Memorias del 27 de junio de 1973. El fantasma que nos habita. Gabriel Sosa. EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL. 142 págs. $680.
A medio siglo del infausto hecho, un aluvión de publicaciones ha generado perspectivas complementarias sobre un evento que nos ha definido como sociedad. Obviamente esto nos lleva a problematizar por qué. más allá de discursos, es tan difícil dar vuelta la página. Quizás porque sólo la Guerra Grande y la Revolución de 1904 fueron tan proficuas en generadoras de sentido de identidad. Y quizás, entonces, el hecho concreto pase por asumir el 27 de junio como un clivaje definitorio de nuestra historia. Como sociedad nos debemos levantar definitivamente el manto de silencio que nos signó en esa década marcada, entre otros signos ominosos, por el muy kissingeriano Plan Cóndor. Ponerle nombre a los eventos nos hará bien como uruguayos. Para, ahora sí, poder avanzar como nación.
Y en esa línea es un aporte rotundamente positivo esta peculiar investigación de Gabriel Sosa, periodista, escritor y editor de larga data. Su apuesta es generar espacio, cual coro griego, a múltiples voces, algunas previsibles, otras sorprendentes. Y esa es una de las razones de por qué es tan atrapante este libro. Cuarenta y cinco personas accedieron a responder desde lo vivencial qué significó esa jordana trágica para la democracia. Un aspecto no menor de la apuesta de Sosa es la vertiente teórica sobre la que se sustenta.
“Hantologie es un concepto desarrollado por el filósofo francés Jacques Derrida en 1993, referido a la permanencia de ideologías, hechos o conceptos del pasado que siguen viviendo en la conciencia social colectiva, como un fantasma que habita una casa embrujada. El término es una mezcla de hante (ser perseguido, atormentado o visitado por un fantasma) y ontologie (ontología). En español no hay palabra concreta para definir esa sobrevida espectral, aunque sí en inglés, de donde deriva hauntology. Se lo suele traducir como ‘hauntología’. En este siglo el crítico Mark Fisher llevó el concepto al área cultural, a la cultura popular. La hauntología según Fisher será la sensación persistente de hechos culturales del pasado que se niegan a desaparecer, que no tienen presencia concreta en el presente pero siguen resonando y presionando, fantasmas del pasado habitando casas del presente y recordando promesas de futuros que no fueron”.
“Cincuenta años después del golpe de Estado, la sombra de este y del proceso que lo siguió nos habitan colectivamente, como un fantasma. No importa en qué círculos de los daños se haya estado, no importa qué edad se tenía, no importa qué extracción social o qué posición económica fuera la de cada uno, todos los que vivimos la dictadura, hoy, pasadas las décadas, compartimos ese fantasma”.
Y el sano criterio fue un recorrido casi transversal de nuestra sociedad, única limitación que fueran voces demócratas, republicanas.
Y en forma alfabética así desfilan los testimonios personales, algunos más ideológicos, otros más ponderados por una lectura política, demasiados por un dolor indescriptible, todos por la certeza que ya nada sería igual para ninguno, más allá del silencio tétrico que se comenzaba a apoderar de toda la nación.
Mariano Arana, Beatriz Argimón, Danilo Astori, Gerardo Caetano, Mario Carrero, Rosario castillo, Raúl Castro, Marcia Collazo, Emiliano Cotelo, Antonio Dabezies, Arturio “Cacho” de la Cruz, Mario Delgado Aparaín, Diane Denoir, Juan Raúl Ferreira, Aurelio González, Juan Grompone, Mirtha Guianze, Maria Belela Herrera, Claudio Invernizzi, Roberto Jones, Liliam Kechichian, Alberto Kesman, Luis Alberto Lacalle, Jorge Landinelli, Alfonso Lessa, Ricardo Lombardo, Graciela Lólpez, Guido Manini Ríos, Alicia Migdal, Cristina Morán, Ruben Olivera, Ricardo Piñeyrúa, Teresa Porzecanski, Sergio Puglia, Richard Read, Ana Ribeiro, Matilde Rodriguez Larreta, Jaime Roos, Mercedesa Rosende, Enrique Rubio, Raquel Sienra, Vera Sienra, Guillermo Stirling, Jorge Traverso, Esteban Valenti son las voces.
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