Francisco. 10 años del papa argentino. Damián Descalzo. EDICIONES FABRO. 2023. 108 págs.
De la mano de Damián Descalzo, abogado laboralista (UNTREF) con una maestría en Relaciones Internacionales por la Universidad de Bolonia, doctorado en Derecho constitucional y del Derecho de Trabajo por la Universidad de Salamanca, catedrático en universidades tanto de Buenos Aires como de San Isidro, autor de “Haciendo Justicia Juntos. Origen, historia y vigencia del modelo sindical argentino”, tenemos una excelente oportunidad para comprender la trascendencia de esta primera década de pontificado de Francisco.
Jorge Mario Bergoglio es no solo el primer papa latinoamericano, también es el primer jesuita en ser elegido como Obispo de Roma. También es el constructor de múltiples puentes en esta década, buscando la unidad a toda costa, lo cual, obviamente, no ha implicado enmudecer frente a lo que no se puede callar.
Asumió en condiciones excepcionales, por primera vez en seis centurias, su predecesor Benedicto XVI había renunciado, jaqueado por internas en la Iglesia católica que corroían las columnas de dicha institución.
El primer desafío implicó asumir: “Unidad no quiere decir uniformidad… que la unidad sea más fuerte que las fuerzas dispersivas o del arrastrarse de las viejas contraposiciones… Cristo es el centro unificador de toda la realidad… Amen siempre a la Iglesia. Amen y preserven la unidad de vuestra compañía. No dejen que su Fraternidad sea herida por divisiones y contraposiciones, que hacen el juego del maligno; ese es su trabajo; dividir siempre”. (Discurso ante los miembros de Comunión y Liberación, 15 de octubre de 2022).
Ya en este año afirmaba: “Jesús vino al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre. El diablo, en cambio, hace lo contrario; entra en escena para dividir a Jesús del Padre y apartarlo de su misión de unidad para nosotros. Divide siempre… Diablo significa ‘el que divide’, El diablo siempre quiere crear división”.
Descalzo, en una forma clara y documentada, sintetiza los cuatro principios de la labor teológica de Francisco.
El primero es “el tiempo es superior al espacio”. Esto es, hay que trabajar a largo plazo, sin la obsesión por resultados inmediatos. Por ende, hay que hacer prevalecer las convicciones y la tenacidad. Previene la tentación-tan común en la actividad sociopolítica- de privilegiar los “espacios” de poder en lugar de los “tiempos “del proceso. La evangelización siempre es a largo plazo.
El segundo es de meridiana claridad: “la unidad prevalece sobre el conflicto”. Claro que el conflicto existe, no puede ser ignorado o disimulado. Pero no hay que quedar atrapado en esa coyuntura. Los conflictos implican sufrimiento. Hay que resolverlo y transformarlo en un nuevo proceso.
El tercero es “la realidad es más importante que la idea”, hay una tensión bipolar entre ambos y aquí Francisco plantea que la realidad simplemente es, la idea se elabora. Propugna, entonces, un diálogo constante entre ambas partes para evitar que la idea termine separándose de la realidad.
El cuarto principio es entonces “el todo es superior a la parte”. Aquí la tensión se produce entre globalización y localización. Es imperioso valorarlo local y lo universal, pero cuidando no caer en extremismos. francisco afirma que hay que valorar las raíces y la historia de cada pueblo, pero teniendo una mirada abierta a lo universal. En definitiva, el todo es superior a la parte, es más que la parte y también es más que la mera suma de ellas. Es por eso que el papa sistemáticamente utiliza la metáfora del poliedro antes de la esfera para representar un modelo social, pues el poliedro refleja asimismo la confluencia de todas las parcialidades y a su vez las partes conservan su originalidad.
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