Ante unos “claros” síntomas de hiperinflación en Argentina, resulta imprescindible pensar en tomar medidas para que la economía se estabilice. En este contexto vuelve a estar sobre la mesa el debate en torno a la dolarización, que, de acuerdo con el economista Juan Carlos Protasi, es “una propuesta necesaria pero desafiante y con varias interrogantes”. En diálogo con La Mañana, analizó el escenario actual del país vecino y lamentó que los efectos sobre Uruguay continúen siendo negativos.
Lo que sucede en Argentina de alguna manera revive el debate de la dolarización o desdolarización, discusión que en Uruguay se había dado por 1999-2000. Milei, que obtuvo el primer lugar en las PASO, propone dolarizar. ¿Qué lectura hace de lo que ocurre en el vecino país?
Francamente no veo otra alternativa para Argentina que no sea una dolarización. Para salir de esta crisis tiene que hacer reformas, pero para eso primero tiene que bajar rápidamente la inflación, para ganar confianza en la gente y lograr el apoyo político en el Congreso. Argentina no tiene moneda desde hace años y adoptar el dólar como moneda eliminando el peso es la solución a la que probablemente convergerá el sistema tarde o temprano. Los argentinos están mentalmente dolarizados luego de haber vivido períodos de alta inflación e hiperinflación y ahora volver a tener una tasa de inflación de tres dígitos anuales. El problema es cómo se hace la dolarización con un Banco Central (BCRA) que no tiene reservas suficientes. Se sospecha que para cubrir sus obligaciones el BCRA ya está usando, aunque no debería, los encajes que pertenecen a los bancos, además de usar el swap con China y otros préstamos. Pero hay otro problema mayúsculo y es que el BCRA tiene un stock de Letras de Liquidez (Leliq) que según Milei son unos US$ 30.000 millones. Son una bomba de tiempo que le deja Massa al próximo gobierno.
¿Es posible desactivar esa bomba?
Milei piensa que se pueden canjear las Leliq por bonos en dólares a largo plazo. Creo que no es fácil que los bancos acepten esa propuesta porque les afecta su liquidez. Los bancos toman depósitos a corto plazo y se colocan en Leliq a corto plazo, y a su vencimiento no pueden recibir en pago títulos a largo plazo porque quedan descalzados. Por más que los bonos suban de precio con un nuevo gobierno que fuera creíble, los bancos tendrían que vender esos bonos para hacerse de liquidez realizando una pérdida que puede llegar a ser importante. La mala experiencia del Plan Bonex en 1989, cuando se canjearon depósitos en pesos por bonos en dólares que luego terminaron perdiendo la mitad de su valor, está todavía en la memoria.
¿Es factible dolarizar la economía y bajar rápido la inflación como se pretende?
Milei no tiene una solución inmediata para hacerse de los miles de millones de dólares que demandaría la conversión de la base y las Leliq a dólares. Se maneja la posibilidad de usar las reservas brutas y los títulos públicos del BCRA por la deuda que el Tesoro mantiene con la entidad por la asistencia financiera que le otorgó. No es una solución sencilla porque descansa en dos supuestos, uno es que con la liberalización del mercado reingresarán al sistema una cantidad importante de dólares que hoy están bajo el colchón. Esto también esperó Macri y no llegaron. Es cierto que ahora es diferente, pero no será inmediato. El otro es que esos dólares van a comprar la deuda que se irá a emitir y que se estima serán necesarios unos US$ 40.000 millones. Se deberá hacer una emisión de bonos y su precio estará bajo la par con un riesgo de 2000 puntos, pero, además, una emisión adicional equivalente a un 10% de la deuda argentina deberá ofrecerse con una tasa de interés aún mayor. También se deberá ir primero al FMI y que apruebe un stand by, lo que tomará algún tiempo, por más que Milei adelantó que no pedirá préstamos al FMI, porque el ajuste que se propone de bajar 15 puntos del PBI el gasto público será mayor a lo que podría requerir el FMI. En cuanto a la inflación, su convergencia rápida a la de Estados Unidos dependerá del tipo de cambio al que se haga la conversión, de los aumentos previos de precios en el mercado y de la cantidad de dólares que se logre captar. Si el tipo de cambio sube mucho antes de la conversión, los precios tardarán en converger. Esto le pasó a Ecuador. Se trata de una propuesta necesaria pero desafiante y con varias interrogantes.
¿Cómo puede salir Argentina de la situación que atraviesa?
Ha habido trascendidos de las medidas a adoptar en lo inmediato. La primera será eliminar el curso forzoso del peso permitiendo la circulación libre del dólar, legalizando las transacciones en dólares, igual a lo que se hizo en nuestro país en 1976. Al mismo tiempo, eliminar el cepo y dejar libre el mercado del dólar, como hizo Macri cuando asumió. Para reducir el stock de Leliq, sustituirlas de modo gradual por encajes a los bancos y, según el principal asesor, Carlos Rodríguez, exrector de CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina), bajar gradualmente la tasa de interés. Algo similar hicimos en 1984 en Uruguay porque sin reservas no hay forma de reducir ese stock de deuda del Banco Central, salvo con una tasa real de interés negativa que lo licúe, pero sería inconsistente con el propósito de bajar la inflación. La liberalización del mercado permitirá que los argentinos se dolaricen sin que sea un delito tener dólares o transar en dólares, lo que favorecerá que ingresen capitales al mercado y se estimule la inversión. La dolarización se irá haciendo de modo espontáneo y gradual y luego se podrá ir a una dolarización total.
¿Es posible que esto termine en una hiperinflación? Si eso sucede, ¿puede ser el preámbulo, como en la década del 90, para una convertibilidad o una dolarización, como prevé Milei? ¿Será que el mercado está llevando a Argentina a lo que propuso Milei y se va a terminar haciendo porque no va a quedar otra opción que dolarizar?
Creo que ya hay síntomas claros de hiperinflación. Hay dominancia fiscal de la emisión y no hay otro mecanismo para frenar la caída de la demanda de dinero que no sea a través de la tasa de interés. Pero la suba de la tasa genera más inflación porque el pago de intereses aumenta el déficit parafiscal. Hoy la tasa ya está en 208%, es positiva en términos reales y genera un efecto de bola de nieve en el déficit y la deuda. Cómo evolucionará en los próximos 60 días la inflación hasta la elección, nadie lo puede saber. La demanda de dinero cae por las expectativas de devaluación e inflación y el gobierno kirchnerista está muy debilitado, lo que es un escenario propicio para que la inflación se acelere. Lo único que puede ayudar a frenarla es si el acuerdo con el FMI es aprobado, que creo que sí se concretará porque el organismo no quiere otra crisis como la de 2001. Si esos fondos llegan, es posible que se evite la hiperinflación porque podrían contener el dólar en el mercado paralelo.
¿Cuáles serían los efectos sobre Uruguay?
Los efectos sobre Uruguay son malos, como venimos observando desde hace meses. El desempleo en Fray Bentos subió al 15% y muchas empresas están cerrando su actividad. El consumo de los uruguayos en el exterior debido a la disparidad de precios con Argentina se puede agudizar con nefastas consecuencias como ya pasó en otras oportunidades. La creación de puestos de trabajo, si bien mejoró, no llega a cubrir la demanda que hacen quienes buscan activamente empleo y la cuenta corriente registró un déficit de US$ 2500 millones, perdiéndose US$ 1500 millones de reservas el año pasado. El fin de la sequía y la probable baja de tasas en Estados Unidos el año próximo puede ayudar a mejorar los precios externos y revertir parcialmente el déficit, pero cuánto tiempo tomará recuperar la economía argentina para que volvamos al equilibrio es una incógnita.
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