¡Que desastre mama mia!,
las cosas que hay que aguantar,
en este mundo nuevo,
no se pa’donde ir,
estoy desubicao,
si parezco un finado,
obligado a vivir.
Tango “Desubicao” compuesto por Ernesto “Titi” Rossi con música de Héctor Varela
La reforma jubilatoria que está a milímetros de aprobarse, y que al cierre de esta edición cuenta con media sanción, no es una ley cualquiera, por más que tomemos como parámetro la pirámide del jurista Kelsen. Ya que esta clase de leyes pertenecen a aquellas que necesariamente requieren de amplios consensos políticos.
Trabajosamente, como era de esperar a priori, se forjaron los acuerdos requeridos para obtener su sanción. Cabildo Abierto hizo sus sustanciosos aportes, típico de un partido que no es meramente testimonial, ni decorativo, como lo viene plasmando desde su génesis.
Eso parece molestarle de sobremanera a los que su mediocridad e inconsistencia no les ha permitido despegar en el amplio espectro de partidos políticos. Hay siete con representación parlamentaria. Cuando quien encabeza el séptimo partido en nivel de votación, que no tuvo votos suficientes como para acceder al Senado de la República, tilda al senador Domenech de “advenedizo”, parece una verdadera proyección, de sí mismo, al decir de los freudianos.
Por ello, referirse a Guillermo Domenech, un connotado escribano, abogado, productor rural en San José, es un nacionalista a carta cabal (¡nacionalista de verdad!). Pregona su hispanismo y su catolicismo practicante, y lo exterioriza de forma militante como el que más. No tiene cola de paja de su pensamiento real ni de sus más acendradas convicciones.
Es admirador del más genuino pensamiento de Luis A. de Herrera, al cual contrapone con las agendas globalistas en boga. ¡Nadie, en su honesto juicio, podrá osar de catalogar a Domenech de políticamente correcto! Dice lo que piensa, y no se viste con ropas ajenas, presumiendo de una ideología que no tiene… ergo, ¿quién es el advenedizo?
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