El pasado domingo un artículo publicado por el diario El País con el título “La ‘operación milagro’ rodeada de dudas: médicos cubanos pierden prueba de la Udelar” provocó inmediatamente un intenso debate a nivel político. También puso en la agenda pública un asunto que atañe a la gestión del gobierno en materia de salud, a la situación de miles de beneficiarios de las operaciones, a la Universidad de la República, la Asociación Uruguaya de Oftalmólogos e incluso las relaciones exteriores del país.
Aquí hay básicamente tres niveles de discusión. Una tiene que ver con la eficacia de la prestación, con la atención médica y la propia existencia del Hospital de Ojos. El segundo nivel apunta a la fiscalización del Ministerio de Salud Pública en el marco de un acuerdo de cooperación técnica internacional, a las reválidas de Udelar y la postura de la Asociación Uruguaya de Oftalmólogos. El tercer nivel es más bien ideológico y político, sobre las relaciones que nuestro país mantiene con Cuba, en el contexto de un cambio de gobierno en Uruguay.
La repercusión menos pensada fue la infeliz agresión que debió sufrir la autora del artículo, la periodista Camila Bello, a la que se acusó desde las redes de “arrastrarse al servicio del pasquín de la dictadura”, un latiguillo que algunos cuantos repitieron. Se pudo leer además que había una estrategia de aquel diario contra los oftalmólogos cubanos y que el objetivo era acabar con el Hospital de Ojos. Incluso el diario La República tituló en su portada del martes “En ataque a médicos cubanos hay gato encerrado”.
Un clima de sospecha que no guarda ninguna relación con la calidad del artículo, que muestra un trabajo de investigación y un planteo equilibrado, ponderando incluso desde el inicio que “la iniciativa ayudó a democratizar estas cirugías”, brindando información objetiva y comprobable, y realizando una correcta contextualización regional con lo que sucedió en Bolivia y Brasil.
El comunicado del Ministerio de Salud Pública y ASSE sobre las brigadas cubanas hace hincapié en el primer nivel de la discusión. Es decir, que se garantizó la prestación eficaz del servicio correspondiente de atención médica a miles de uruguayos con un total de 95.000 intervenciones quirúrgicas desde 2007 sin denuncias de mala praxis, ratificando “la vigencia de esta política pública”. Sobre este punto no hay dos opiniones. El diputado Martín Lema, por ejemplo, despejando fantasmas, ha declarado en la prensa que no está en discusión la continuidad del Hospital de Ojos. No obstante, la eficacia de la Operación Milagro no debería desconocer la eficiencia de los distintos procesos que hacen parte.
Sobre el segundo nivel, el comunicado del gobierno asegura que la “idoneidad técnica se basa en el prestigio de la medicina cubana y la alta calificación de cada brigada”. Agrega a ello la “larga relación del Hospital de Ojos y la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina”. Justificándose en lo que serían prácticas habituales de la cooperación técnica internacional y la necesidad de la facilitación de los trámites para llevar a cabo la Operación Milagro, se habilitó una especie de régimen dual. Para los médicos cubanos que intervienen en el marco de la Operación basta con aquella garantía de idoneidad, pero para los que optan salirse del mismo (desertando por razones políticas o por otro motivo) existe la exigencia de revalidar su título. También podría sospecharse aquí que “hay gato encerrado” y que se busca disuadir a aquellos que quieren aprovechar la salida de la isla para quedarse en este país.
El MSP y ASSE podrían haber instrumentado un mecanismo de reválida más ágil si era necesario, hubo doce años para eso. Como parte del convenio, la responsabilidad técnica de la selección de los médicos corresponde a las autoridades sanitarias de Cuba. El artículo periodístico claramente tomó por sorpresa a estos organismos y quedó en evidencia que el deber de fiscalización quedó atado a un “prestigio” adquirido por Cuba que se demostraría en los buenos resultados que hay hasta la fecha. Con el mismo criterio el ex vicepresidente Raúl Sendic podría haberse ahorrado varios dolores de cabeza cuando desde su propia fuerza política le cuestionaban sobre su licenciatura en genética cursada en La Habana.
El tercer nivel de discusión es el político-ideológico. Hay quienes ven en los cuestionamientos a la Operación Milagro un afán exclusivamente político, de cortar cualquier tipo de relación con la Cuba socialista, que estaría en línea con la instalación de la “ultraderecha” en EEUU, Brasil, Bolivia y ahora también en Uruguay, en una línea profundamente “neoliberal” y “anticubana”. Un relato que coincide con la campaña de miedo que parece que se pretende instalar desde algunos sectores políticos y medios de comunicación, extrapolando realidades de otros países. Mezclar la política exterior con este tema tan sensible de política de salud pública para tantos uruguayos no es apropiado.
En conclusión, nadie discute la importancia que tiene el Hospital de Ojos y la posibilidad de que se realicen convenios de cooperación técnica internacional con participación de médicos extranjeros (sean cubanos o de otros países). Lo principal es pensar en los beneficiarios, sobre todo en los que tienen más dificultades para el acceso a este tipo servicios, para que se garanticen sus tratamientos. Lo que tampoco puede dejarse pasar es la importancia, no menor, de trabajar en una mejor fiscalización por parte de nuestras autoridades sanitarias para que exista una continuidad en los años y décadas que vienen.