La polémica por la instalación de más de 100 radares en rutas nacionales y los elevados costos de las multas sigue generando repercusiones. En este contexto, el médico anestesista y especialista en gestión y dirección de la seguridad vial, Manuel da Fonte, fue entrevistado por La Mañana y aseguró que el foco de la discusión está puesto en el lugar equivocado, dado que la velocidad es apenas uno de los factores que provocan los siniestros de tránsito, mientras que las restantes causas no son tenidas en cuenta como se debería.
¿Cómo vio la polémica suscitada por la instalación de los radares en rutas?
Los radares en rutas permiten controlar uno de los factores causales de siniestros de tránsito haciendo que sea de menor entidad, pero no lo elimina porque no podés llevar la velocidad a cero, entonces siempre va a haber cierto nivel de riesgo. Donde se estudian los factores que contribuyen a los accidentes se afirma que la velocidad afecta a los índices de siniestros no más de un 30%.
¿Qué otro tipo de causas provocan accidentes?
Hay múltiples causas. Cuando tú analizás un accidente, lo que hay que hacer es lo que se hace en la industria de la aviación, donde los accidentes graves se estudian detalladamente con un comité independiente que busca todos los elementos que puedan haber contribuido al siniestro y establece recomendaciones para evitar que se repita. Eso se hace en el transporte ferroviario, en el fluvial y en el aéreo, pero no en el terrestre, entonces no sabemos en detalle por qué ocurrió cada accidente.
En forma general hay que analizar los factores dependientes de los individuos que participan del siniestro; los factores dependientes del vehículo, o sea, del nivel de seguridad, de cómo está preparado para evitar accidentes; y los factores de la vía de tránsito, es decir, qué nivel de seguridad o de riesgo presenta la vía donde se produjo el accidente. Lo que está ocurriendo con esta polémica es que se enfoca mucho en uno de los factores que es la velocidad y no se les da prioridad a los otros, entonces, si nos enfocamos en tratar solo uno y no abordamos los otros elementos, estos van a seguir provocando accidentes y seguramente se van a seguir incrementando.
¿Quiere decir que los radares como herramienta para mejorar la seguridad vial no son efectivos por sí solos?
Son efectivos parcialmente. Además, hay un altísimo nivel de informalidad en el tránsito, significa que hay un porcentaje muy alto de gente que circula con vehículos sin chapa vigente o sin chapa, sin licencia de conducir, y eso hace que nunca paguen las multas ni la patente, que no tengan vehículos en regla ni la libreta de conducir habilitada. Fiscalizar con radares a esa gente no tiene muchos resultados. Poner radares que multan automáticamente, con ese nivel de informalidad, es efectivo solamente para los conductores que están en la formalidad y que pagan sus multas y sus patentes.
Más allá de esto, ¿la ubicación en la que se han colocado es la adecuada?
Para que el radar sea efectivo tiene que ser colocado en un lugar donde la velocidad sea un factor determinante en la ocurrencia de accidentes, pero como acá no se estudian, no sabemos por qué suceden. Cuando Unasev publica sus estadísticas e informes de seguridad vial, localiza los siniestros en el lugar en el que ocurren y contabiliza si fueron autos, ciclistas, peatones, motocicletas, pero no hace una investigación de las causas. Cuando se hacen estudios sobre siniestros es porque hay un proceso judicial en el que lo que tienden a buscar es un culpable, pero no hacen un estudio de las causas, por lo cual no sabemos si fue la velocidad u otra cosa. Por lo tanto, si colocamos radares en las zonas donde hay accidentes porque pensamos que la velocidad es la causa, vamos a tener resultados solo en los lugares donde realmente lo sea.
Si uno mira dónde se localizan los siniestros de tránsito en las rutas, son todos en la interacción de las rutas con áreas urbanas, que suelen ser los tramos donde la velocidad está determinada en forma más baja, entonces es difícil pensar que los accidentes ocurren porque ahí se iba a mucha velocidad, más bien parece al revés. En tramos de interacción con áreas urbanas, lo que suele pasar es que las rutas tienen demasiados cruces con trayectorias diferentes, hay mucha mezcla de tránsito de ruta con tránsito urbano, peatones, ciclistas, motociclistas, hay semáforos, por lo cual el problema más grave es el diseño vial de esa ruta, que la hace muy insegura, y no tanto la velocidad alta.
Desde parte del sistema político se acusó al Ministerio de Transporte de definir esta medida con un fin recaudatorio, también se criticaron los altos costos de las multas. ¿Comparte esa postura?
Yo no sé cuáles son las intenciones. Por lo que uno escucha, se busca reducir la siniestralidad vial. A mí lo que me preocupa es cuán eficaz va a ser. Nosotros estamos trabajando hace años para que se tomen medidas que sean eficaces. Lo que quiero alertar es que por la ubicación de los radares y por cómo se estudian los siniestros en Uruguay, la medida no va a tener demasiada eficacia. Hay que tomar medidas que pueden tener muchos más resultados, que son de bajo costo, relativas a implementar un diseño vial seguro, lo que reduciría los accidentes mucho más que los radares.
Mencionaba también los vehículos inseguros como un factor causante de siniestros.
Sí. Mejorar la seguridad de los vehículos también evita accidentes o sus consecuencias graves. En ese sentido, el gobierno está lento u omiso porque hace cuatro años que se aprobó la última ley de tránsito y aún no se ha reglamentado. En esa ley se exigían mejores sistemas de frenos para las motos, mejores cubiertas y normas de fabricación para los autos para que resistan mejor a los impactos y protejan a sus ocupantes. Se venden 40.000 vehículos nuevos por año, o sea que hubiéramos tenido unos 160.000 vehículos mucho más seguros que los que han entrado al mercado y eso no se ha hecho. No se considera una emergencia.
Otra iniciativa que ahora fue presentada en el Parlamento, que es de Ancosev (Asociación Nacional de Consumidores por la Seguridad Vial), era el etiquetado obligatorio de estrellas de seguridad de los vehículos a la venta, que hace que la gente cuando va a comprar el auto vea con claridad qué tan seguro es y en general opta por comprar el más seguro dentro de sus posibilidades. Eso modifica el mercado y hace que ingresen vehículos que protegen a los usuarios, pero no se consideró pertinente y no se le dio trámite. Recién ahora fue tomado por legisladores del Partido Colorado que lo presentaron como proyecto de ley.
En resumen, más que poner el foco solamente en la velocidad, habría que asegurarse de tener vías y vehículos seguros.
Exactamente, porque las vías inseguras lo son incluso a bajas velocidades, y con vehículos inseguros a 60 kilómetros por hora la gente se muere, eso los radares no lo resuelven. Además, este sistema inseguro que hace que la gente se muera y se lastime tiene un costo enorme para el Estado en cuanto a gastos en el sistema de salud; policías, bomberos y médicos ocupados en atender a los heridos; pensiones por invalidez o por muerte del sostén de la familia. El costo de la siniestralidad está estimado en un 3% del PBI, que son cerca de US$ 2000 millones. Es inentendible.
¿Qué opinión tiene de los costos de las multas actuales?
Más que los costos, tiene que haber una graduación según la entidad de la infracción que se cometa y una penalización distinta para los reincidentes. La multa más baja es excesiva por excederse pocos kilómetros, pero por circular sin patente o con patente adulterada es mucho más baja, lo cual no tiene sentido. Y tenemos un problema que es que Fiscalía no está procesando las faltas de tránsito y no se controlan las penas cuando se aplican. Las multas tienen que ser pagables y cobrarse, si hay gente que no paga y no pasa nada, el sistema fiscalizador pierde total eficacia.
¿Por qué cree que este tema no se considera una emergencia, como decía?
La siniestralidad vial castiga sobre todo a los sectores más pobres de la sociedad que son los motociclistas, los ciclistas y los peatones, que representan el 75% de los fallecidos o siniestrados graves en el tránsito. Por eso se visualiza poco, porque los sectores más privilegiados, que tienen más dinero, pueden zafar del problema porque se desplazan en entornos más seguros, con vehículos más seguros, y no los afecta el nivel de inseguridad vial que tenemos. Eso contribuye a que no sea una alarma pública.
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