Actores políticos, politólogos y comunicadores intentan imponer desde hace tiempo la concepción que la ciudadanía se encuentra dividida en dos bloques con más o menos el mismo peso electoral. Esta visión tendría su expresión política en el Frente Amplio, por un lado, y en la Coalición Republicana por el otro. Abonando el terreno en su columna de El País, Francisco Faig va más allá y plantea que “hay que asumir de una vez por todas que son ellos o nosotros”, advirtiendo que cualquiera que intente relativizar lo que califica de “diferencia sustantiva” se transforma en un “Bambi republicano al servicio electoral del FA”.
El planteo es comprensible desde el punto de vista táctico-electoral y probablemente sea en parte también un esfuerzo por vertebrar un gobierno con necesidad de mayor claridad ideológica, como expresan en privado referentes históricos del propio Partido Nacional. “Desde 2005 hasta hoy hemos tenido administraciones de centroizquierda, incluyendo al actual gobierno”, sentenció hace poco más de un mes el Ec. Gustavo Licandro en una entrevista en el semanario Crónicas.
Corresponde recordar que estos maniqueísmos, que nos evocan el espectro de la CEDA de Gil-Robles, arriesgan la unidad de una Nación. En primer lugar, habría que preguntarse quiénes seríamos “nosotros” y quienes serían “ellos”. Cuando la discusión se plantea en esos términos tan simplistas se corre el riesgo de perder los rasgos de una realidad ciudadana mucho más rica. De todos modos, es verdad que de un tiempo a esta parte se otea una creciente fusión blanquicolorada, fórmula en la cual el partido de Rivera parecería cocinarse de a poco en un caldo preparado por su histórico y tradicional competidor.
En segundo lugar, corresponde destacar la falacia de composición del razonamiento. En varias ocasiones los partidos Nacional y Colorado han sumado sus votos en el Parlamento a los del Frente Amplio (FA). Solo a modo de ejemplo, blancos y colorados recurrieron al apoyo del Frente Amplio para extender la concesión de aeropuertos a la actual operadora. Por su parte, los cabildantes lograron apoyo del FA para aprobar ley que limitaba las áreas forestadas y que terminaría siendo vetada por el presidente Lacalle Pou.
En tercer lugar, mientras que el Frente Amplio es un partido constituido y que ha funcionado como tal por más de medio siglo, la Coalición Republicana es un agrupamiento electoral sin órganos formales; ni siquiera exhibe una mesa ejecutiva ad-hoc en la cual los líderes de sus principales partidos se sienten a discutir con regularidad. Esto no implica que haya que restarle importancia al instrumento electoral que resultó fundamental para reunir a la oposición y conquistar el Ejecutivo en las elecciones pasadas. Pero tampoco se puede pensar en construir un futuro alcanzable si no es sobre una comprensión realista del electorado. Y para ello resulta imprescindible ver cómo es que se ordena el sistema político detrás de un ideario político, económico, social y cultural.
En lo político, existen varios puntos de convergencia entre la visión blanquicolorada con las posiciones históricas del Frente Amplio, algo que se ha hecho notar en lo que respecta al “pasado reciente”. Concretamente, un decreto de fines de 2021 encomendaba a la Secretaria de Derechos Humanos para el Pasado Reciente investigar los hechos ocurridos “durante el quebrantamiento del Estado de derecho, ocurridos durante el período que transcurre entre el 13 de junio de 1968 al 26 de junio de 1973”, efectivamente haciendo lugar a la reivindicación de la izquierda de que los movimientos que se alzaron en armas lo hicieron contra una dictadura y no contra un gobierno constitucional. En ese caso fue solo con la intervención de Cabildo Abierto que se frenó la firma de un decreto que hubiera distorsionado la historia, barriendo con el esfuerzo literario del propio expresidente Sanguinetti.
En la visión económica tampoco se notan diferencias sustanciales entre la gestión económica actual y la del astoribergarismo. Esto quedó en evidencia durante el debate que los senadores Manini Ríos y Andrade mantuvieran a principios del año pasado. “El partido del senador llevó adelante, cuando fue gobierno, una política que se sigue aplicando hoy, que aparentando enfrentar al gran capital no hizo más que favorecerlo, poniéndose de acuerdo los sindicatos con los grandes empresarios de cada sector, pero dándole la espalda a los pequeños y medianos empresarios”, le dijo el líder cabildante al senador comunista. Hoy el Frente Amplio critica al gobierno por favorecer a los “malla oro”. ¿Dónde está la diferencia? En efecto, seguimos festejando inversiones extranjeras a las cuales les ponemos alfombra roja, pero lejos de “derramar”, terminan fundiendo cuanta pyme existe a su alrededor.
La política energética era una gran oportunidad para distinguirse del Frente Amplio, duramente criticado por un parque de generación eólica que aparentaba excesivo y obliga a UTE hasta el día de hoy a pagar por energía que no se necesita. Sin embargo, hoy la mira está puesta en un plan de desarrollo del hidrógeno verde que implica la construcción de un parque de generación renovable veinte veces más grande que el existente. Y si no logramos vender ese hidrógeno verde, ¿qué hacemos con toda esa electricidad? ¿Cómo pagamos las deudas contraídas en el proceso? ¿O alguien cree que el sector privado va a asumir los riesgos? Llegado el momento, se desempolvará un nuevo y generoso proyecto PPP, esa máquina de generar pingues rentas diseñada por el gobierno anterior, y que continúa siendo aplicada.
Esta realidad en el campo de las ideas abre un claro espacio electoral para una fuerza política como Cabildo Abierto, que intenta darle expresión a un desarrollo nacional con fuerte atención a lo humano y lo social. “En Cabildo Abierto tenemos el sueño de un país con la gente luchando por su propio esfuerzo, trabajando por su cuenta o en pequeñas y medianas empresas, cada una de las cuales dando trabajo a un puñado de personas. Pequeñas y medianas empresas, y trabajadores por cuenta propia, en la producción rural, en el comercio, la industria, los servicios, la actividad profesional. Ese es nuestro modelo”, expresó Manini Ríos durante el debate.
Afortunadamente para la democracia uruguaya, despunta en el horizonte una tercera visión de país, a la cual Cabildo Abierto le va dando forma. Esta es la vacuna que nos permitirá evitar caer en el peligroso mundo de “ellos” y “nosotros”.
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