¿Podrían los países emergentes más grandes del mundo lanzar una moneda alternativa para competir con el dólar? ¿Podrían respaldarla con oro? Algunos de los líderes de los Brics –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– han hablado de estas ideas mientras se preparan para reunirse en una cumbre en los próximos días. Existen dos posibilidades: escasa y nula. La desaparición del dólar es una historia ya predicha y ahí radica el problema. Los argumentos de hoy son sólo la última iteración de una narrativa que es anterior al fin de Bretton Woods, y al fin del último vínculo del dólar con el oro, hace 52 años, el 15 de agosto. China e India están más interesadas en internacionalizar sus monedas que en crear alguna nueva. Rusia ha tenido que abandonar cualquier esperanza de esa índole con su invasión a Ucrania. Brasil y Sudáfrica ni siquiera están en el juego. Y, en contra de la creencia popular, China no se toma muy en serio la idea de desafiar al dólar. Las dos grandes iniciativas de Beijing, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el proyecto Belt Road, conceden préstamos en dólares. El AIIB acepta suscripciones en dólares y parece respetar las sanciones impuestas a Rusia. Beijing habla mucho del ocaso de Occidente. Pero parece conformarse con culpar a Estados Unidos de los problemas financieros en lugar de asumir el papel y las responsabilidades de gestionar una moneda mundial. De hecho, las líneas de swap de China con países en dificultades como Argentina y Pakistán complementan al dólar, no lo suplantan…A pesar de la reciente decisión de Fitch de rebajarle la calificación AAA a Estados Unidos, como hizo S&P hace más de una década, China no podrá sacar provecho fuera del schadenfreude. Sin embargo, la rebaja de la calificación sugiere cuál es la mayor amenaza para el dólar. No es una intrusión, sino una abdicación.
Marc Chandler, en Barron´s (Estados Unidos)
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