Peñarol y el VAR
Desde un principio la aparición del VAR me pareció un instrumento que llegó para fracasar y arruinar el fútbol y no para quedarse, como dicen sus defensores.
Cada poco tiempo se ajustan detalles pero las desprolijidades están a la orden del día. Hasta el campeonato del mundo mostró criterios diferentes en pleno torneo. En la primera vuelta los partidos tenían 10 o 15 minutos de descuento y casi todo se revisaba. De pronto todo se agilitó, como si hubiese llegado una orden de dejar correr el cronómetro y no abusar del recurso del VAR.
Igual a nivel de Copa del Mundo hubo un elemento que aún no se usa en casi ninguna liga ni torneo, que fue un software que permitía tirar las rayas del fuera de juego en pocos segundos y evitaba cualquier tipo de revisión, siendo palabra “santa” dicha raya.
En lo local, el VAR cuenta con varios problemas: por un lado, las pocas horas de preparación que han recibido nuestros jueces, por el otro las carencias económicas que lleva a tener VAR en todas las canchas, pero con 10 cámaras y no con 36, 42 y hasta 60 como otros lugares.
Por si esto fuese poco, la mayoría de nuestras canchas no tiene la altura adecuada para permitir una mejor visión de una situación de fuera de juego. Solamente el Centenario, el Gran Parque Central y el Campeón del Siglo parecen disponer de alturas que permitan la visual ideal.
Todo esto no significa que aceptemos que Peñarol esté sufriendo una campaña en contra. Sus seis derrotas consecutivas, la mayoría con goleadas en contra, a nivel de Conmebol y sin quejas hacia los arbitrajes, demuestran que hay algo más que los errores del VAR o de los jueces en general. Igualmente soy de los cree que por peor que sea mi equipo, no merece que le cobre en contra provocando caídas inmerecidas.
Sin embargo, los defectos del VAR en general y del VAR uruguayo en particular permiten alimentar suspicacias. Lo peor es que cada tanto aparecen voces de colegas que justifican los errores arbitrarles con frases como: “Peñarol se pelea todo el tiempo con la AUF, por lo que después debe atenerse a las consecuencias”.
Este tipo de afirmaciones son graves. Si yo fuese árbitro las rechazaría y rogaría que “no me defiendan más”, si fuese dirigente de AUF me enojaría con tales acusaciones.
Si esto fuese cierto, ya que ni los jueces ni los dirigentes de AUF se ofenden, es doblemente grave. ¿Si no me votaste tengo derecho a perjudicarte ilegalmente? Sería ridículo, inmoral y delictivo, pero no veo a nadie ofenderse por esa “defensa” que ensayan periodistas afines al poder de turno. Es raro.
Igualmente insisto que no creo para nada en ver campañas en contra de un club y menos de uno grande. También creo que, en el balance, Peñarol viene siendo perjudicado más de lo que le ha tocado beneficiarse. Cuando el balance es parejo no llama la atención. Lo errores son humanos, incluso con un instrumento de VAR que permite interpretaciones.
Los árbitros y la propia AUF deberían estar preocupados para que algunos fallos fallidos no se repitan para evitar estos terremotos.
Nacional y la copa
Se sortearon los cruces de Copa Libertadores y a Nacional el tocará Boca Juniors. Si logra sortear al equipo argentino tendrá que vérselas con el ganador de Nacional de Medellín y Racing Club de Avellaneda.
Enseguida fui a la página de Transfermakt para verificar el valor en dólares de cada plantel.
Boca vale casi US$ 80 millones, contra US$ 24 millones de Nacional. Por su lado, Racing vale US$ 55 millones contra US$ 26 millones de Nacional de Medellín.
Según mi teoría, Transfermakt de la vida, el plantel de Boca vale 3 o 4 a 1 de Nacional. ¿Es determinante? No, pero es favorito. Podríamos decir que de cuatro llaves mano a mano, Boca ganaría 3 y Nacional 1. No es grave, se puede pelear, pero hay que pelearla. Más chance tendría el homónimo de nuestro Nacional ante Racing cuya diferencia es 2 a 1 para los de Avellaneda. Parejo, con favoritismo para los argentinos.
Ahora bien, hice ese análisis, me entusiasmé con que es peleable para buscar un lugar en semifinales (eliminando a Boca y luego al ganador de la otra llave) y resulta que se va Sergio Rochet.
Entiendo que Nacional tiene una serie de arqueros que forman parte de su Olimpo de grandes campeones desde el arco. Los campeones mundiales Andrés Mazali y Aníbal Paz, como los también campeones del mundo de clubes como Manga, Rodolfo y Seré sin duda están allí. Podríamos sumar Amílcar Céspedes desde la fundación misma del club y sus primeras hazañas y Santiago Demarchi, emblemático arquero de triunfos locales e internacionales entre 1910 y 1920 en épocas de oro. Creo que Sergio Rochet entra junto a otros cracks, en el escalón siguiente, con tres campeonatos uruguayos ganados y el record de valla invicta de 1064 que lo colocan en la mejor historia del club y de todo el fútbol uruguayo.
Pero, faltan tres semanas para que se reanude la Libertadores y resulta que Nacional pierde un arquero de selección, mundialista, que impactaba en casi US$ 4 millones de los US$ 24 millones de cotización global del plantel. Por si fuese poco se va al Inter de Porto Alegre, o sea seguirá en la Libertadores pero en un grande de Brasil y hasta podría jugar con los tricolores. Por otro lado, Boca con otras posibilidades, con otros valores que se manejan en Argentina a pesar la crisis, sueña con incorporaciones para reforzar lo que tiene, incluso ha pensado en Cavani.
En las siguientes tres semanas se sabrá cómo quedan los planteles para el primer partido del 2 de agosto. Si las diferencias de cotización que reflejan el nivel de los futbolistas alarga la distancia, estaremos viviendo algo parecido a lo que le pasó a Peñarol en 2021 en la Sudamericana, cuando quedó eliminado en semifinales con goles de un jugador que había sido clave como Terans y habiendo sufrido tres bajas de gran nivel que no pudo sustituir.
Esto es lo que está pasando. Mi relato es para que recordemos todo esto cuando seamos estrictos en el análisis, apocalípticos en el pronóstico e impiadosos en la exigencia. Como he manifestado más de una vez “con yuyos cualquiera es brujo” y los yuyos para pelear una Libertadores sobran en Brasil y Argentina, y escasean en nuestras secas praderas.
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