Los uruguayos tenemos tendencia a minimizarnos a nosotros mismos para destacar lo que vamos logrando.
Voy a apelar a mi memoria.
En los años 60 Peñarol y Nacional jugaban casi todas las finales de Libertadores y salían campeones mundiales de clubes. El comentario en medio de los festejos multitudinarios por 18 de julio era: “sí, pero no salimos campeones del mundo de selecciones desde el 50”.
En los años 70, Uruguay enhebró cuatro sudamericanos juveniles sub 20 consecutivos y mientras llovían los elogios se escuchaba: “sí, pero ya nuestros clubes no le ganan a nadie”.
En los años 80, fruto de esas generaciones juveniles exitosas, Peñarol y Nacional jugaron cinco finales de libertadores y cuatro del mundo en apenas nueve años mientras la selección mayor ganaba dos copas América (una en Brasil y otra en Argentina), la Copa de Oro y un Panamericano. Ahora el comentario fue: “sí, pero en juveniles no ganamos más”.
En los años 90, cerramos el siglo con la Copa América del 95 manteniendo un inédito invicto de local en toda la centuria y en medio de los festejos volvió el: “sí, pero fracasamos en los mundiales o ni siquiera clasificamos”.
Llegó el siglo XXI y sobre todo lo que se dio en llamar el proceso Tabárez. Con el Maestro, Forlán, Suárez y Cavani llegarían al Mundial de Sudáfrica 2010, la Copa América ganada en Argentina 2011, los triunfos ante Inglaterra, Italia y la Portugal de CR7 en los mundiales del 2014 y 18. En medio de esos hechos surgió el “me voy a morir sin volver a ver a mi club campeón de América y del Mundo”.
Así somos los uruguayos. Nos creemos más humildes que los argentinos y brasileños, pero tenemos pretensiones mucho más injustificadas.
Ahora, para valorar esta Copa del Mundo sub 20 apelamos a frases hirientes hacia el pasado como “al fin enterramos el fútbol defensivo de antes”, “nunca vi un equipo uruguayo jugar así”, “qué bofetada para la selección mayor”, “esto demuestra que solamente es tenerse fe, querer ganar, proponérselo”.
Dicho todo esto, es bueno entender que Uruguay siempre fue fuerte en juveniles. Cuando nacieron los sudamericanos juveniles en 1954 Uruguay fue el primer campeón, de hecho, en los primeros diez torneos continentales juveniles los celestes ganaron siete y fueron subcampeones en dos.
La supremacía fue total. Los mundiales nacieron en Túnez 1977 y Japón 1979. Uruguay fue semifinalista en los dos primeros bajo la conducción de Raúl Bentancor. 20 años más tarde los juveniles llegaron a la final en Malasia 97 y nuevamente semifinalistas en Nigeria 99 con la conducción de Víctor Púa.
Ya bajo la égida de Tabárez se dieron resultados alentadores. En 2011 Uruguay jugó la final Mundial sub 17 en México dirigido por Fabián Coito y en 2013 la final Mundial sub 20 bajo la dirección del ingeniero Verzeri.
Lo más interesante de los últimos años lo escribimos la semana pasada y lo reiteraremos. Para ser cabezas de serie en este mundial, la FIFA hizo un relevamiento que determinó que en las últimas cinco copas de la categoría (2011-2019), nuestros botijas fueron calificados con el primer puesto entre los 24 participantes.
Ganar la Copa era una deuda pendiente. Y se pagó con creces.
Lo de esta selección fue sencillamente demoledor. Observemos los resultados en el Sudamericano de enero y febrero. Los dirigidos por Marcelo Broli golearon a Chile 3 a 0, Venezuela 3 a 0 y Paraguay 4 a 1, cerrando con suplentes y ya clasificados a la siguiente ronda con un 1 a 1 ante Ecuador.
Este equipo, ahora campeón mundial, en la fase final del continental, en la altura de Bogotá derrotó a Colombia 1 a 0, Ecuador 2 a 1, Venezuela 4 a 1, Paraguay 1 a 0 y cuando el empate nos daba el título sudamericano caímos ante los brasileños 2 a 0 en los minutos finales.
En el Mundial los resultados están más frescos en la memoria. La goleada inicial ante el débil Irak por 4 a 0, derrota ante los ingleses 3 a 2, y triunfo ante Túnez 1 a 0.
El verdadero campeonato arrancó en octavos. Recordemos. La sorpresa simpática de la primera fase fue Gambia, que le ganó a Francia y se quedó con el primer lugar del grupo mandando a su casa a los franceses.
La derrota dolorosa en su momento ante Inglaterra, allanó sin querer el camino cambiándonos la ruta. Uruguay le ganó 1 a 0 al equipo africano pero la superioridad mostrada nos llevó a pensar que eran muy débiles, no era medida.
Llegaron los cuartos de final y la selección de USA tenía cuatro victorias en cuatro partidos, con 10 goles a favor y valla invicta. Otra vez la sensación era que sería difícil, pero el triunfo claro por 2 a 0 de nuestros campeones generaron nuevas dudas. “USA tampoco es medida”, sentenciaron algunos agoreros.
Llegó la semifinal y el rival era el subcampeón europeo, el sorprendente Israel. El triunfo de 1 a 0 no refleja la superioridad mostrada en la cancha. Otra vez había que esperar. “Italia será otra cosa, tiene historia y tradición”.
La final fue abrumadora. Uruguay aplastó en el juego, aunque el 1 a 0 casi agónico haga parecer lo contrario.
Marcelo Broli, que ganó la final de la Libertadores sub 20 con Peñarol en 2021 con seis futbolistas y él mismo con Covid, volvió a mostrar una capacidad enorme para enfrentar adversidades. Fue un equipo sin estrellas y que supo sustituir a cada uno que se caía sin que se notara.
Real Madrid no cedió para el Mundial al “Toro” Rodríguez que había hecho cinco goles en el Sudamericano. Después del segundo partido que fue derrota ante Inglaterra se lesionaron Abaldo que había hecho goles en los dos partidos, y el 9 Ferrari que había llegado para sustituir al madrilista.
Tras el cuarto partido se lesionó el lateral Mateo Ponte, a quien muchos ya señalaban como el primer juvenil para insertar en la mayor y llega la suspensión de nuestra estrella en el Sudamericano, Luciano Rodríguez por dos partidos, tras haber sido víctima de una cacería en cada partido que jugaba.
Allí aparecieron los goles de Anderson Duarte decisivos para ganarle en cadena a Gambia, USA e Israel.
En la final apareció el gol tan esperado de Luciano Rodríguez. Se lo había explicado el “Ruso” Pérez. Le contó que Forlán había sido goleador y mejor jugador en el Mundial de Sudáfrica, pero sus goles no aparecían en la Copa América 2011 hasta que en la final hizo dos. Y así fue. Apareció el gol de la Copa.
La presión y ansia de ganar de Marcelo Broli, el “Ruso” Pérez y su ADN que viene desde el fondo de los tiempos, y un Profe Esteban Gesto que ahora supervisa y asesora a quienes hicieron de estos botijas jugadores capaces de correr los 90 minutos como si el cansancio no fuese posible, apadrinaron un camino cuya recompensa única posible era la Copa.
La roja que el VAR ridículamente obligó a ser amarilla nos permitió hacer justicia. No merecíamos ganar contra 10, ni en alargue, ni en penales. Esta selección no jugó un solo alargue. Fue demoledora. Insisto.
Lo opinable lo ganaron los italianos. Mejor jugador, mejor arquero, lo que quieran. Lo que no opinable ya está en la vitrina de AUF. Lo del Guante de Oro para arquero fue patético. El italiano recibió ocho goles contra tres de Randall Rodríguez, el de los penales del Peñarol campeón de Libertadores sub 20 ante Independiente del Valle en Ecuador… El italiano recibió goles en seis de los siete partidos, el uruguayo mantuvo su valla invicta en seis de los siete juegos. El único partido que el italiano no recibió goles fue contra República Dominicana en fase de grupos.
El VAR en la roja italiana, el tribunal en la suspensión de dos partidos a Luciano y los premios para los perdedores de la final justifican la cara descolocada de Infantino al entregar la copa al capitán Fabricio Díaz con el número 5 de Obdulio con el mismo desdén de Jules Rimet en 1950.
Nada detuvo a los celestes, los aguafiestas de siempre volvieron a arruinar la fiesta.
Mención especial para brasileños e ingleses que babosearon cuando nos ganaron y se fueron rápido.
También para Argentina que organizó Mundiales y Copas América en su casa y perdió cuatro. Las Copas América de 1916, 1987 con Maradona y 2011 con Messi además de este Mundial sub 20. Todas fueron ganadas por los aguafiestas celestes.
En definitiva, nada nuevo bajo el sol. La copa está en la vitrina y la foto está en el Complejo Celeste junto a las fotos de los que integran el Olimpo de 120 años de gloria.
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