El día señalado para la beatificación corresponde con el aniversario del fallecimiento de Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay y tendrá lugar el próximo sábado 6 de mayo en el Estadio Centenario de Montevideo. Esto me trae a la memoria, un 7 de mayo de casi 35 años atrás, cuando asistí junto a mi familia a la misa que se celebró durante la segunda visita del papa Juan Pablo II a nuestro país, que también se llevó a cabo en este lugar emblemático, que representa la unión y la identidad nacional de Uruguay.
La llegada del papa Juan Pablo II a Uruguay fue un momento histórico para el país y para la Iglesia católica. Durante su visita, el Papa se reunió con líderes religiosos, políticos y civiles, y celebró misas en Montevideo y en otras ciudades como Melo, en Cerro Largo. Su mensaje de paz y unidad resonó profundamente en la sociedad uruguaya y aún resuena en mí la canción cantada a una sola voz por todo el Estadio, “un nuevo sol se levanta sobre la nueva civilización que nace hoy… una patria más justa y más fraterna, donde todos construyamos la unidad, donde nadie es desplazado, porque todos son llamados,…lo sabemos el camino es el amor…”.
Sin embargo, es importante destacar que fue durante la primera visita de Juan Pablo II en 1987, que el Papa se desplazó hacia la Catedral Metropolitana de Montevideo para visitar la tumba del Monseñor Jacinto Vera. Aquella visita suya será recordada por la misa multitudinaria que celebró en la explanada de Tres Cruces. En su homilía destacó que nuestra “patria nació católica. Sus próceres se valieron del consejo de preclaros sacerdotes que alentaron los primeros pasos de la nación uruguaya con la enseñanza de Cristo y de su Iglesia, la encomendaron a la protección de la Virgen, bajo la advocación de los Treinta y Tres…”.
Jacinto Vera es uno de estos forjadores de nuestra génesis y es conocido como el “cura gaucho” debido a su vida y trabajo en nuestro interior profundo. Nacido en Uruguay en 1813, se crio en una familia humilde y aprendió a trabajar la tierra desde temprana edad. Aunque su familia no era particularmente religiosa, Vera sintió la vocación desde joven y decidió convertirse en sacerdote.
A lo largo de su vida, Jacinto Vera trabajó incansablemente para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del medio rural, se preocupaba especialmente por su educación y se esforzó por crear escuelas rurales donde los niños pudieran aprender a leer y escribir, así como también recibir una educación religiosa.
Mi casa ha sido sede de estas “misiones de campaña”, donde la religiosidad popular de la gente de campo, habla de una devoción, una forma de vida en medio de la naturaleza y un encuentro con Dios muy arraigado y profundo.
En el marco de la Misa Criolla, el primer domingo de la Expo Prado 2022, el cardenal Daniel Sturla manifestó con alegría que “confiamos en que el Santo Padre Francisco anuncie que tendremos un beato en la persona de monseñor Jacinto Vera”, y el aplauso de los que estábamos presentes colmó el galpón ante el anuncio.
Sturla presentó un boletín de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), con fecha del 15 de mayo de 1881, anunciando el fallecimiento del “ilustre jefe de la Iglesia nacional Don Jacinto Vera”. El folleto anunciaba que el acontecimiento “tuvo lugar en la sierra de Pan de Azúcar, en el desempeño de las constantes y frecuentes misiones apostólicas que hacía por la campaña. Si bien es cierto que el señor Vera era muy querido en esta ciudad de Montevideo, también es cierto que la sencilla gente de los campos le tenían por uno de aquellos santos, que según el Génesis subían y bajaban por la escala de Jacob, bajando siempre según su criterio a encargarse de las necesidades de los pobres habitantes de la campaña, y subiendo por medio de la oración para alcanzar el remedio a sus necesidades y el buen desempeño de sus peticiones”.
La ARU continuaba relatando que “sus palabras conmovían las conciencias más empedernidas, confundían con ellas a las gentes más impías y fácilmente fortalecía a los justos, alumbrando su entendimiento con la luz de los deberes sociales, y olvidado de su inmensa dignidad decía en los ranchos y en las enramadas la sublimidad de los mandamientos de la ley”.
En esa ocasión Sturla destacó que el primer obispo uruguayo, “explicaba en lenguaje sencillo y comprensible para la población rural las verdades de la fe”, y exhortó a “pedirle a Jacinto Vera por su intercesión, que nos conceda la gracia que más necesitamos y pidamos por este mundo rural que él conoció como campesino”.
Me consta la capacidad de interceder en favor de personas que rezan en su nombre, y que silenciosamente ha dado muestras de ello a quienes han pedido con fe que los acompañe en su camino de la vida, en especial a mi padre, que con gran devoción se encomendó a él y visitaba asiduamente su tumba de la Catedral de Montevideo.
Que el beato Jacinto, nuestro cura gaucho siga con su vida y obra recordándonos la importancia de comprender y apoyar a las comunidades rurales, y de trabajar para construir una patria más justa y equitativa para quienes viven en todos los rincones de su territorio.
Celebrando a Jacinto Vera
El próximo sábado 6 de mayo, la fiesta de la beatificación de Jacinto Vera se desarrollará sobre la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario, la apertura de las puertas será a las 13:00 horas. La convocatoria empezará a las 14:30hs con shows artísticos previos. Luego se prevé dar inicio a una oración colectiva, para posteriormente comenzar, a las 16 horas, con la celebración de la Santa Misa de beatificación. Más información: https://icm.org.uy/
En caso de lluvia el día sábado 6 a las 12 hs se dará a conocer el cambio de lugar por Radio Oriental y redes sociales de la Iglesia Católica del Uruguay
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