Volver sobre la literatura de Francisco “Paco” Espínola, en un momento en que la cultura digital parece haber homogeneizado el imaginario millones de personas dispersas a los largo y ancho del globo terráqueo, es poner el énfasis sobre las historias mínimas que están atadas al suelo, en este caso, el nuestro, el de Uruguay adentro.
Paco Espínola nació el 4 de octubre de 1901 en San José de Mayo y falleció el aciago día del 27 de junio de 1973, cumpliéndose ayer 50 años de su muerte. A lo largo de su vida fue testigo del proceso de conformación del Uruguay moderno, recibiendo de su familia, de raigambre blanca, una tradición que lo unía a la tierra y a sus tipos humanos característicos.
Su padre –originario de las islas Canarias– fue un caudillo blanco y saravista que participó en la Revolución de 1987 y peleó junto a Saravia en 1904, siendo herido en Masoller. En 1910 participó en el levantamiento que se oponía a la reelección de Batlle y Ordóñez y en 1935, a una edad bastante avanzada, marchó en contra el gobierno de Terra. En esa última campaña, su hijo Paco sería hecho prisionero. De él, Paco no sólo recibiría una inclinación política sino también el valor por la literatura clásica y española, o sea el hispanismo en su máxima expresión.
Por otra parte, su abuelo materno, don Fernando Cabrera, quien según las historias familiares había cuidado de niño una tropilla de caballos azulejos de Oribe durante el sitio de Montevideo, también había inculcado en Paco estos valores políticos. Además, fue en los campos de este, en Rincón del Pino, donde aprendió a montar a caballo y a arrear ganado. Allí también tomó contacto con los diversos tipos humanos que componían la campaña en la primera mitad del siglo XX.
“La lista de los poetas”
En 1922 un joven Paco Espínola tiene su primera incursión en la política y conforma una lista dentro del partido Blanco, con otros amigos de San José que se hallaban descontentos con la dirección que había tomado el partido. Esta lista estaría encabezada por nada menos que Carlos Roxlo, Javier de Viana y José Alonso Trelles, y logra en pocos días sacar un diputado (Ana Inés Larre Borges, “Francisco Espínola: el último escritor nacional”, Insomnia, abril 1998).
Publicación de “Raza ciega”
Sin embargo, fueron las aspiraciones literarias las que enraizaron con mayor fuerza en el joven Espínola, y en 1926 aparece publicada su primera colección de cuentos, “Raza ciega”. Los relatos habían sido escritos en su habitación en una pensión ubicada en Montevideo, donde recibía la compañía de sus amigos, Luis Pedro Bonavita y Luis Gil Salguero, con quienes compartía su pasión por la narrativa (Ibidem).
El libro fue bien recibido en el ambiente intelectual de Montevideo y Alberto Zum Felde realizó una crítica positiva de su obra, en la que expresó:
“Con ‘Raza ciega’, colección de cuentos aparecida en 1926, obra primigenia de Francisco Espínola, irrumpe en la narrativa del Uruguay la fuerza de un temperamento literario con vocación de profundidad moral, con ‘sentimiento trágico de la vida’, hecho hasta entonces nuevo en el medio intelectual de esta banda del Plata, y también de la otra, pues es preciso llegar hasta Roberto Arlt, autor de tan originales e intensos relatos como los contenidos en ‘El juguete rabioso’, ‘Los siete locos’, ‘Los lanzallamas’, y otros, cuya aparición se produce más o menos por este mismo tiempo para hallar en la narrativa argentina modalidad de caracteres comparables aunque en el autor uruguayo este presente cierto espíritu metafísico que no actúa en aquel. No obstante, esta diferencia y otras, en ambos escritores parecía obrar, por primera vez en la literatura platense, un soplo dostoievskiano”.
Es interesante observar aquí la comparación que realizó Zum Felde entre Paco Espínola y Dostoievski. Hay que recordar que los personajes del escritor ruso tienen una profundidad que va más allá de lo meramente ambiental, o de la cosmovisión vigente en una época, porque es en el abismo del alma humana donde el bien y el mal disputan, donde emergen santos y demonios, profetas y presidiarios, hombres de acción y hombres embotados en su propia subjetividad.
“El hombre pálido”: un personaje característico de Espínola
Así, en los cuentos que componen “Raza ciega” encontramos personajes que en su honda comprensión manifiestan dos caras, como por ejemplo en el relato del “El hombre pálido”. En esta narración, un matrero, un asesino, se presenta en una noche de lluvia en una estancia en la que se encontraban dos mujeres solas, una madre con su bella e inocente hija. El hombre pide para pasar la noche y las mujeres acceden a su pedido, dejándole entrar en la casa. El hombre pálido contempla a la joven y algo en él se conmueve, sin embargo, la joven intuitivamente siente cierta desconfianza hacia el forastero. La madre mientras le ceba mate y le ofrece algo para comer. Luego se retiran a su cuarto a dormir. La muchacha no puede conciliar el sueño y a la medianoche oye cómo la puerta se abre y vuelve a cerrarse. El hombre pálido sale noche fuera y se encuentra con otro que se merodeaba escondido a poca distancia aguardando para dar el golpe. -¿Están las mujeres solas?-pregunta. -Si- responde el hombre pálido. -La plata tiene que estar en algún lado. Empecemos -dijo el que esperaba. -No. No empezamos-contestó el hombre pálido. -¿Qué hay?-preguntó el otro. -Hay que yo no quiero-sentenció el hombre pálido.
Sin embargo, ante la insistencia del que esperaba, que se había decidido a cometer el crimen él mismo, aunque sea solo, el hombre pálido termina matándolo para proteger a las mujeres. El relato termina con el matrero convirtiéndose momentánea y accidentalmente en justiciero.
La idea de fondo de Espínola, que atraviesa sus personajes, es que ellos no son ni buenos ni malos exclusivamente, sino que tienen un lado bueno y un lado malo que en mayor o menor medida emerge según las motivaciones de una circunstancias determinada y azarosa.
Alberto Zum Felde afirmaba: “En los cuentos de ‘Raza ciega’ no se trata ya solo de caracteres, sino de almas es decir de lo esencial y lo abismal del hombre”. De hecho, la literatura de Espínola, sin bien abreva en el nativismo, en el universo rural donde lo gauchesco se manifiesta, es dentro de la psicología humana donde indaga principalmente.
Un escritor moderno y universal
En definitiva, Paco Espínola trató los temas del medio rural uruguayo, pero desde otra sensibilidad adecuada a los tiempos modernos. No hay que olvidar que no solo vivió todo el proceso de transformación del Uruguay, sino que también fue testigo de la fuerte significación que tuvo la fecha de conmemoración y de los festejos del Centenario de nuestra patria, cuando Uruguay dejaba su etapa de Estado naciente, y comenzaba su etapa de madurez. Todo este proceso histórico de alguna manera está presente en su obra y es un testimonio de las mentalidades de los viejos pobladores del campo uruguayo.
Esther de Cáceres no lo pudo definir de una mejor manera: “Su obra, por tener tales rasgos de universalidad, y por tener tan alto valor estético interesa a toda estirpe de lectores. En muchos y variados planos puede importar este conocimiento de un mundo pleno de humanidad, de sentido cordial, de compasión y de ternura excepcionales. Por estos rasgos, que directamente percibe todo lector y, por los valores estéticos subidos, representativos del Arte culto más seriamente concebido, estos libros tienen la categoría de los libros que Carlos Vaz Ferreira llamó ‘libros penetrables’”.
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