Para defender sus políticas de austeridad, Ángela Merkel invocaba durante la crisis del 2008 a la schwäbische Hausfrau, expresión que en castellano significa “ama de casa suaba”. Pero, así como la excanciller alemana no era ni ama de casa ni suaba, tampoco las reglas de administración del hogar pueden trasladarse linealmente a la gestión de una zona económica con casi quinientos millones de habitantes y realidades muy disímiles. Ocupada en impartirle lecciones de moral económica a la Nación griega y con un enfoque propio del libro de economía doméstica del Crandon, luego de tres lustros la excanciller dejó a Alemania con un triste legado de dependencia no experimentado desde los años del Plan Marshall.
Hoy en Uruguay se apura la discusión sobre una reforma de la seguridad social que hasta hace sólo pocos meses no se divisaba dentro de la agenda de prioridades de la coalición de gobierno. La urgencia llama la atención, ya que la reforma comenzará a tener efecto recién dentro de diez años y prevé un período de transición de veinte. Ante la falta de consenso de una reforma tan sustancial, ¿qué sentido tiene sacarla a las apuradas? Todos los estudios de opinión indican que es altamente impopular, lo que sin dudas pone en riesgo la próxima elección, a lo que se agrega que el Frente Amplio prometió derogarla en caso de acceder al gobierno. ¿Será que esta urgencia por la reforma es una jugada de un complejo ajedrez electoral? ¿O será que el apuro pasa por algunas cláusulas concretas y que nada tienen que ver con la solvencia intertemporal del sistema jubilatorio?
Lo cierto es que el proyecto de ley incluye algunos artículos, de efecto inmediato, que liberarían ciertas restricciones que tienen las AFAP en el manejo del ahorro de los uruguayos. Nos referimos concretamente a la posibilidad que las administradoras aumenten sus inversiones en el exterior, y a la sustitución del BCU en su rol de regulador de estas inversiones para sustituirlo por una nueva agencia que se crearía a dichos efectos. Más Estado, mayor dilución de responsabilidades.
El equipo económico esgrime al principio de diversificación como principal argumento en favor de liberar la exportación del ahorro nacional. “Poner los huevos en diferentes canastas”, expresa la ministra de Economía. Este, en efecto, es un argumento sensato tanto en la administración de inversiones como en la de un hogar. Pero la administración de la economía y la defensa del interés nacional no pueden quedar reducidas a argumentos que simplifican una realidad mucho más compleja que la de un texto introductorio de economía. De lo contrario podríamos caer en los mismos errores de Angela Merkel que, siguiendo su intuición “suaba”, dejó a su país prácticamente de rodillas ante la falta de energía.
En este contexto el argumento de la diversificación esconde algunos matices conceptuales. En primer lugar, el mismo es válido para instituciones que no tienen pasivos, como es el caso de los fondos de inversión. Este no es el caso de un fondo de pensión, que si bien no registran en su contabilidad los pasivos con sus pensionistas, estos son muy ciertos. Prueba de ello es que cuando los fondos acumulados por las AFAP no alcanzaron para pagar las jubilaciones de los cincuentones, fue el Estado quien se tuvo que hacer cargo de la diferencia. De modo que si el Estado es garante implícito de cualquier error que puedan cometer estas instituciones privadas, lo lógico es que estas inviertan en su gran mayoría en bonos del mismo Estado. Antes que la diversificación, la estrategia dominante en cualquier institución de intermediación financiera es “calzar” activos con pasivos. Esto lo sabe cualquier bancario.
El segundo error conceptual es no advertir que, para el Estado, sus propios bonos son el verdadero activo libre de riesgo, por lo que el argumento de diversificación ni siquiera calificaría. Intentar diversificar este riesgo exportando capital iría en la dirección contraria de reducir los riesgos, dejando al Estado más dependiente de los mercados internacionales de capital. ¿No observan en Colonia y Paraguay lo que está ocurriendo en los mercados internacionales? Si Credit Suisse pudo caerse como un piano, ¿quién nos puede garantizar que en aras de esta diversificación no estemos arriesgando innecesaria e inoportunamente el ahorro de los uruguayos? ¿O queremos seguir aumentando nuestra dependencia de los poderosos Jamie Dimon y Larry Fink?
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que siendo un país satélite en el área dólar, cuando Uruguay coloca fondos en el exterior lo hace a la tasa pasiva, mientras que cuando se endeuda lo hace a la tasa activa, generando rentas a favor del sistema financiero mundial que pagamos todos nosotros. En la medida que logremos evitar este “carry-trade en reversa”, como el del BCU, el país tendrá un ahorro fiscal importante. Es claro que JP Morgan y Blackrock se van a quejar y le susurrarán al oído a las calificadoras, al FMI y a funcionarios con poco apego a la cuestión nacional. Pero esto es parte de ese gran juego mundial en que está inmerso nuestro país. No es arriando banderas que nos vamos a defender.
Podríamos seguir ahondando con argumentos económicos que apuntan en contra de esta venturosa propuesta de gestión de los fondos de pensión. Sin embargo, nuestro principal cuestionamiento es de naturaleza filosófica: el ahorro de los uruguayos debe tener como destino prioritario la inversión nacional. Nuestro país necesita millonarias inversiones en vivienda, riego, carreteras, vías ferroviarias, y agua potable, entre tantas otras cosas. Mientras no logremos financiarlos, no podemos permitir que se apruebe una medida que permita exportar el escaso capital de que disponemos. Nos dicen que se implementarán “estrictos” controles, pero solo de ver cómo es que funcionan los de la COMAP, nos otorgamos la licencia para dudarlo.
Al menos en su recetario, la Sra. Merkel acudía a ese ser nacional representado por la mitología germánica. Los uruguayos no podemos permitir que en el nuestro se nos cuele una receta en favor de intereses foráneos. Cuando a Cabildo Abierto se le acusa de no cumplir, en realidad lo que se está dejando en evidencia es que la nueva fuerza política está cumpliendo con la razón de su existencia: sacudir al país de esos intereses enquistados que vienen dominando al Estado y la Nación por décadas.
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