El tonto dice “no pongas todos tus huevos en una canasta”, lo que no es más que otra forma de decir “dispersa tu dinero y tu atención”; pero el sabio dice “pon todos tus huevos en una canasta y no le quites la vista de encima”. (Mark Twain, 1894).
La polémica que hoy se genera en torno al destino de los ahorros captados por las AFAP (Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional) lleva a enfocar la posible motivación de quienes abogan por aumentar el porcentaje permisible de activos externos en el total de los fondos bajo administración.
¿La propuesta se debe a que ya es difícil identificar dentro del país destinos apropiados para estos fondos, o es que el rendimiento de las colocaciones actuales se considera insuficiente y por tanto se busca en el exterior oportunidades que puedan elevarlo?
Para empezar, conviene notar que en la actualidad las AFAP ya están autorizadas a invertir en activos externos hasta un máximo del 15% de los fondos captados, siempre que éstos cumplan con ciertos requisitos de calificación, como ser bonos soberanos o de organismos internacionales. Este tope ya ha sido alcanzado.
O sea, lo que está en discusión es una ampliación de la participación de estos valores en la cartera y alguna variación en su naturaleza que abarque nuevas categorías actualmente excluidas (fondos mutuos y fondos de inversión cotizados – ETF).
Déficit de inversión doméstica
Medido en pesos, el activo consolidado del fondo de ahorro previsional creció en promedio anual durante 2018-22 al 10,8%. Equivale a un monto acumulado cercano a los US$ 20 mil millones, que crece cada año con los nuevos aportes y resultados obtenidos para configurar un monto considerable a invertir. Pero también son considerables las necesidades de inversión en nuestro país para promover el crecimiento, desarrollo y empleo.
Ello lleva a una pregunta básica: si el nivel de ahorro interno tradicionalmente ha sido un factor limitante de la inversión doméstica del país, ahora que finalmente se está corrigiendo esa restricción, ¿tiene sentido exportar estos ahorros?
Quizás fuera mejor buscar nuevas formas de darle participación al sector privado en los megaproyectos de infraestructura que tanta falta le hacen al país; áreas como el riego, el tránsito en masa, erradicación de asentamientos, para mencionar solo algunas posibilidades. Seguramente habría oportunidades de financiamiento por parte de las AFAP.
Mientras un 56% de los fondos están colocados en valores públicos nacionales (gobierno central y BCU), solo un 23% ha ido al sector productivo nacional. Ya sea abriendo las empresas del Estado al capital privado o promoviendo las sociedades público-privadas, deberá buscarse nuevos canales para que dichos fondos puedan potenciar la economía nacional a la vez de ir corrigiendo el excesivo rol del Estado en la cartera.
Los cisnes negros
Con relación a la colocación externa de los fondos AFAP, una primera preocupación que surge es en cuanto al riesgo que ello incorporaría a la cartera de activos. Tratándose del ahorro de los uruguayos, ninguna preocupación es excesiva. La teoría de la diversificación de carteras de inversión se basa en que la inclusión de productos financieros no correlacionados puede elevar el rendimiento medio esperado de la cartera y a la vez acotar su volatilidad.
Pero se trata de un enfoque probabilístico, donde no hay método infalible para estimar riesgo y retorno para cada tipo de inversión. Por ello se habla de “cisnes negros”1 para describir eventos y desenlaces que nadie esperaba. ¿Quién se imaginaba la pandemia, la invasión rusa, los bancos que no se prepararon para enfrentar el alza de tasas?
Con la incertidumbre política y financiera de hoy, con bloques geopolíticos que confiscan activos y niegan accesos a sistemas internacionales de pagos, ¿quién se anima a colocar fondos de proyecto en países donde no respetan las más básicas reglas del juego?
El sesgo doméstico
Es justamente esta desconfianza de lo que está fuera de nuestro conocimiento y control que contribuye al concepto de sesgo doméstico (“home bias”) en materia de inversión. Uno invierte más tranquilo en lo que conoce, tanto en materia de actividad empresarial como en el ambiente jurídico, impositivo, laboral, etc. en el cual deberá llevarse a cabo la actividad.
Poner una parte importante del ahorro previsional en manos de experimentados administradores de carteras fue una idea acertada. Los bancos locales, tanto públicos como privados, aceptaron el desafío. Hasta ahora lo venían haciendo bastante bien. Pero de pronto resulta que los administradores locales recomiendan colocar una parte adicional de los fondos en jurisdicciones externas en manos de otros administradores.
Los fondos mutuos (FM) y ETF (“exchange-traded funds”) son exactamente eso: carteras de inversiones financieras temáticas que se van formando con los aportes de fondos de inversores y gestionados por administradores profesionales. El inversor en FM retira su posición según su participación en la cartera, mientras que el inversor en ETF adquiere y liquida su posición según la cotización de la acción en bolsa.
Da la casualidad que Blackrock, la mayor empresa mundial de administración de activos, cotiza quinientas ETF y cuatrocientos fondos mutuos en Wall St. Con US$ 11 trillones (millones de millones) de fondos bajo administración, si fuera país sería el tercero mundial por el tamaño de su PBI, equivalente a los de Japón y Alemania juntos.
Asimismo, Blackrock es el principal accionista (delegado por sus inversores) de los cinco bancos más grandes de los EE.UU. y otros tantos europeos. Impresiona ver tanto poder concentrado en una empresa. Es tal la complejidad de sus actividades que nada extrañaría encontrarla inadvertidamente de ambos lados del contador.
1 El resto del mundo desconocía la fauna autóctona de Australia hasta su “descubrimiento” en 1606.
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