Nacido en Estados Unidos, Pillalamarri se formó en derecho y se desempeña como escritor, periodista y analista. Entre otras ramas, se ha especializado en relaciones internacionales, seguridad global, geopolítica, derecho comparado, cultura e historia. En una entrevista que brindó a La Mañana, el experto conversó acerca de la política exterior estadounidense y su relación con la India en un panorama mundial complejo. En otro orden, desarrolló su opinión sobre el futuro de los Brics.
Recientemente escribió un artículo para The Diplomat en el que sugiere que la política exterior de Estados Unidos está alejando a India. ¿Podría explicar esto?
Creo que las prioridades de la política exterior estadounidense son muy diferentes a las prioridades de la India. Estados Unidos quiere que India sea un socio en la defensa del orden internacional actual, creado y ampliado por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, pero India es ambivalente al respecto. Un nuevo orden mundial multipolar beneficia a India tanto como beneficiaría a China, Rusia o Irán. India cree en el derecho internacional en la medida en que rige las interacciones entre los Estados-nación y las disputas territoriales, pero está en contra de otras cosas impulsadas principalmente por Estados Unidos y sus aliados europeos, como las sanciones unilaterales, la interferencia en otros países debido a los derechos humanos, entre otros.
Es decir que hay una diferencia en lo primordial de la política exterior.
Sí, pero también hay una diferencia en lo que Estados Unidos ve como su papel en el mundo, es decir, promover el libre comercio, los derechos humanos, con lo que otros países, incluida India, ven como una interferencia en sus asuntos. Esto se siente con especial fuerza en lugares como India y Brasil, que en realidad son democracias electorales funcionales, a diferencia de China. Los gobiernos que llegan al poder y las políticas que implementan son legítimamente apoyados por su pueblo. Entonces, cuando Estados Unidos critica esas políticas, muchos sienten resentimiento porque consideran que está tratando de frustrar los deseos populares del pueblo indio o brasileño.
Dejando de lado a estos grandes países, tomemos el caso de El Salvador, donde las acciones del gobierno electo para reprimir a las pandillas son ampliamente populares y aprobadas por la población, pero Estados Unidos las ha criticado por la falta del debido proceso y garantías procesales durante las represiones. Esto no es para justificar las ejecuciones extrajudiciales, pero la visión del mundo y el discurso sobre los derechos que tiene Estados Unidos no están sincronizados con lo que cree gran parte del mundo. Esto no quiere decir que la gente no valore la justicia, la libertad y los derechos. La mayoría de las personas valoran la justicia y la bondad en todo el mundo, pero la forma en la que esos valores se perciben y sopesan entre sí difiere en varios países, lo que creo que la política exterior de Estados Unidos frecuentemente no logra apreciar.
¿Cómo perciben los ciudadanos indios la política estadounidense?
Los ciudadanos indios, en su mayor parte, desconfían de la política exterior estadounidense. Muchos aspiran a emigrar a Estados Unidos principalmente por razones económicas. Estados Unidos tiene muchos inmigrantes indios, particularmente en los campos de la tecnología de la información y la medicina. Sin embargo, los indios, en su mayoría, no ven muy positivamente a ese país.
¿A qué lo adjudica?
Parte de esto se debe a la historia de la Guerra Fría, donde la India tenía vínculos más estrechos con la Unión Soviética, que generalmente apoyaba a la India, mientras que Estados Unidos tendía a ponerse del lado de Pakistán. Sin embargo, hay un problema más amplio ya que tanto el establishment de la política exterior india como los ciudadanos indios comunes no aceptan las premisas de la política exterior de Estados Unidos, o sea, que la política exterior debe basarse en valores, derechos humanos, una noción maniquea de buenos y malos países. Entonces, la moralización de Estados Unidos molesta a muchos indios, que de todos modos no creen que ese país esté siendo sincero, sino que utiliza la moralización como una tapadera para sus propios intereses cínicos.
¿Cuáles son las aspiraciones de India en el contexto actual?
India aspira a ser una gran potencia, su propio polo en un mundo multipolar, por lo que no le agradan las intimidaciones ni la idea de que debe alinearse con las prioridades estadounidenses en temas como la economía, el clima, los derechos humanos o incluso la seguridad en Asia, donde India y Estados Unidos tienen un interés común en contener a China. En última instancia, a pesar de que ambos son países democráticos, las cosmovisiones india y estadounidense están moldeadas por diferentes factores, e India quiere mantener su libertad de acción poscolonial. Se considera que Estados Unidos intenta impulsar sus propios intereses en India, a veces en detrimento de India. No es suficiente ver el mundo en términos puramente económicos y geoestratégicos, sino comprender las visiones del mundo y las aspiraciones e ideas que impulsan a las personas en otros países. Creo que la política exterior de Estados Unidos falla en esto y asume que, con suficiente libertad, todos en el mundo simplemente pensarán como estadounidenses y estarán de acuerdo con las posiciones estadounidenses.
¿Cuál es su opinión sobre el futuro de los Brics?
Los Brics son buenos como foro y como taller de conversación que representa un punto de vista no occidental. Tal vez si la moneda Brics propuesta llega a existir, podría tener un papel real en los asuntos internacionales. Pero creo que los Brics probablemente no serán mucho más que un foro de discusión.
¿Por qué?
Porque los países que representa son demasiado diferentes, demasiado separados geográfica y económicamente como para compartir una cosmovisión común o promulgar un plan de acción. Algunos países, como India y China, están en desacuerdo entre sí. Sudáfrica es un jugador menor en comparación con India, China y Rusia. Hace años que se habla del ascenso de Brasil, pero no parece que pueda convertirse en otra cosa que una potencia media, y está a dos continentes de Asia, donde está el verdadero poder. India, China y Rusia son todas grandes potencias asiáticas/euroasiáticas y son, según la mayoría de las métricas, tres de los cuatro países más poderosos del mundo –el cuarto es Estados Unidos–.
Creo que el desarrollo que realmente debemos observar es si las principales potencias euroasiáticas cierran filas entre sí para hacer retroceder a Estados Unidos. Esto no solo incluye a Rusia, China e India, sino también a potencias como Irán, Turquía y tal vez Pakistán o Indonesia, o quizás incluso Francia y Alemania. La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) podría ser un vehículo de este fenómeno. Esto no es para sugerir que estos países formen una alianza militar, por supuesto que no, no cuando China e India siguen peleando en el Himalaya.
¿Qué propone entonces?
Me refiero a que la OCS representará una especie de entendimiento sobre hacia dónde irá el sistema global, el papel y la naturaleza de las sanciones, el comercio, la diplomacia, la soberanía, todo muy diferente de lo que Estados Unidos está impulsando. Una moderna Liga de los Tres Emperadores o Santa Alianza, por así decirlo –esos fueron entendimientos entre las grandes potencias europeas en el siglo XIX sobre varios temas–. El hilo conductor de todos los países que he mencionado es que quieren más libertad de maniobra, algo que la política exterior estadounidense a veces no permite.
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