Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) difundió los resultados del estado educativo de 79 países y economías que participaron del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) que toma en cuenta el desempeño en ciencias, lectura y matemática.
Uruguay participó por sexta vez consecutiva, se estudiaron a 5.344 estudiantes de 15 años pertenecientes a 202 centros de estudios públicos y privados, escuelas técnicas y escuelas rurales de todo el país. La muestra representa a 46.768 estudiantes nacidos entre el 1° de mayo de 2002 y el 30 de abril de 2003. Y los resultados marcaron una desigualdad que va en aumento entre el aprendizaje de los quintiles más bajos de cara a los más altos.
Para Robert Silva, el país está lejos de tener los resultados esperados en estos 15 años en cuanto a una relación inversión-esfuerzo social a través de recursos destinados a la misma. Considera que se invirtió más de lo que se logró y que en estos años hubo una política que continúa a partir de la reforma de 1995, que implicó un incremento en la cobertura de educación media, “lo cual es importante pero no ha ido acompañada con logros de estos estudiantes”, señaló.
“Los resultados de las pruebas PISA nos ratifican la situación preocupante del sistema educativo”.
Para Silva, lo que sucedió es que se incorporaron más estudiantes pero no se logró que continúen, aumentado así la desvinculación. En su opinión la repetición recién está volviendo a los niveles que se tenían en 2004-2005 lo que supone una situación compleja a atender. “Creo que tenemos que optimizar el uso de recursos públicos para brindarle a la sociedad resultados que estén en consonancia con el esfuerzo que la misma realiza, para mejorar la educación a través de inversión de recursos públicos”, sumó.
“Los resultados de las pruebas PISA nos ratifican la situación preocupante del sistema educativo en cuanto a una de las cuestiones fundamentales del mismo que es el aprendizaje de los niños y de los jóvenes”, expresó Silva.
Indicó que esta misma realidad es presentada, además, por las pruebas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que refieren a primaria. “Se comparó la evolución y sucede lo mismo que con los adolescentes de 15 años”, aseguró. Por otra parte, reafirmó que el informe Aristas del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), plantea lo mismo en relación a primaria y a tercer año de educación media.
El porqué del fracaso
La explicación que el especialista encuentra a los malos resultados a nivel educativo es el hecho de que “existe una ausencia de una transformación efectiva de la educación”, en particular de la educación media, en lo que tiene que ver con el modelo y la propuesta pedagógica que se pone a consideración para que los alumnos puedan transitar.
Subrayó que “seguimos con bachilleratos que están anquilosados en la década del 40, hechos a imagen y semejanza de una educación propedéutica, es decir, que solo mira la continuidad universitaria pero no tiene un fin en sí mismo, salvo el caso de los bachilleratos tecnológicos de la UTU, que fue una reforma iniciada en 1997 o 1998”, explicó Silva.
Además, lamentó que la educación secundaria -que es la mayoritaria- continúe teniendo el enfoque anteriormente nombrado. Aseguró que lo mismo sucede con el ciclo básico, que no es concebido como una continuidad de la educación primaria. Considera que lo más importante de secundaria es poder dejar atrás “la lógica asignaturista que posee, y que pase a ser un lugar que genere espacios de mayor flexibilidad para acompasar los aprendizajes de los estudiantes, vinculado a su contexto y realidad”.
Un tema de desigualdad social
Las pruebas internacionales PISA, que en Uruguay se realizan desde 2003, demuestra un declive en los aprendizajes en lectura, más significativamente importante en ciencias y un mantenimiento de matemática que, a su vez, está más bajo que los resultados anteriores del 2006. “Es decir que estamos por debajo del año 2006 en cuanto a los aprendizajes de matemática”, añadió el entrevistado.
“Hay un conjunto de cuestiones que no se hicieron, pero sí se dijo que se harían. Y lo mismo sucede con el tema clave de la profesionalización de los docentes”.
Estas pruebas refieren a los conocimientos y habilidades que los alumnos adquieren a través de las tres áreas para resolver problemas y enfrentar situaciones de la vida cotidiana, por eso, Silva entiende que los resultados ponen una alerta en ese sentido. Y aseguró que se le agrega una alerta en cuanto a la inequidad interna del sistema. Este último punto refiere a que el informe indica que el primer quintil (el 20% más pobre de los alumnos encuestados), tiene un puntaje 339 puntos en lectura, posicionándolos por debajo del promedio de América Latina.
Sin embargo, en el quintil número cinco, los puntos suben a 490, colocando a Uruguay en niveles similares al de los países europeos. “Es decir que la inequidad interna del sistema es muy preocupante y hay que trabajar respecto a esas dos cuestiones de manera urgente”, afirmó.
La emergencia del cambio
Marcó la relevancia, además, de generar espacios curriculares en donde los estudiantes presenten sus necesidades e intereses, y donde también se trabaje por proyectos a través de la resolución de problemas, desde una perspectiva interdisciplinar, es decir, que se genere el diálogo necesario y una evaluación que modifique la repetición individual.
“Hay un conjunto de cuestiones que no se hicieron, pero sí se dijo que se harían. Y lo mismo sucede con el tema clave de la profesionalización de los docentes”. Silva aseguró que no ha habido una política sostenida de profesionalización, y que no existe una política nacional docente, “entonces esos son componentes que han afectado fuertemente la educación y no han logrado generar un impacto en el sistema educativo para transformarlo como se espera”.
Tener la oportunidad de un proceso para las transformaciones “es un factor de importancia y fundamental” según Silva. “Creemos que es muy importante establecer una hoja de ruta, un plan nacional de educación, que nos focalice hacia dónde queremos ir, cuáles son los hitos que iremos cumpliendo para la concreción de objetivos que se establezca. Los responsables, los recursos, los plazos, todas son cuestiones fundamentales por las que hay que trabajar”, detalló.
De todas maneras explicó que hay que ser muy cauteloso en la asignación de responsabilidades, y que es precioso poner a los mejores en las distintas áreas del sistema edificativo para luego ejercer la autoridad en el marco de un fortalecimiento de la institucionalidad con fuerte participación de todos los actores del sistema educativo. “Tenemos la obligación de generar la conciencia de que para recuperar la educación y devolverle el lugar y valor social que debe tener, resulta clave el compromiso e involucramiento de todos los que estamos relacionados, que somos la sociedad entera”, puntualizó.
“Contamos con el equipo y están dadas las condiciones”
Una de las consultas que se le realizó a Silva fue si entiende que el país está en condiciones para implementar un nuevo modelo educativo que se alinee a las metas que desean concretar. En ese sentido, indicó que “Uruguay no puede darse el lujo de seguir perdiendo tiempo en materia educativa”, y que hay un conjunto de transformaciones por las cuales se han comprometido y anunciado.
“Creo que contamos con el equipo y que están dadas las condiciones. No va a ser una tarea fácil, será ardua. Pero estoy convencido de que la vamos a poder llevar adelante trabajando desde una lógica cooperativa y colaborativa, con un norte bien claro”, aseveró. Dijo además que están dispuestos a llevar adelante una transformación integral de la educación, y que se tiene todo el optimismo al respecto.