Se confirma la crisis bancaria y para su superación hay que entender sus verdaderas causas. El colapso de los bancos del que hemos sido testigo es el resultado de situaciones de cada institución y tiene sus raíces en los llamados problemas regulatorios.
La crisis bancaria originada en EE.UU. ha generado turbulencias en los mercados financieros globales. Si bien es fácil encontrar situaciones puntuales en cada una de las instituciones que tuvo problemas, cabe preguntar cuáles fueron las verdaderas. Alcanza con hacer un análisis agudo del contexto y de la realidad regulatoria para entender la existencia de orígenes más profundos y estructurales. Las crisis financieras nunca terminan siendo situaciones aisladas y siempre es un condicionante la realidad regulatoria que permite o no determinado axioma a nivel de las instituciones.
Los argumentos más superficiales y sencillos están del lado de aquellos que defienden la suba de las tasas de interés como medio para contener la inflación. Abundan quienes afirman que las turbulencias bancarias no son motivo para detener el endurecimiento de las tasas de interés. De esta forma se ha justificado que la Reserva Federal de EE.UU., el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra sigan reforzando su política sin atender las alertas de los mercados financieros, dando por entendido que se trata de debilidades materiales individuales de cada caso.
Pero la posición anterior está excedida de simplismo. Viendo crisis financieras anteriores como en los años 80 y en el 2008, se vuelve necesario realizar un análisis de la regulación y la salud de los sistemas financieros, si se quiere entender la situación actual y orientar las medidas.
En una reciente entrevista realizada a Walker Todd –experto financiero y referente de la FED, con gran experiencia en la investigación financiera–, este analiza en profundidad el sector bancario de EE.UU. y destaca varios problemas que impulsan estas crisis recurrentes. El principal de ellos sería la profunda transformación en el capitalismo conocida como la “financiarización de todo”. Esto implica procesos de flexibilización y menos regulación que permite que los ejecutivos corporativos desplieguen estrategias y acciones desmedidas en la búsqueda de ganancias a corto plazo a través de actividades riesgosas. De esta forma explica que la crisis es grave y que los niveles de riesgo que se asumen a nivel de los bancos pueden compararse con un juego de azar en un contexto donde las medidas de políticas monetarias de suba de tasas de interés afectan los patrimonios de los bancos y generan situaciones que no solo inciden en la credibilidad de estas instituciones sino en la del sistema financiero en su conjunto.
La mayor flexibilidad bancaria lleva a situaciones de mayores riesgos y pérdidas en los niveles de control e información, lo que lleva a que las instituciones se hagan vulnerables ante la diversidad de situaciones. Sin dudas las crisis ya pasadas son un buen aprendizaje y la realidad es que los procesos de capitalización y rescate bancario son costosos para todos y los pagan todos.
La salud del sistema financiero tiene una raíz importante en la regulación y en las medidas de política monetaria que tiendan a la estabilidad económica y la del sistema. Hoy la problemática financiera no es un tema superado, por el contrario, se siguen dando los sucesos, pero falta que muchos de los que tienen que tomar medidas hagan una revisión a conciencia de sus mismas decisiones.
En un momento en el riesgo de la inflación parece estar más bajo control, y el riesgo de recesión viene en aumento, sería conveniente poner un freno a la suba de tasas de interés. Pero la realidad es que solo la regulación podía haber evitado los niveles de riesgo que los bancos han asumido. Muchos economistas de referencia, hasta los que defendían procesos de liberalización luego de las ultimas crisis han pasado a argumentar a favor de reguladores integrales y duros. Hasta se puede destacar que el mismo FMI se ha pronunciado al respecto afirmando que la misma evolución del sistema financiero genera nuevas amenazas sobre su estabilidad y se necesitan regulaciones que vayan de la mano y que atiendan los nuevos riesgos y la realidad de los mercados. Si bien el riesgo siempre existe, puede mitigarse y controlarse.
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