Quien haya leído a Julio Verne en las maravillosas 20.000 leguas de viaje submarino sabe de qué se trata el Maelström, ese enorme remolino en el mar del norte que se traga todo lo que se acerca a su espiral horripilante.
Son pocos hoy quienes saben qué es el Maelström y su espantoso poder devastador. Lo que engulle nada vuelve, ni siquiera como resto, un fierro reciclable o la carta a la familia del infortunado marino. Lo que es peor, allí se funden esperanzas, sueños y vidas humanas.
Meses atrás, un señor de apellido Zorrilla fue enfático en un extenso panfleto donde, entreverando inverosímiles escenarios pasados y otros supuestos, descarta toda posibilidad del desarrollo de la pesca nacional en el puerto de La Paloma y nos induce cuasi obligatoriamente a lo que él considera la solución perfecta, llamada Terminal Pesquero Capurro, situación que a la fecha 14 de julio de 2023 permanece incambiada.
El escriba, un autobombista experto en temas pesqueros/portuarios, nos condenaba a este nuestro Maelström, al del capricho, al de la imposición, al de la turbia soberbia de unos pocos que inconsultos deciden el futuro de todos como nos tienen acostumbrados los iluminados de este nuestro bendito país en los últimos años.
En el epilogo de su galleta/panfleto técnico en carácter cuasi impositivo o de irrefutable mandato dictatorial expone textualmente: “La Terminal Pesquera del Atlántico Sur será Montevideo”; y paso seguido asevera: “La pesca nacional contará aquí con las mejores facilidades y dará trabajo”.
Para culminar la sucesión de relatos personales, colosales logros profesionales, augurios y promesas de miles de puestos de trabajo, nos espetó a los atribulados lectores una sentencia de espíritu patriótico, entre artiguista y futbolero, que no sabemos si estamos en 1820 o en 1950, SIC “Aunque les duela a intereses ajenos, los de afuera son de palo”. Galleta, en términos pesqueros, significa un enredo de líneas de difícil recupero.
Mientras el susodicho nos trataba de “ajenos, de afuera y de palo”, el financieramente indefinido (en sus reales costos finales) Terminal Pesquero Capurro pasa a su quinta prórroga de llamado a licitación por ausencia absoluta de interesados; entonces le preguntaríamos al experimentado Sr. Zorrilla cómo es posible que tan promisorio como exitoso proyecto no interesa siquiera a los paraguayos para acopiar sus cargas.
¿Qué significan para este buen señor los “intereses ajenos” y a quiénes, si lo sabe, se refiere con nombre y apellido? Invitamos a este señor a visitar las góndolas de supermercado o vitrinas de expendio de pescado y respirar profundamente, ese olor que se siente es el aliento del Maelström, nos está por envolver en su infernal fuerza centrípeta.
Quien esté preocupado por el futuro del sector sabe muy bien que no será dicha costosísima obra de infraestructura la salvación mágica a un intríngulis de intereses empresariales e institucionales cruzados que son en realidad la verdadera causa de nuestra desaparición sistemática del mapa pesquero mundial.
Edgar Alan Poe nos invitaba a dejarnos engullir por el monstruo y así conocer sus entrañas mientras Julio Verne nos narró la fenomenal odisea vivida por Nemo con el Nautilus frente al horrendo Maelström, del cual se desconoce si lo terminó de engullir.
Acá y ahora ni el capitán Nemo, ni Jules Verne ni Edgar Alan Poe ni el Sr. Zorrilla con sus caprichos logísticos ultranacionalistas (?) nos salvarán de la lenta hecatombe en la que se hunde día a día el sector pesquero nacional.
Nuestro Maelström tiene varios componentes tan graves como el mismo desinterés de todo el sistema político en un sector que perdió en los últimos 15 años mercados, mano de obra calificada, millones de dólares en exportaciones y la lista es larga.
Los nuevos reglamentos y ordenanzas generados en una DINARA que lejos de ser pura y exclusivamente una agencia biológico-técnica se transformó en un organismo con una muy pretensiosa, arrogante y displicente vida propia (cuando jurídicamente es una simple y funcional Unidad Ejecutora del MGAP) ; entre otras gestiones que no corresponden a las atribuciones y cometidos estrictamente mencionados en el art. 12 de la ley 19175 esta Unidad Ejecutora genera cargos, funciones y actividades que no le corresponden en absoluto como, por ejemplo, varios de ellos beneficiando directamente a determinado gremio en particular el veterinario y un selecto como reducido grupo de los antes mencionados profesionales; situaciones todas que en los hechos aumentan sustantivamente los costos al sistema productivo exportador y lo obstaculizan.
Hay salida sí para el sector pesquero nacional pero no es a través del milagroso Terminal Pesquero Capurro sino reformulando socialmente el sector, apuntando a las pymes familiares y las cooperativas, capacitándolos en buena administración, dando créditos y en el marco de una verdadera política de Estado ejecutando un serio Plan Pesquero Maestro que incluya entre otros un sistema dinámico y transparente de Cuotas Pesqueras.
Así salió Japón a principios del 1900 gracias a la maravillosa labor de un señor llamado Takatoshi Ando, quien sí creía en la gente a pesar de la miseria e informalidad en la que vivían. Hoy las más poderosas empresas pesqueras japonesas son las mismas cooperativas promovidas con pasión, entusiasmo y fe por este visionario bienintencionado japonés. No se trata de imponer caprichos logísticos personales sin un plan que tenga la verdadera licencia social y su bienestar como premisa.
Juan Manuel Otero Ferres
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