Cuando el general Manini Ríos pasó a retiro, entre otras cosas dijo que la actividad política era el único camino para hacer justicia con el Ejército. Como conocedor directo de las limitaciones que los políticos imponían a las FF.AA. en el orden presupuestal, anidaba ya en su espíritu el propósito de enmendar esa situación. En aquel momento hubo declaraciones de apoyo desde el Partido Nacional y saludos al Gral. Manini y llegaron a definirlo como “un gran comandante”. Incluso el Dr. Lacallle Pou, que ya prefiguraba su candidatura a la Presidencia de la República, lo alababa. Y el hoy secretario Alvaro Delgado afirmó que su remoción se debía a presiones del propio Frente Amplio al presidente Vázquez. (La Diaria del 17/5/2023).
En cumplimiento de la palabra, el Gral. Manini hizo efectiva esa voluntad y su presencia en la arena política lo ha venido demostrando hasta llegar al momento actual de su enfrentamiento con los socios de la coalición gobernante.
Sus planteos de mejora de los sueldos más bajos de la Administración Pública sin embargo no son aceptados, a pesar de que el ministro de Defensa Dr. Javier García hace muy pocos días al inaugurar la base naval “Capitán Luis Musetti” en Fray Bentos expresó que “los militares son los funcionarios públicos más postergados de esta administración” y que no está “conforme con los aumentos salariales hechos hasta ahora, porque son una obligación política e institucional”.
El diario El País del domingo 27 de agosto editorializa sobre el tema destacando la función de los militares, no sólo aquellas que son propias de su destino constitucional, sino los servicios que prestan a la sociedad cada vez que se les reclama por catástrofes naturales, inundaciones o incendios en ayuda a los bomberos, los repartos de alimentos, el rescate de personas o los alojamientos circunstanciales de vecinos en desgracia. Sin embargo, el mensaje del editorial es que ya se les ha atendido como nunca por este gobierno, pues han recibido aumentos del 3% y del 12%, y el presidente Lacalle Pou ha respondido a los enfáticos planteos de Manini demostrando su molestia, ironizando: “Yo quiero esto y es esto”, para calificar como abusivas e improcedentes las exigencias del líder de Cabildo, pero reconociendo que son los sectores más sumergidos porque “el tema es parte de una negociación”.
Un representante colorado, cuyo aporte electoral para el triunfo de la oposición si existe debe estar en el más recóndito de los arcanos, habló de una extorsión en la euforia de quedar bien con las alturas.
Negociación o no por medio, es dable preguntarse si tiene razón el Gral. Manini cuando reclama que los soldados reciban el mismo salario que cobran los policías.
Obsérvese que los soldados que tienen a su cargo la vigilancia perimetral de los recintos carcelarios ven que los agentes policiales que trabajan del otro lado del alambrado, o sea que prestan sus servicios adentro de las cárceles, reciben una remuneración que es casi el doble. Entonces, resulta gráfico el ejemplo para razonar que no parece justo que unos y otros no ganen lo mismo, que no serán jamás cifras muy altas o elevadas, pero que en el caso expresado resulta una diferencia notoria.
Todos ellos, policías y soldados, que prestan servicios que siempre entrañan un riesgo personal en defensa de la seguridad y el orden de la colectividad, han sido históricamente tratados con mezquindad por los gobiernos.
Como expresa El País en el editorial citado, en los quince años del frenteamplismo fueron dejadas de lado las FF.AA. en recuerdo de los desbordes pasados, sin advertir que hoy son otros los hombres y otra la institución armada.
Por eso la persistencia del Gral. Manini en insistir en su propósito de una mejora, porque conoce a través de su carrera militar las necesidades del servicio que ni siquiera el ministro, por su condición de civil, puede llegar a conocer y abarcar en su totalidad.
No se trata de negociar ni salirse con la suya, pero a un sector que todos reconocen como el más sumergido de la Administración, a pesar del valor que representa en el contexto nacional, corresponde otorgar una mejora que elimine el disímil tratamiento con otros servidores de igual valía, como es del estamento policial.
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