El Servicio de Ayuda Rural del Uruguay (SARU) colabora con unos 500 estudiantes para que se desarrollen en estudios formales que les permita ser parte de la fuerza de trabajo agropecuario del interior. De cara a una nueva edición de la Expo Prado, SARU se prepara con su equipo de voluntarios para brindar un servicio de excelencia que se transformará en más apoyo al medio rural.
Ana Fernández conoció SARU hace unos 40 años. Se interesó en el tema rural gracias a la vinculación del esposo en el rubro y, anteriormente, su padre. Fernández comenzó a tomar clases y conoció a un grupo de mujeres que la invitaron a participar en el servicio y hoy es la vicepresidenta de SARU.
María Reyna Guerra es secretaria y la nieta de una de las fundadoras de SARU, Berta Echeverría, además es la hija de la anterior presidenta, Reyna Ribas de Guerra. Su vinculación al servicio comenzó desde muy niña y recuerda que ya desde esa época le gustaba colaborar sirviendo el té.
Ambas colaboradoras se integraron a SARU de manera muy distinta, pero las une la fuerza y el orgullo de embanderarse con la misma misión: llevar ayuda a los niños, adolescentes y adultos que no tienen fácil acceso a una educación de acuerdo a los nuevos tiempos, permitir que se formen y puedan desarrollarse profesionalmente en el área rural tecnificada, que crezcan ellos y que crezca el campo: el motor económico del Uruguay.
Para lograr ese objetivo es que en 1955 se creó esta asociación civil sin fines de lucro, que atiende las necesidades a través de visitas a centros y hace conexiones con referentes locales, estos son quienes están en contacto directo con la realidad social y educativa, y envían los pedidos de colaboración. Son los responsables de vehiculizar los aportes y mantener contacto con el servicio que facilita el acceso a pensionados, becas de estudio, materiales de desarrollo, apoyo en el transporte, alimentación, asesoramiento en trámites, entre otras cosas.
A diferencia de la filosofía de donar “lo que no se usa”, SARU apuesta a identificar las necesidades en específico, por ejemplo, si un estudiante de magisterio necesita una impresora para abaratar costos, SARU gestiona esa donación, según explicó Guerra en diálogo con La Mañana.
“El rol de la institución es que los jóvenes accedan, fundamentalmente, a la educación media. Por otro lado, en la medida de nuestras posibilidades, apoyamos con becas a jóvenes que están haciendo, por ejemplo, tecnicaturas en el área forestal ya que tuvimos diversas solicitudes al respecto”, dijo Fernández a La Mañana.
Según la entrevistada, estas tecnicaturas se llevan a cabo en Tacuarembó mayormente, con vistas que al finalizarlas, los estudiantes puedan quedarse trabajando allí. “Hoy priorizamos el apoyo a estudiantes del medio que su curso terciario sea aplicable al interior. Eso incluye, por ejemplo, maestros y profesores”, sostuvo. Comentó que en este momento se apoya a un alumno que estudia profesorado, el año pasado se recibió a una joven que hacía magisterio, y en este año hay otra joven en el mismo camino académico.
Además de los referentes, SARU está integrada por un grupo de voluntarios que generan una red de apoyo a través de sus contactos personales o profesionales para responder a esas diversas necesidades que desafían a los estudiantes. Cuenta con voluntarios fijos y eventuales, desde la organización, la administración financiera, la repostería, los insumos para el kiosco o la parrilla de las Expo Prado, el servicio de mozos, armado de locales y decoración.
El equipo estable es de unas 35 personas y se mantiene de forma activa durante todo el año. Se suman otros tantos voluntarios durante los eventos de recaudación de fondos y diferentes empresas donan sus productos para el abastecimiento de sus dos locales durante la Expo. La participación en esa semana es posible hace más de 30 años gracias a que la Asociación Rural del Uruguay (ARU) les cedió el espacio para el kiosco y la parrilla.
Funcionamiento año a año
Para lograr el objetivo de ser ayuda para los estudiantes rurales, un equipo de secretaría mantiene la comunicación interna y externa de la institución, actualizando el estilo y la forma. SARU se sustenta gracias a los espacios cedidos por la ARU para el kiosco y el restorán durante la Expo Prado, las donaciones mensuales o puntuales de los voluntarios y el sistema de donaciones especiales del MEF.
Actualmente SARU llega con ayuda a 128 estudiantes de Secundaria, 328 de Primaria y 35 adultos, a quienes, según el caso, se les brinda el apoyo necesario para que puedan desarrollarse en el área rural y adquirir las herramientas laborales. A principio de cada año, la institución solicita una actualización de necesidades a los referentes locales para responder a estas. Mensualmente realizan las órdenes de compra a proveedores locales y giros por viáticos de traslados e insumos determinados.
También al comienzo del año lectivo se envía material de uso escolar. A su vez se realiza envío de donaciones de ropa, medicamentos, juguetes, libros, computadoras, impresoras, entre otros.
Para la Expo Prado se reacondicionan los locales del kiosco y parrilla, se organiza la mudanza de utensilios, vajilla y electrodomésticos. Se solicitan las donaciones a empresas amigas que aportan los insumos, los particulares que preparan comidas y se suman los voluntarios.
Un círculo virtuoso
Guerra expuso que desde los inicios SARU “trabaja en el medio rural para devolver al medio rural” y se genera así “un círculo virtuoso destacable”. “Es importante el aporte que realizamos a la parte productiva y agropecuaria del país, porque apoyamos la formación de personas que volcarán sus conocimientos y aptitudes en el lugar donde residen. En un punto lo mismo sucede con la parrilla de SARU, lo que económicamente recibimos vuelve al campo, para seguir colaborando con el trabajo”, aseguró.
También realzó la labor de las voluntarias. “Le ponemos energía, realizamos cursos para poder mejorar la gestión y ser más eficientes, hay una apuesta muy consciente de que además de ser voluntarias y poner todo nuestro amor y dedicación, le ponemos mucha capacitación”, indicó.
Aseguró que las voluntarias están por vocación y decisión. “Nadie nos obliga a entregar horas de nuestro día”, expresó. Agregó que siempre se agradece a quienes asisten a los locales porque ellos saben que se trata de una obra social y cuál es el fin de la recaudación. “Saben que ayudamos a más de 500 personas del interior del país que reciben directamente el fruto de nuestro trabajo. Eso es un orgullo para nosotros”, puntualizó.
La vuelta de un éxito
Cada edición de la Expo Prado SARU opera la parrilla y el kiosco (en el espacio cedido por ARU) y es el momento del año que genera el sustento del presupuesto anual. “Cuando un cliente consume en nuestros locales está ayudando a nuestra misión. Cuando un mozo le toma el pedido, lo está haciendo por decisión, no por trabajo, porque todos son voluntarios y dejan sus tareas para ayudar esa semana”, recordó.
El servicio de SARU es tan fundamental para la Expo Prado que el año pasado fueron los responsables de un éxito: el chivito de cordero. Esto fue posible porque el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) estaba preocupado por la escasa rentabilidad del ovino, al tener una lana a bajos costos, se decidió fomentar el consumo de carne, por lo que junto a INAC, donaron los cuadriles que permitieron a SARU elaborar el famoso chivito. Debido al éxito, este año se repetirá la experiencia.
Otro paso fundamental de la institución para aggiornarse a las nuevas tendencias es en materia de digitalización. Hoy las herramientas comunicativas requieren un manejo de la tecnología digital para no perecer, por eso SARU tiene presencia en redes sociales para difundir su trabajo, e incorporó los menús con códigos QR y terminales digitales para las comandas. “Creemos que mejorará el servicio y captaremos a más clientes”, expuso Fernández.
Al mismo tiempo, ARU se vale de beneficios gracias a que SARU es el encargado de mantener el espacio: “todos los arreglos son con nuestro aporte, arreglamos el techo, reformamos la parte de la parrilla. Eso queda en favor del local y de ARU que durante el año puede generar ingresos por el uso del lugar”, relató Guerra.
Colaboraciones:
La Parrilla y Kiosco SARU durante la Expo Prado estarán abiertos al público del 8 al 17 de setiembre. Para sumarse como voluntario, donante o para solicitar reservascontactarse al 099 139 688.
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