La geopolítica y la economía internacional responden desde hace mucho a dos paradigmas diferentes: los expertos en política exterior suelen ver a la política mundial como un juego de suma cero en el que los beneficios para un país implican pérdidas para otro; por el contrario, los economistas suelen centrarse en la posibilidad de lograr beneficios mutuos gracias a la cooperación multilateral y la integración basada en los mercados. Estos paradigmas contradictorios fueron combinados por la creencia compartida de que el comercio y la apertura beneficiaban a Estados Unidos. La hegemonía estadounidense generó inconvenientes, pero los beneficios superaban a los costos. Las dudas comenzaron a ser aparentes incluso antes de que Donald Trump fuera electo presidente, pero su política comercial abiertamente contenciosa disparó un cambio de perspectiva más significativo y duradero de lo inicialmente previsto…
En un discurso reciente, Jake Sullivan, asesor de la Casa Blanca para la seguridad nacional, describió en detalle la mirada del gobierno sobre la política económica internacional. Procuraba formalizar una doctrina y buscar un nuevo consenso sobre la manera de integrar la política económica doméstica con la política exterior. Rechazó la desvinculación y defendió en su lugar la reducción de riesgos en la relación económica con China, una expresión acuñada por Ursula von der Leyen de la UE; y enfatizó que la localización en sitios amistosos es un concepto lo suficientemente amplio como para abarcar a muchos países que no forman parte de Occidente.
Los responsables de las políticas económicas y los economistas supusieron durante demasiado tiempo que podían ignorar las realidades geopolíticas. Les salió mal… y los únicos culpables son ellos mismos por su falta de realismo. Ha comenzado una nueva conversación, deben ser parte de ella, prestar atención a los asuntos vinculados con la seguridad y aceptar que la resiliencia no es solo una forma de disimular el proteccionismo. Pero también deben alzar la voz y defender aquello en lo que creen, porque saben algo que sus contrapartes en la política exterior suelen pasar por alto: que un mundo de interferencia geopolítica indisciplinada en las relaciones económicas pondría en peligro al crecimiento y el empleo.
Jean Pisani-Ferry, en Project Syndicate
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