El exsubsecretario de Economía y exdirector del Banco Central del Uruguay (BCU), Javier de Haedo, dialogó con La Mañana y advirtió que los criterios ESG constituyen objetivos adicionales para la política económica, lo que puede llegar a generar ciertas complicaciones. Además, opinó sobre la decisión del gobierno de incursionar en el desarrollo del hidrógeno verde, y se refirió a los escasos avances del acuerdo con China: “Es una utopía lejana”, manifestó.
Usted ha insistido más de una vez en que la política económica tiene más objetivos que instrumentos. En lo que respecta a los llamados criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por su sigla en inglés), que tanto el BCU como el Ministerio de Economía y Finanzas y los bonos verdes van hacia ese camino, ¿no se podría pensar que atar las políticas ambientales a las políticas financieras, justamente, es un objetivo más a exigirle a los bancos centrales? ¿Eso no les quitaría flexibilidad? ¿No atentaría contra la salud del sistema financiero?
En primer lugar, yo creo que es una moda a nivel global, está dentro del mundo de lo políticamente correcto y Uruguay ha optado por adecuarse a esa corrección política global. Evidentemente, esto es algo que se mete en las políticas económicas, algo nuevo que antes no estaba presente. Y, con respecto a tu pregunta, sí, lo podríamos ver como que son nuevos objetivos adicionales, y que por lo tanto pueden complicar más las cosas, porque el set de instrumentos sigue siendo el que es. De hecho, tenemos un ejemplo cercano: Uruguay colocó un bono verde y lo hizo a una tasa de interés mucho más alta de lo que lo habría hecho si hubiera colocado unos meses antes un bono tradicional. Es decir, esa demora en salir con el bono verde implicó un costo mayor de tasa de interés porque ese proceso fue simultáneo a la subida de las tasas de interés en Estados Unidos. Por lo tanto, de algún modo, esto tendría que leerse como que si el país tenía ese objetivo y el gobierno estaba decidido a seguir adelante con él, por lo visto estaba dispuesto a pagar un cierto costo por hacerlo. Es así. Cuando uno en la vida tiene un objetivo, incurre en costos para alcanzarlo. Pero viéndolo de afuera, efectivamente, el objetivo del bono verde implicó un costo de emisión más alto.
¿Qué debería hacer Uruguay ante esto entonces? ¿Tendría que cambiar esta política?
Yo no digo qué debería hacer Uruguay, yo analizo las políticas del gobierno. Esa es una política del gobierno que me imagino que llegó para quedarse, porque no imagino que otro gobierno la vaya a cambiar, dado que, insisto, es lo que está de moda en el mundo, y los gobiernos por lo general siguen las modas.
Hace unos años usted coordinó un equipo de trabajo para la organización sin fines de lucro denominada “Propuesta Uruguay 2030”, que promovía el estudio de diversos temas claves como proyectos de infraestructura, de educación y de medioambiente a largo plazo, pensando justamente con un horizonte hacia el 2030. En particular, usted se dedicó a la propuesta para el área de infraestructura, a fin de que el sistema político pudiera contar con las conclusiones y resultados de dichas iniciativas.
Sí. Eso fue en el año 2013. Fue un trabajo que yo coordiné, para el cual subcontraté a destacadísimos profesionales en distintas áreas de la infraestructura. Fue un proyecto financiado por un empresario argentino que está radicado en el Uruguay y que de algún modo quería colaborar con el país, elaborando un estudio profesional, serio, para dejárselo como legado.
Después de haber trabajado en ese proyecto, ¿considera que es una decisión acertada que Uruguay incursione en el desarrollo del hidrógeno verde, como lo está haciendo actualmente para el transporte de carga pesada, en principio, a través de un plan piloto, teniendo en cuenta, por ejemplo, que Argentina va a tener excedentes importantes de gas natural en el yacimiento de Vaca Muerta?
Yo este tema lo he hablado con el ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini. El año pasado le hice una entrevista en el podcast “Nominal” (del Observatorio de la Coyuntura Económica de la Universidad Católica del Uruguay), donde él se explayó sobre ese asunto y la verdad es que me resultó muy sensato su planteo. Yo creo que está muy bien que Uruguay vaya por ese lado. Y en tu pregunta está incluido el tema de Argentina, pero yo, dados los antecedentes, trataría de no ser dependiente de lo que pueda pasar en el vecino país. Si finalmente el día de mañana resulta que Vaca Muerta es un fenómeno y hay una cantidad de gas impresionante, bienvenido sea, será una fuente alternativa para nosotros, pero será una fuente alternativa para nosotros como consumidores de energía. Lo del hidrógeno verde yo lo veo más para el otro lado, es decir, lo veo como una posibilidad de exportación considerable también.
Mucho se ha hablado de un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) con China que beneficiaría al Uruguay, entre otras cosas, a través de la baja de aranceles a nuestras exportaciones. Sin embargo, también exportamos software a Estados Unidos, por ejemplo, y la Ley de Ciencia y Chips (Creando incentivos útiles para producir semiconductores, por su sigla en inglés) en ese país, justamente, restringe varias actividades del sector tecnológico con China. En ese aspecto, ¿cree que podemos llegar a vernos afectados de alguna forma?
Yo creo que no, porque el acuerdo con China es una utopía lejana. La vida me enseñó que los puentes hay que encararlos cuando uno está a punto de cruzarlos y no ponerse a pensar en el puente que hay dentro de 600 kilómetros.
No lo ve para nada viable el TLC entonces.
No, no digo eso, digo que lo veo como una utopía lejana porque depende del acuerdo de nuestros socios, de Brasil, de Argentina, de Paraguay, entonces, está lejísimos eso.
Pero no lo ve para nada viable en este período.
No. ¡Por favor!
¿El gobierno se equivocó en anunciarlo desde un principio con tanta vehemencia?
No, no es que se haya equivocado. El gobierno hizo una manifestación de su propósito, que en el momento en el que lo planteó era positivo. Lo que pasa es que quizás pensó que sería más fácil hacerlo “por la suya”, es decir, sin los socios del Mercosur, y se encontró con la oposición de los socios. Pero, de todos modos, está bien, el ideal para un país pequeño como Uruguay es abrirse a todo el mundo y ojalá tuviéramos tantos TLC como tiene Chile, por ejemplo.
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