Aunque no son todavía tiempos electorales, a medida que se va acercando la fecha de los próximos comicios se comienzan a perfilar con mayor énfasis los dos modelos a enfrentarse, que por cierto son más antagónicos que complementarios.
Uno es la oposición (el Frente Amplio) con un modelo populista, que en la oportunidad –y aunque no les guste admitirlo– cuenta con la gravitante presencia de las fuerzas sindicales. Éstas, incursionando en los temas políticos, les ha impuesto hoy ir a un plebiscito para derogar la reforma jubilatoria. Esa es la prueba más clara de lo que se ha dado en llamar FAPIT (Frente Amplio y Pit-Cnt), pues además de los temas gremiales, los sindicatos deciden en los temas políticos, para disgusto de los dirigentes que como Yamandú Orsi o la Ing. Cosse no estarían conformes con lo resuelto y propondrían considerar su revisión.
De modo que la oferta programática del Frente Amplio mantendría su modelo populista y demagógico, priorizando la distribución a la producción, el consumo y el despilfarro antes que el ahorro y el trabajo, el desborde a la contención, los emprendimientos sin estudio ni financiamiento, y las aventuras voluntaristas o caprichosas con el dinero del pueblo.
O sea, más de lo mismo, con los mismos errores de gestión por falta de preparación y ausencia de criterio que nos llevaron a perder cientos de millones de dólares en Ancap, Pluna, Alur, Aratirí, Gas Sayago, las velitas al socialismo de las empresas autogestionadas, las pérdidas con Venezuela y la condonación de la deuda a Cuba, entre otras.
En estos días se festejaba la cancelación del pago al Scotia Bank de Canadá por los aviones Bombardier que debió haber pagado “Leadgate”, la empresa del estafador Campiani, y que terminamos pagando los uruguayos, recordaba indignado el senador Jorge Gandini.
Y con respecto a ANCAP, ahora se publica la noticia, a raíz del alevoso y brutal asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de Ecuador , porque había denunciado “la maniobra de triangulación con la mafiosa Trafigura por la pérdida de 205 millones de dólares”(sic) que tuvo su país en el contrato celebrado en 2013 entre su expresidente Rafael Correa y Raúl Sendic, dado que el petróleo a ser refinado por Ancap , en cambio, se tercerizó en beneficio de la citada Trafigura con la intervención de un estudio jurídico uruguayo que instrumentó la operación. A varios años de esa tramposa operación “con pagos de sobornos por parte de Ancap a través de Trafigura a un tal Sandoval” (sic) y a causa de la denuncia del candidato asesinado, “la justicia de los EE.UU. se propone investigar todos los hechos” y buscar a todos sus responsables. El expresidente Correa está asilado en Bélgica acusado de corrupción y Raúl Sendic alegó que Ancap ganó 5 millones de dólares en esa operación (en la que Trafigura obtuvo 500 millones de beneficio) pero tuvo que renunciar a su cargo de vicepresidente de la República, siendo luego procesado por la justicia.
Por eso conviene recordarles a los catones domésticos algunas consecuencias de su desastrosa gestión, que tan apresurados están por volver a asumir. Entre tanto, su objetivo se concentra en alentar los intereses contrapuestos y fomentar la lucha de clases como motor de la historia hacia la dictadura del proletariado y el colectivismo. Con ese fin se descalifica a los empresarios como mentirosos y explotadores, se trata de desalentar a los emprendedores, que no están bien vistos por más que asuman los riesgos de la inversión, amenazando con paros y trabajo a reglamento como expresiones del poder sindical. Las fuerzas del capital y el trabajo son elementos que necesariamente deben converger en paz para aumentar la producción nacional de lo que depende la posibilidad de una mejor distribución, que todos anhelamos.
Frente a ese populismo irresponsable, la Coalición Republicana levanta su modelo liberal y democrático, buscando la inversión sensata, la mayor transparencia, la disminución del gasto, la honestidad en la gestión.
A pesar de factores imprevisibles como la pandemia y la sequía que han obstaculizado la labor del gobierno, los logros son indudables. A la vista y sin discusión posible está la Obra Pública materializada en las rutas, los puentes, los cruces elevados en intersecciones peligrosas, los intercambiadores, señalamientos y mejoras de la caminería, quedadas en total abandono durante los 15 años de gobiernos frentistas.
También están los cambios en la educación y la asignación de recursos, despolitizando su manejo; la estupenda labor en el MIDES corrigiendo vicios, defectos y corruptelas que había en abundancia y una permanente preocupación en la atención de los seres más vulnerables y empobrecidos.
Y está la reforma en la Seguridad Social que la Coalición Republicana se animó a realizar, a pesar del eventual costo político que se ha agudizado por las críticas de una oposición que nunca negó su necesidad, pero ahora la cuestiona, y estamos muy seguros que lejos de derogarla la van a aprovechar, no obstante su amenaza de plesbicitarla, lo que sabemos es un ejemplo de la más pura demagogia.
Creemos, como decía Ortega y Gasset, que “todo lo que contribuye a la división, a degradar al hombre y su familia, expone a los ciudadanos al peligro de caer en la sumisión o la desesperanza”. Es lo que deberían aceptar los frenteamplistas, en lugar de sostener una conflictividad sin pausas, entregados a una oposición cerril.
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