“Soy un mentiroso muy sincero” (Federico Fellini)
El Dr. Peter Garrard es investigador de neurociencias en la Universidad de Londres y director del Centro de investigación de accidentes cerebrovasculares y demencia en la Escuela de Medicina del Hospital St. George. Dirige el laboratorio de investigación de ciencias moleculares y clínicas del Reino Unido. Dicha condición, combina una permanente práctica clínica con una investigación focalizada en el lenguaje y la demencia. Ha publicado más de cien trabajos y trece libros, incluido The Leadership Hubris Epidemic: Biological Roots and Strategies for Prevention (Palgrave Mcmillan). Se trata de una investigación detallada y un análisis sistémico del deterioro que produce el síndrome de hibris que padecen los líderes y sus seguidores.
El síndrome de hibris, es también conocida como la enfermedad del poder. En la antigua Grecia se conocía como hibris o hybris a la desmesura, al desprecio por el espacio de los demás, unido a un descontrol visceral, que lleva a actitudes impulsivas, irracionales, desequilibradas, en las que la furia y el orgullo van de la mano.
“El poder es dulce, es como una droga y el hábito incrementa su deseo. El poder intoxica”. Con estas palabras definió el poder el filósofo Bertrand Russell y precisamente sobre esa intoxicación, hoy identificada por los médicos como síndrome de hibris.
El libro de Garrard examina y analiza el problema multidimensional del síndrome de Hibris y su efecto perjudicial sobre el liderazgo. El estudio desarrolla una metáfora ampliada de la enfermedad social y política, de la arrogancia, una enfermedad virulenta y transmisible de liderazgo disfuncional, que ilustra el potencial de daño grave. Tomando una perspectiva biológica para comprender los posibles mecanismos subyacentes, así como los entornos en los que se ha encontrado que la arrogancia prospera, se enfatiza la noción de prevención sobre curación. Dividido en tres secciones, The Leadership Hubris Epidemic, examina los enfoques psicológicos, neuroendocrinológicos y neuropsicológicos de la biología de la hibris, explora los factores que estimulan o inhiben su crecimiento y, finalmente, brinda métodos para prevenir o retrasar su desarrollo. Este libro tiene un gran atractivo interdisciplinario y los estudiosos de biología, psicología, sociología, administración y política, encontrarán el tema extremadamente útil, así como a cualquier persona interesada en la estructura del gobierno.
Hibris era la soberbia contra los dioses griegos, que la castigaban con la Némesis, por tanto se trata, de un trastorno tan antiguo como el poder humano y siempre universal.
Se sabe que el poder enferma a quien manda y obedece, y si es absoluto, lo trastorna absolutamente. La historia lo demuestra.
La respuesta es porque el mismo síndrome que modifica el cerebro del poderoso, denominado “hibris”, por Owen & Davison, también afecta de forma simétrica y dinámica a quienes le obedecen y por tanto, refuerzan su trastorno.
Por tanto, el síndrome se presenta en “espejo”, el líder y sus seguidores, exacerbándose mutuamente.
Lo trascendente de este trastorno es que los enfermos sin querer suelen usar palabras clave y giros que revelan su trastorno. Garrard ha estudiado cómo detectar trastornos mentales en el lenguaje corriente: gestos, tics, lenguaje corporal…”todo aquello con lo que decimos la verdad sin querer”.
En el libro de Peter Garrard, se muestra como al analizar marcadores lingüísticos, el ejercicio del poder altera la neuroquímica; la degrada de forma más profunda y persistente, cuanto mayor y más duradero es ese poder; y del todo si se carece de límites.
Ser obedecido –o creer serlo– magnifica la autoconfianza del poderoso en sus propias habilidades hasta privarle de la capacidad de dudar de sí mismo y lo aísla de la realidad.
Quienes obedecen creen más en lo que supone que ve su líder que en lo que ven sus ojos, compartiendo así su delirio; a veces anticipándose a él y siempre reforzándolo.
Peter Garrard ha llegado a describir hasta catorce síntomas de síndrome de Hibris, los más corrientes son los de aquellos políticos que creen que encarnan las esencias de un Estado o que tenían una relación privilegiada con Dios o la historia, la patria, el pueblo o el destino de la nación.
Pero lo peor es que haya gente que les crea y al creerles y aplaudirles cuando hablan de ese modo de “el pueblo” o “la nación”, como si fueran médiums, refuerzan su trastorno empeorándolo y a la vez, agravando también el suyo en un bucle delirante que se retroalimenta.
El poderoso afectado por el síndrome pasa de gestionar la realidad tal como es a estar convencido de que es él quien la crea. Se llega a un pensamiento mágico narcisista y al final, el líder acaba por regañar a los hechos cuando no se ajustan a sus deseos.
Así, toda la sociedad ingresa en un mundo mágico, por ejemplo los periodistas con síndrome de hibris pasan de describir la realidad a prescribirla. Parece que están drogados, el síndrome de hibris aísla de la realidad a quienes lo sufren, hasta que la realidad acaba de imponerles los límites que ellos no quieren aceptar.
El síndrome hace que los afectados se crean elegidos para vivir momentos excepcionales con su líder, y cuántos más siguen a ese líder, más refuerzan su delirio y lo peor es que hacen que otros nuevos se añadan para compartirlo. Es que el poder resulta más irresistible cuánto más modifica nuestros cerebros. La hibris colectiva permite creer que todo es posible y que es nuestra voluntad unida a la de quién nos manda la que lo hace posible. Nadie parece querer perderse un buen momento histórico tras un gran estadista.
También mienten mucho, lo más trascendente es que la gente les cree, incluso luego de descubrir que están mintiendo (“Yo gestioné un crédito con el BID por el agua”).
i. “La popularidad y poder de los líderes de una nación es proporcional a la idiotez de sus habitantes”. Winston Churchill
La Sra. Intendente de Montevideo presenta todos los síntomas que caracterizan a esta patología del poder. Para la mayoría de la población de Montevideo, que por ser del FA, eso pasa medianamente desapercibido. No ocurre lo mismo con aquellos que no son del FA y por tanto se sienten molestos. Más molestos si la Señora Intendente de Montevideo insiste ejecutando tareas que no le corresponden y en señalar defectos del Gobierno Nacional en forma recurrente, ya que por no ser “espejo patológico” del hibris, les molesta el doble.
ii. “La verdad y el poder pueden viajar juntos durante un tiempo, si siempre queremos poder en algún momento debemos difundir ficciones”. Yuval Noah Harari
Los países más avanzados lo son gracias a que han conseguido limitar el ejercicio del poder con contrapoderes institucionales –checks & balances– que evitan tiranías que hoy aún prolongan el atraso de los pobres. El poder sin límite causa daños ilimitados; para empezar, en el cerebro del poderoso y en el de quienes le obedecen sin reparos hasta ignorar juntos la realidad y provocar el caos. La historia explica el síndrome de hibris en cientos de tiranos en los países de la región.
Ing. Rafael Rubio
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