puertas giratorias.
Como explica el economista chileno Aldo Madariaga en su libro “Resiliencia neoliberal”, no podemos esperar de las instituciones construidas por los arquitectos del neoliberalismo se comporten en beneficio de la Nación; sería un oxímoron. Es por ello que una vez más reclamamos la convocatoria al Consejo de Economía Nacional, institución prevista en nuestra constitución justamente para poder articular problemas de naturaleza estratégica como los anteriores. Aquellos que circulan por la región propagandeando el valor de las “instituciones uruguayas” fingen no recordar la existencia de los artículos 206 y 207 de nuestra Carta Magna. Se nota que a los “think tanks” locales les agradan las instituciones, pero seguramente solo las que vienen de afuera, o aquellas fácilmente controlables por los sucesores modernos de Lampedussa y Cicerón.
Mientras tanto, como expresó el senador Domenech, Cabildo Abierto se seguirá “tragando los sapos” para garantizarle estabilidad al gobierno. El problema se presentará si es que empiezan a aparecer sapos venenosos.
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