Como un testigo privilegiado de la evolución que ha tenido el periodismo deportivo en los últimos 50 años, Sergio Gorzy vivió en primera persona todos los cambios que la profesión ha atravesado desde la época en la que no se televisaban los partidos. Si bien es optimista en cuanto a la profesionalización de la tarea, entiende que la calidad ha empeorado y que el nivel cultural ya no es el mismo. En diálogo con La Mañana, el reconocido comunicador habló de los mayores desafíos que hoy enfrenta el fútbol uruguayo y aconsejó a las nuevas generaciones desde su experiencia.
¿Cuál es su opinión sobre el estado actual del fútbol uruguayo?
El fútbol uruguayo se puede dividir en dos: las selecciones uruguayas y la liga local, como pasa en todos los países. Durante décadas, por ejemplo, el fútbol español a nivel de selección no ganaba nada, pero a nivel de clubes ganaba todo, porque Real Madrid primero y Barcelona después, tenían una capacidad económica para armar equipos que muchas veces tenían poco de España y mucho de poder contratar a las mejores figuras del planeta para defender esas camisetas, entonces, la liga podía ser de las mejores, pero la selección no ganaba. A partir del 2010 eso empezó a cambiar y la selección española comenzó a meterse entre las potencias. Doy el ejemplo de España para mencionar que no es un deshonor que dividamos las cosas en dos. En el caso de Uruguay, es un país que puede destacarse a nivel de sus selecciones, cosa que sucedió en tres de los últimos cuatro mundiales, en 2010, 2014 y 2018 ganó partidos ante rivales importantes.
¿Y a nivel de clubes?
Está muy debilitado, porque contrariamente al ejemplo del Real Madrid y el Barcelona, acá los clubes se caracterizan por vender y no poder reponer con la misma calidad. Por lo tanto, el campeonato local y la posterior participación de los equipos uruguayos en las competencias internacionales, los alejan de un nivel comparable con las grandes ligas del mundo. Una prueba de que a nivel de selección es otra cosa también fue lo que sucedió hace poco con los juveniles, que terminaron trayendo la Copa del Mundo para nuestro país. El fútbol uruguayo, en lo que tiene que ver con jugadores y con técnicos, es de primera línea, pero económicamente, en un deporte que es profesional, no resiste, y cuando entra a jugar el dinero, los clubes tienen dificultades para hacer buenos espectáculos y para competir a nivel internacional.
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la dirigencia del fútbol actualmente?
La dirigencia del fútbol se encuentra con esta realidad que es muy difícil de cambiar. Uruguay no puede pasar de ser un país de tres millones y medio de habitantes a tener 50 o 60 millones para poder tener ingresos acordes a la proporción de la población que pueda consumir cable o que pueda consumir los sponsors que podrían apoyar. A nivel económico es casi una lucha perdida, tenemos un fútbol exportador. Portugal tiene el mismo problema, al igual que Holanda, Croacia, o sea, pueden armar selecciones muy competitivas, pero no tienen dinero para mantener a sus mejores figuras después de que hacen tres goles seguidos, y así terminan reforzando a sus rivales.
Grandes personalidades del mundo del fútbol se han ido en estos días, como Jorge “Toto” da Silveira, José Fuentes, Víctor Della Valle. ¿Cómo lo toma? ¿Qué legado han dejado?
Fue una curiosidad que en pocos días se diera la pérdida de tres personas tan notorias. Víctor Della Valle fue fundador de un club chico como El Tanque, fue muchos años dirigente de Nacional. José Fuentes fue uno de los personajes queribles que hizo la carrera que puede soñar cualquiera, fue jugador de baby fútbol, de liga universitaria, de fútbol de salón, fue director técnico; iba cumpliendo determinadas etapas con la dificultad de no haber sido un jugador profesional. Entró como dirigente, primero como opositor, disconforme con algunas cosas que pasaban en la institución, y terminó siendo presidente. Venía haciendo una buena presidencia que quedará marcada en la historia por haberse tomado un avión y jugarse la patriada para convencer a Luis Suárez de que viniera prácticamente gratis al Uruguay. Era un tipo muy agradable y generó el cariño de todos.
En el caso del “Toto” da Silveira, tenía una profesión mucho más difícil, fue sin duda el comentarista más importante del último medio siglo del fútbol uruguayo. Era un hombre que tenía cultura, era abogado, había estudiado, había leído, pero sin embargo no le gustaba hablar de otra cosa que no fuera de fútbol y a veces de algún otro deporte. Dejó un vacío muy grande porque ocupaba muchos espacios, escribía en diarios, trabajaba en radio, en televisión. Y como todo hombre que opina, que comenta, que informa y que a veces se mete en cosas donde los protagonistas prefieren que nadie se meta, generaba resistencias, pero también aplausos, lo que llevaba a que lo amaran o a que lo odiaran. Fue muy polémico, fue muy combativo, y cuando se escriba la historia del periodismo deportivo del Uruguay va a estar entre los más grandes.
¿Cómo ha evolucionado el periodismo en el ámbito deportivo en los últimos años? ¿Qué impresión tiene de las nuevas generaciones de periodistas deportivos?
El periodismo deportivo ha crecido mucho porque han aparecido medios de comunicación que trabajan las 24 horas, ya sea en radio, en cadenas de televisión; proliferan los partidos a toda hora y eso ha favorecido la profesionalización. Antes, el periodismo deportivo era una changa que uno hacía además de las actividades habituales que le daban el sustento para poder vivir, y los sábados y domingos iba a los partidos de los grandes y a algún programa de noche, pero por lo general tenía dos o tres trabajos más. La aparición de nuevas fórmulas y de nuevos medios que abarcan prácticamente las 24 horas del día ha dado la posibilidad a mucha gente de ejercer el periodismo como su único trabajo, y eso ayuda a hacerlo de la mejor manera. Igualmente, uno lee artículos en los diarios de otras épocas, escucha grabaciones y ve algunos vídeos, y se da cuenta de que había menos periodistas, pero tenían un nivel cultural mucho más alto del que puede haber ahora. Las nuevas generaciones no deberían darse el lujo de ser monotemáticas. Cuando yo empecé en el periodismo se respetaba lo que había pasado antes, sin embargo, ahora parece que no se puede hablar de lo que pasó cuando uno no estaba. Vivir demasiado el hoy lleva a la tentación de calificativos rimbombantes como “nunca vi algo tan bueno como esto”, “es el mejor de todos los tiempos”, “esto que está pasando es el desastre más grande de toda la vida”.
¿A qué se puede atribuir este deterioro del nivel cultural?
Yo creo que es algo que sucede en todo el mundo. Cuando yo empecé en esto, para lucirte tenías que escribir una muy buena nota en un diario, tenías que hacer un trabajo importante en una radio, en un canal, y hoy en día cualquiera que se sienta en una tribuna se filma a sí mismo y resulta que lo sigue más gente que al periodista que escribe algo estudiado, pensado, investigado. Es una locura, pero es un tema de la sociedad, nadie tiene la culpa, es así. Los medios a veces se ven tentados de sustituir al periodista por el influencer, pueden convivir las dos ramas, pero no es una sustituta de la otra. El tema es que los periodistas jóvenes a veces se confunden y creen que la vía más rápida en lugar de estudiar es ser influencer y tener seguidores o visualizaciones, aunque lo que hagan y digan no tenga ninguna relevancia. Es una realidad y no creo que en Uruguay sea peor que en otros lados.
¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta hoy el periodismo deportivo? ¿Eso entra dentro de los desafíos?
Justamente, al ir perdiendo en cuanto a la investigación, al rigor en la información, la capacidad literaria, la forma de hablar, la exigencia de calidad, a cambio de cosas que son la nada misma, se corre el riesgo de que el periodista pierda de vista lo más importante, que es la objetividad o por lo menos la honestidad intelectual del trabajo. Hoy da lo mismo ser periodista en un diario, en un semanario, en un canal, en una radio o ser periodista contratado por un club de fútbol, por la propia AUF, por la Conmebol, o sea, se entremezcla el trabajo periodístico con el trabajo publicitario, propagandístico. ¿Cuál es tu grado de independencia si hacés periodismo desde un medio de comunicación que es juez y parte? Esa objetividad puede estar en tela de juicio cuando da lo mismo trabajar para un club. El periodismo partidario es periodismo, es decir, si yo tengo un programa dedicado a Nacional o Peñarol es una cosa, el tema es si yo trabajo para Nacional o Peñarol, ahí es otra cosa, se puede debilitar más aún la profesión del periodista, se corre ese peligro.
¿Cuál ha sido el impacto que ha tenido la tecnología en el fútbol y en el periodismo deportivo? ¿Ha cambiado la forma en la que se analizan los partidos?
Sí. Pasa en todos los rubros, pero en el fútbol es muy divertido porque yo viví la época en la que no se televisaban los partidos. Después se empezaron a transmitir muy pocos, en blanco y negro, no existía el control remoto, una transmisión internacional se veía a los tres días. Las radios sí siempre fueron muy fuertes y poderosas, y si el relator te decía que había sido penal o que a tu equipo favorito no le habían querido cobrar un penal, vos le creías. Ahora hay como un control de la gente al trabajo del periodista y eso genera que tengas que tener más creatividad, ya no alcanza con contar lo que pasa, tenés que contar algo más para que te elijan a vos en lugar de a otro. Hoy cualquiera con su celular es un medio de comunicación en sí mismo, entonces, muchas cosas, como pasa en el periodismo en general, salen a la luz por denuncias de gente que hasta hace 10 minutos no sabías ni quién era, pero que lo publica en una red social y si empieza a viralizarse ya transforma eso en una noticia de la cual nadie puede escapar. Eso hace que haya que ir a otro ritmo, es algo a lo cual hay que adaptarse y saber manejarlo.
¿En qué cambió la aparición del VAR?
Yo soy crítico con el VAR, no soy objetivo. Decían que había llegado para detectar elefantes y no hormigas, pero hay que mejorarlo, porque cada gol que se hace ya no se puede ni festejar por temor a que luego de la revisión de toda la jugada hacia atrás, que a veces demora seis o siete minutos, sea anulado; y si después de tenerte cinco o seis minutos esperando lo validan, eso te permite un festejo que ya no es el mismo. Lo divertido del fútbol era el festejo espontáneo. Era para elefantes y yo veo que se anulan jugadas, se cobran penales, se anulan goles por fuera de juego, por situaciones que después de verlas durante largos minutos, con un montón de cámaras, llegás a la conclusión de que no hay ninguna imagen que te pueda confirmar lo que vos estás haciendo y cambiando. Entonces, puede generar cosas injustas y encima no resolvió el problema, que era anular los goles cuando realmente es evidente que estuvo mal cobrado o cobrar un penal cuando el juez se lo comió, porque cada vez que hay un partido termina en un escándalo debido a que nadie está de acuerdo con lo que se hizo. Además, la tecnología de punta es válida en algunos países, pero en Uruguay todavía no tenemos una estructura para invertir en la cantidad necesaria de cámaras. En definitiva, gastamos un montón de plata, se estropeó la fiesta y no se resolvió absolutamente nada. Estoy seguro de que el VAR no llegó para quedarse, sino para arruinar el fútbol.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiere ingresar en el campo del periodismo deportivo?
Que se prepare, que estudie, que vaya a la universidad, que aproveche los talleres hechos por profesionales que andan en la vuelta. Y que sepa que en un inicio tiene que ser un hobby, nadie puede pensar que va a ser contratado porque están desesperados por tener a alguien para que dé una opinión, porque eso sobra. Entonces, tenés que estar preparado para estar lo más cerca posible de quienes están trabajando y demostrando permanentemente que podés colaborar con ellos desde muchos lugares, con mucha humildad y sin pensar que vas a entrar siendo la estrella. Después, al estar en el lugar indicado en el momento indicado, a medida que surjan las oportunidades, lo primero que va a pasar, como me pasó a mí, va a ser que miren para el costado y te digan: “necesito que hagas tal cosa”, y si te preparaste, si estudiaste, si practicaste, es probable que esa oportunidad que te llegue te salga mejor que si nunca hiciste nada. Hay que tener constancia y sacrificio. El periodismo deportivo tiene que ser por vocación y por pasión, si lo hacés así, es altamente probable que al poco tiempo de que consigas un trabajo sea bien remunerado y puedas vivir de él.
La seguridad en el fútbol “brilla por su ausencia”
Una de las dificultades más notorias en torno al fútbol es la falta de seguridad. En una reciente entrevista con La Mañana, el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, lamentó que ya no se pueda ir en familia y que haya dejado de ser un espectáculo para la gente tranquila. Gorzy coincidió con Salgado y admitió que es una de las grandes preocupaciones en torno a este deporte. “Es uno de los mayores problemas que tenemos, es mucho más grave que cualquier derrota deportiva”, criticó.
De acuerdo con el comunicador, en los últimos 20-25 años no ha habido voluntad política para solucionar el tema de raíz y se ha dejado crecer. Incluso, explicó que parte del problema económico que tienen los clubes profesionales es el gasto “gigantesco” que tienen que hacer en seguridad. Como ejemplo, mencionó que Nacional y Peñarol gastan un millón y medio de dólares por año en seguridad y un millón y medio de dólares en divisiones juveniles. Significa que destinan la misma cantidad en “fabricar” nuevos jugadores que en poner seguridad alrededor de los estadios donde juegan, cuando podrían gastar los tres millones en jugadores y en potenciar el fútbol juvenil y el fútbol femenino, según su visión.
Lo peor, para el entrevistado, es que, a pesar de ese gasto tan alto, la seguridad “brilla por su ausencia”, puesto que por lo general los operativos no son suficientes, lo que se suma a la falta de voluntad política para terminar con esto en forma “más enérgica”. “Es un problema del Estado, que disfruta de los triunfos del fútbol, que se sube a dar medallas, a sacarse fotos, que hace caravanas para festejar los triunfos deportivos, que regala camisetas celestes a los mandatarios de otros países, que las pone en los stands de las grandes ferias, pero a cambio de eso debería ocuparse de la seguridad. No puede ser que ir a ver un espectáculo de fútbol se transforme en un acto de turismo aventura”, remarcó.
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