La Coalición Republicana gobernante fue el resultado de tres hechos o circunstancias políticas determinantes: a) la consolidación del liderazgo de Lacalle Pou en el Partido Nacional; b) la participación del Dr. Sanguinetti para articular su armado; y c) la aparición exitosa del partido Cabildo Abierto en el escenario electoral.
Sobre esa base se forjó un acuerdo o coalición electoral y de gobierno, que se formalizó con la firma del “Compromiso por el país” en el que el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente asumieron la obligación de cumplir en caso de alcanzar el triunfo.
Todos los firmantes, en concordancia, seleccionaron los problemas concretos que se debían abordar en el eventual gobierno, sin que se llegase a determinar su definición a través de un concreto articulado.
De tal modo que quedó configurada no sólo una alianza electoral, sino también una coalición de gobierno, para llevar a cabo los puntos del programa comprometidos en forma obligatoria, sin que en todas las otras áreas de la problemática nacional los partidos firmantes tuvieren la obligación de coincidir.
En un principio, a alguien se le ocurrió llamar al acuerdo “coalición multicolor” para evitar decir “blanqui-colorada” que era tanto como cerrar las puertas a otros partidos, pero la designación correcta es la de “Coalición Republicana “, a lo que el conglomerado frenteamplista no puede acceder al estar integrado como fuerza mayoritaria al día de hoy por el Partido Comunista que, obviamente, no es republicano.
Las divergencias parciales que se han mostrado con motivo de la reforma del sistema de previsión social dieron lugar a distintos comentarios y hasta acusaciones de incumplimiento de compromisos asumidos contra Cabildo Abierto por no aceptar monolíticamente el proyecto preparado por el Dr. Saldain.
A este respecto, el general Manini ya ha expresado que su propósito es el de mejorar el proyecto para facilitar su defensa ante lo que ya está anunciando el Frente Amplio, que asegura modificarlo o sustituirlo por otro a su gusto y sazón.
Las fundadas divergencias de Cabildo Abierto, ya anunciadas y consideradas imprescindibles de su parte, ni son un palo en la rueda ni una medida extorsiva que busca resultados en temas ajenos al proyecto en sí mismo.
Naturalmente que, en el logro de un acuerdo superador, con los vaivenes propios de toda negociación, se hicieron concesiones recíprocas que en particular el Partido Colorado ha tomado con visible malestar.
No hay ninguna razón para ello; hoy Cabildo es la segunda fuerza de la coalición y merece ser atendido. Por el contrario, los colorados, que se han dividido en Ciudadanos por un lado y Batllistas por otro –ambos sectores de menor caudal electoral que CA–, plantean sus discordias y tienen trancado el proyecto de tenencia compartida, pero nadie los acusa de pretender fracturar la Coalición gobernante.
Por supuesto que estas divergencias menores, en una coalición de gobierno que funciona perfectamente sin que sus integrantes pierdan la individualidad, es para regocijo del frenteamplismo que desea una ruptura de esa fuerza electoral y tiene la esperanza de un bloqueo en la reforma previsional que no pudo alcanzar en la reforma educativa.
Causó estupor que ayer mismo saliera la exintendenta de Montevideo, Ana Olivera, cuya pobrísima gestión municipal es inolvidable, a pedir que el proyecto vuelva a Poder Ejecutivo, sin que se pueda saber por qué ni para qué.
Lo cierto es que la reforma del sistema previsional se va a aprobar por este gobierno que no teme asumir su costo político dada su insoslayable necesidad.
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