Apenas toma notoriedad la crisis del agua, desde tiendas frenteamplistas se centra la responsabilidad en no haberse realizado la represa de Casupá, pese a estar pronto el proyecto y obtenida la financiación del Banco de Desarrollo de América Latina (ex CAF). Dicen, correctamente, que al iniciarse este gobierno el presidente de la República decide no realizar la obra, o postergarla, a sugerencia de la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, persona del riñón del presidente, y a sugerencia también del director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Isaac Alfie, hombre de la plena confianza y cercanía del presidente. Más aún, es la ministra de Economía que comunica al banco la no utilización del crédito, aunque pide que no se cancele.
El Frente Amplio (FA) omite su propia responsabilidad al no haber hecho nada en sus tres gobiernos, en particular ante las reiteradas advertencias del senador y luego ministro frenteamplista Eleuterio Fernández Huidobro. Pero a los efectos de lo que podría interesar en esta columna, corresponde por ahora dejar de lado la responsabilidad frenteamplista.
Días pasados el FA institucionaliza el tema de la crisis del agua con la interpelación al Poder Ejecutivo. Y centra el tema en los ministros de los socios de la coalición, uno colorado y otro cabildante. El llamado al ministro de Ambiente, más allá que no tuvo arte ni parte en la decisión, es connatural al cargo, ya que es el responsable ante el Parlamento de las acciones del directorio de OSE. Pero el Ministerio de Salud Pública tiene un papel lateral y accesorio, como lo es controlar la calidad de todas las aguas, de las de OSE como las de las empresas embotelladoras privadas. No participó ni participa en ninguna decisión sobre perforaciones, represas, inversiones. Parecería que la única razón de su Llamado a Sala es su pertenencia a Cabildo Abierto.
Pero lo realmente importante es la omisión en interpelar a los reales responsables de la no realización de la represa de Casupá, todos los cuales confluyen en la figura del presidente de la República: la ministra de Economía y el director de OPP. Más aún, lo insólito es que el interpelante pregunta a los ministros de Ambiente y de Salud Pública por qué no se construyó la represa, decisión que no tomó ninguno de ambos ministerios, ni sus actuales titulares ni los anteriores. De todo esto surge la pregunta que hasta ahora nadie ha contestado, aunque fue hecha a senadores frenteamplistas por periodistas frenteamplistas: ¿por qué no se interpeló a la ministra de Economía para que concurra a dar explicaciones junto con el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto? Porque ellos dos, Arbeleche y Alfie, eran los únicos en condiciones de dar las reales respuestas de la decisión que ellos dos tomaron junto con el presidente de la República al instalarse este gobierno. ¿Por qué el Frente Amplio disparó contra los socios de la coalición y no contra el centro del gobierno?
Esta conducta es coincidente con lo actuado por la gran mayoría de dirigentes frenteamplistas en los días previos, con algunas pocas y relevantes excepciones. Cuando estalló la crisis en la Coalición salieron con fuerza, en voz altisonante, uno tras otro, a dar su apoyo al presidente de la República. Inclusive a sostener que es correcta la concepción hiperpresidencial, o la “presidencia napoleónica” como la calificó Mauricio Rosencoff. El FA sostuvo que el presidente manda y los ministros deben obedecer bajo pena de ser considerados en insubordinación o desacato. Para esa dirigencia frenteamplista los ministros no están en representación de partidos para construir la necesaria mayoría parlamentaria que exige la constitución; están para obedecer al presidente.
Desde el punto de vista institucional, la hiperpresidencialidad es un tema muy importante a discutir, porque va contra el republicanismo. Pero desde el punto de vista político coyuntural se observa con sorpresa este flamante amor del Frente Amplio hacia el Partido Nacional y hacia el presidente Luis Lacalle Pou.
¿Qué lo explica? Posiblemente la afinidad entre ambas partes en otorgar grandes exoneraciones impositivas y otros privilegios a las empresas transnacionales y a los grandes inversores; la coincidencia de unos y otros en que los impuestos lo paguen los trabajadores y las micro, pequeñas y grandes empresas; la coincidencia en haber dejado a los bancos y financieras el fijar a su gusto las tasas de interés que cobran a las familias y a los trabajadores que compran en cuotas. Quizás por ello es que para unos y para otros Cabildo Abierto es “la piedra en el zapato”.
TE PUEDE INTERESAR: